Día 0. 21 de junio de 2014. Nos hospedamos en Roncensvalles (frontera con Francia) y cenamos en Saint Jean Pied de Port que es un pueblito encantador. El Camino a Santiago comienza al día siguiente.
Día 1. 68 k de Roncensvalles a Puente La Reina. ¡Cuánta ansiedad comenzar el Camino! Muchas preguntas, fundamentalmente de qué se trata eso de ser “peregrino/bicigrino”. Lo supimos casi inmediatamente, la magia del “Camino” se nos metió en el alma, ni bien salimos del pueblo. Luego debimos transitar muchas horas en bicicleta con todo el esfuerzo que implica surcar los pirineos.
Día 2. 72 k de Puente La Reina a Logroño. ¡Qué cansancio! Ser parte del Camino requiere esfuerzo físico y mental. Cuántos pueblos y todos requieren el esfuerzo de subir y subir para conocer su plaza y continuar hilvanando estaciones.
Día 3. 51 k “Descanso” activo desde Logroño hasta Sto. Domingo de la Calzada. Fueron 3:50 h de pedaleo con algo de barro por caminos de tosca colorada que empastaban la bici.
Día 4. 72 k desde Sto. Domingo de la Calzada a Burgos. 5:15 h de lindo pedaleo con dos subidas importantes. Pasamos por el bosque Montes de Oca que es fantásticamente verde. Burgos es terrible ciudad: intentamos conocer sus puntos más importantes en una tarde fantástica para descansar y recrear la vista.
Día 5. 88 k desde Burgos hasta Carrión de los Condes. Salimos con muchísima lluvia y nos empapamos. Fueron 5:20 h de pedaleo constante, después el tiempo mejoró. El hotel al que llegamos era un antiguo monasterio, realmente encantador.
Día 6. 95 k desde Carrión de los Condes hasta León en 5:35 h. Etapa larga, pero de fácil andar, salvo los últimos k que tuvieron una subida considerable. Etapa primaveral, con viento y retamas perfumadas. Ya pasamos la mitad y me hice de un enemigo: el sillín de la bici.
Día 7. Desde León hasta Astorga, 51 k en 3:35 h con viento en contra. Se suponía que era día de «descanso activo» para prepararnos para la montaña y debimos luchar contra Eolo. Al llegar disfrutamos de una hora de spa que necesitábamos, sin lugar a dudas.
Día 8. Desde Astorga hasta Villafranca del Bierzo, fueron 77,5 k en 06:05 h. Las montañas nos ofrecieron 20 k de falso plano y un tremendo ascenso (¡siempre con viento en contra!) que luego nos regaló una bajada de 12 k a un promedio de 45 k/h. Fue adrenalínica. En el trayecto tuvimos gratas sorpresas: castillo templario en Ponferrada, carrera de bici de ruta también en esa ciudad, y la encantadora villa de Cacabelos.
Hace una semana comenzábamos a pedalear sin imaginar las sensaciones que podíamos experimentar, sin siquiera pensar en tantos pueblos por conocer y la geografía que nos esperaba. Llevamos recorridos más de 600 k y cada vez hay más peregrinos, hoy incluso vimos personas en sillas de ruedas. El Camino es superación, esfuerzo, sentido, amor. Me acerqué a ambas para mencionarles mi admiración. Así se vive el Camino de Santiago.
Día 9. Etapa durísima, pues la montaña “come piernas”. 68 k desde Villafranca del Bierzo hasta Sarria. Los primeros 18 k de falso plano y muy disfrutables. Después una subida de 12 k por la verde Galicia. Cambió el paisaje y también la configuración de los pueblos. Hay animales de granja, vacas y chivos. Cada vez hay más peregrinos y se ven grupos grandes, algunos de adolescentes y otros de jóvenes. Seguimos haciendo nuestro Camino; Santiago de Compostela está muy cerca y comenzamos a tener sensaciones encontradas: queremos llegar, pero también queremos seguir.
Día 10. 73,5 k con mucho esfuerzo y desgaste en 6:25 h desde Sarria hasta Arzúa. Entre montañas y bosques, recorrimos parte de Galicia con lluvia y algo de frío. Los caseríos que cruzamos son construcciones agrestes de piedra gris. Hay olor a granja y a granos guardados a granel. En el camino florecen los peregrinos, los que van solos, los que caminan de a dos y los grupos multitudinarios. Hoy nos cansamos de decir: «Permiso, permiso… Gracias. ¡Buen camino!». Terminamos la etapa más dura muy cansados. Nos resta un solo día… y ya se siente la nostalgia de peregrinar.
Día 11. Llegamos a Santiago de Compostela. El último día (la etapa 11) requirió su esfuerzo y los 45 k desde Arzúa a la Catedral de Santiago nos demandaron 3:25 h de constante pedaleo. Tenemos sensaciones encontradas: felicidad por el logro obtenido y nostalgia por el camino ya andado.