Las velas me gustan muy poco, pues me desagrada el olor a sebo que desprenden y porque además, no sé por qué científica razón, juntan mucho polvo y empalidecen con rapidez. En síntesis, las velas no estaban en mi ámbito de interés hasta que descubrí Yankee Candles (YC) y debo confesar que todos mis prejuicios se extinguieron como pabilos.
Analí —con quien comparto diversos intereses: andar en bici, correr y tomar té— las vende en su encantador local de la calle Jackson. En un mueble tipo biblioteca, la colección de velas se exhibe en sus diversos tamaños y el conjunto resulta muy atractivo por la disposición cromática.
En una visita al local, me tenté y ante las recomendaciones de Analí, en quien confío, compré una vela de vainilla, mi aroma favorito. Fue, sin lugar a dudas, un “viaje de ida”. Esa vela acompañó muchas horas de estudio mientras preparaba mi tesis y también ambientó momentos de profundo descanso. Hasta que desaparece el último gramo de vela, las YC desprenden un aroma elocuente que hace justicia al perfume elegido.
Hay más de 150 aromas diferentes, algunos puros inspirados de la naturaleza y otras combinaciones interesantes y muy sugestivas. Mis favoritas son las de vainilla y limón, aunque he regalado de lavanda, bosque y mar.
Son costosos si se piensa en el producto exclusivamente, pero muy duraderas; así que el tiempo de perfume y bienestar amortiza la inversión. Además, hay tamaños para todos los gustos y presupuestos (pequeñas, medianas, grandes y grandísimas). Me gustan mucho las que vienen en vaso transparente con una tapa regordeta a modo de frasco, y para los minimalistas hay con tapa símil aluminio de líneas rectas.
Yankee Candles es una reconocida marca norteamericana que ofrece otro productos para perfumar ambientes: aromatizadores, aerosoles, aceites, bolsas de flores secas. Toda la estética de YC es muy cuidada y prolija —acorde a los precios y el producto—, desde las etiquetas y las fotografías, hasta los exhibidores que guardan un mismo criterio para identificar la marca en cualquier local.
En síntesis, las velas Yankee Candle son una buena opción al momento de elegir un pequeño detalle o un regalo con mayor porte. Son un estímulo a la conexión sensorial, pues el olfato activa la memoria con los aromas de la cocina de la infancia, un paseo por un bosque en otoño, un manojo de hierbas bañadas de rocío o rosas recién cortadas.
Me gusta encender velas aromáticas, cada una para diferentes ocasiones, además van acompañadas de su composé de tono. Todo un arte, todo un ritual con uno mismo el disfrute de esos personalīsimos momentos. Muy buena reseña, voy a tener en cuenta el local para pasar en cualquier momento y elegir la que más me atraiga. Gracias
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