Una experiencia educativa concreta e inusual, una forma diferente de hacer arquitectura

El estudio Bo!, de tres jóvenes arquitectos uruguayos, construirá una residencia para artistas en Ghana

Un arthouse es una residencia para artistas, un concepto conocido en otras latitudes y aún virgen en Uruguay. Se trata de un hogar para vivir, inspirarse, desarrollar arte y exponer. El estudio Bo! participó en 2015 de una iniciativa internacional (Nka Foundation, EEUU) que proponía diseñar un arthouse en Ghana. La propuesta de los uruguayos incluyó un ámbito privado para que los artistas puedan vivir, áreas comunes con servicios (baño y cocina) y un espacio libre para crear y mostrar. El diseño de Bo! se ubicó entre los mejores, fue el único estudio latinoamericano elegido y con su iniciativa ganó el premio “mención honorífica”. La construcción de la residencia para artistas a cargo del equipo de Bo! comenzará en febrero 2017.

Antonella Sinacore, Claudia Varin y Santiago Merello se enteraron del concurso en octubre de 2015 a partir de un “correo electrónico que un docente de Facultad (Arquitectura, UDELAR) mandó a varios estudiantes, lo recibió Santiago. Justo en ese momento Claudia y Santiago estaban trabajando juntos y yo me había recibido hacía poco y estábamos con ganas de hacer algo entre los tres, algo que resumiera nuestro espíritu”, explica Antonella. “El proyecto era perfecto, se ajustaba a nuestra filosofía” y, según dicen los miembros de Bo!, “cayó en el momento justo ya que no teníamos trabajos específicos en curso”.

La Fundación Nka propuso —en su tercer concurso de arquitectura— la construcción de una vivienda innovadora utilizando materiales naturales para albergar a artistas en Abetenim, una pequeña aldea de Ghana. La modalidad que plantea Nka implica concursar para obtener la posibilidad de construcción. Los estudios ganadores se deben hacer cargo de los costos del traslado y mano de obra con voluntarios (del lugar y del mundo). La estadía y la comida, por su parte, se contrata localmente para favorecer trabajo en el lugar.

La idea de la residencia para artistas y la oportunidad que implica una construcción de este tipo (colaborativa, internacional, con el uso de materiales naturales) entusiasmó tanto a Antonella, Claudia y Santiago que diseñaron “todo el tiempo imaginándonos en Ghana, construyendo el arthouse”, dice Antonella. Claudia agrega que “la iniciativa surgió en momentos en los que ya estábamos construyendo algunas casas en Villa Serrana en las que usamos materiales de la naturaleza y el concurso era de arquitectura en tierra, a su vez se trataba de una residencia para artistas y el tema del arte nos cuelga a los tres”.

“Debimos resolver aspectos prácticos del proyecto para comenzar a diseñar rápidamente. Después lo enviamos por correo electrónico y en diciembre 2015 nos enteramos de que habíamos ganado”, dice Antonella. “En la locura de diciembre, llegó un mail a medianoche —por la diferencia horaria— lo vi y me dio un ataque. Mandé Whatsapp y llamé varias veces a Santiago y a Claudia y no me atendían. Recién se enteraron a la mañana siguiente y yo no podía dormir por la emoción”. Y agrega, con un entusiasmo que se renueva cada vez que lo cuenta, “no podía creer que tenía todo eso adentro y no tenía cómo vivirlo con ellos”.

En su diseño, presentaron una construcción con diversos gráficos para mostrar la versatilidad del espacio y en cada uno dibujaron los artistas que se imaginaron podían usufructuar esa residencia. En el plano hay un pianista y un percusionista porque en ellos se inspiraron mientras creaban. La música los acompañó mientras proyectaban, en particular la música africana. También buscaron referentes culturales y se empaparon de recursos simbólicos que les permitieran decodificar para crear. El diseño de la cubierta de la residencia planteada resume todo lo que pudieron aprender sobre el tema y en ella condensaron los símbolos más representativos del arte de África.

“En la estructura y en los muros —explica Claudia— usamos técnicas que ya habíamos probado en construcciones que hicimos en Villa Serrana. Son postes de madera y fajina, que es un entramado de cañas, relleno de una mezcla de arcilla, arena y paja. Todos materiales que se consiguen en el lugar o zonas cercanas. La cubierta es diferente y será de cerámica armada que es la tecnología desarrollada por [Eladio] Dieste. El desafío es combinar técnicas que hasta el momento no hemos visto trabajando juntas y que vamos a probar. Estamos llevando a África un desarrollo propio de nuestro país”. Agrega Antonella, “lo interesante es la utilización de la cerámica para la cubierta. En el concurso nos recomendaban usar chapa, por las lluvias copiosas, pero nosotros quisimos incluir mejores prestaciones para la cubierta, ya que hace mucho calor. Creemos que la cerámica armada funciona mejor que la chapa térmicamente y además es un material que se produce en el lugar”.

“La fundación apuesta al lugar y a las personas que viven ahí. El hecho de ir a construir ahí significa una alianza con el pueblo, los habitantes serán los encargados de cocinar, a ellos les compraremos los alimentos, algunos también trabajarán en la construcción de la residencia. Se generan oportunidades de trabajo en torno a un proyecto. Hace varios años que hay personas del lugar que trabajan en torno a las iniciativas de la fundación” cuentan con naturalidad, luego de explicar varias veces una modalidad de trabajo diferente.  “La fundación comenzó a trabajar hace ya varios años en Abetenim con objetivos educativos y sociales, por eso se han generado varios concursos para la construcción de escuelas, viviendas y el tercer concurso que fue el de la residencia para artistas. Nosotros intentamos explicar esta iniciativa comparándola con la experiencia de pueblo Garzón, salvando las distancias se puede hacer un paralelismo. En pueblo Garzón se ha trabajando en torno a una propuesta gastronómica que ha sumado diversas iniciativas. Abetenim se ha transformado en un polo de arquitectura de ciertas características con construcciones-escuela”.

Se van el 20 de febrero y están en una etapa difícil, pues les toca reclutar voluntarios, la mano de obra. “Necesitamos diez voluntarios más, queremos llegar a un equipo de 20 personas. Sabemos que no vamos a poder construir todo el proyecto que diseñamos, tiene 200 m2 y con el dinero que hemos juntado y la mano de obra que contamos creemos que podremos hacer un cuarto del proyecto con las técnicas constructivas planteadas”, plantean Claudia y Antonella con entusiasmo. En relación con el perfil del voluntario, las arquitectas comentaron que, más allá de cuestiones profesionales, lo más importante es el espíritu. “El voluntario va a construir, a vivir en comunidad y a aprender, fundamentalmente”. El equipo de construcción está formado, al momento, por los tres arquitectos que ganaron el proyecto, un estudiante de Administración de Túnez con experiencia en iniciativas similares, una arquitecta española que vive en Copenhague, otra norteamericana y una francesa, una uruguaya que ha hecho varios cursos sobre bioconstrucción y una argentina que está próxima a recibirse de arquitecta. “¡Y nuestras parejas!, un antropólogo y un contador”, agregan.

Además, están trabajando en un spot publicitario para difundir la iniciativa y recolectar más dinero a través del crowdfunding que han lanzado. Cuentan, actualmente, con el apoyo de los Ministerios de Relaciones Exteriores y de Educación y Cultura, la Facultad de Arquitectura, diseño y Urbanismo, la Sociedad de Arquitectos del Uruguay, la Cámara de Comercio Uruguayo-Africana, el Proyecto Ploteos y la agencia de viajes Rumbos. “Además, estamos trabajando en los detalles constructivos para llevar todo resuelto. Las uniones entre las maderas, las vigas, los pilares. Son los aspectos técnicos, los detalles constructivos, planos de obra. Y armando la planificación de lo que haremos día a día porque vamos a complementar la construcción con instancias teóricas, de discusión y de intercambio, para que sean verdaderas instancias de aprendizaje y exploración. También queremos que cada uno de los voluntarios demuestre su trabajo, sabemos que una de las chicas hace yoga y queremos por las tardes también tener tiempo para eso”, menciona Antonella.

Dice Antonella que piensan “grabar un documental con microprogramas, serán diez de entre dos y cuatro minutos cada uno con diferentes temáticas. Cubriremos la preparación del viaje, la salida, la construcción propiamente dicha. Estaremos en Ghana y sumaremos visitas a lugares emblemáticos. No nos podemos perder la oportunidad de visitar el Mole National Park que está muy cerca. Tenemos muchas ganas de llegar ya”.  Dice Claudia que “esto es una apuesta, para aprender, para conocer otras personas y ser parte de una dinámica de arquitectura diferente, centrada en la naturaleza. De alguna manera, en nuestras propuestas no nos consideramos arquitectos convencionales; nos planteamos con responsabilidad los materiales que vamos a utilizar”. “No es tan sencillo conseguir obras con este tipo de sistemas y tuvimos la suerte de construir en Villa Serrana”, cuenta Antonella. “Día a día es más fácil encontrar personas que valoran y buscan otros materiales, más allá de los convencionales, pero no es tan fácil. Es un trabajo educativo y a largo plazo”.

Bo! existe como estudio de arquitectos a partir del tercer concurso de la Fundación Nka. El grupo se formalizó en octubre de 2015 y el nombre remite al modismo uruguayo “bo”. El acento es la bombilla y el conjunto es la abstracción de la identidad del Uruguay. “Pensamos cómo se diría `espacio´ en quechua, `vivienda´ en japonés y nos sentimos más cómodos con algo muy autóctono, muy uruguayo, como la tierra, en lo que nos inspiramos para hacer arquitectura”.

Se conocen desde el comienzo de la carrera en la Facultad de Arquitectura (UDELAR). Claudia fue la primera en tomar contacto con las técnicas de permacultura (sistema de diseño agrícola, social, político, económico y cultural sustentado en patrones y características del ecosistema natural), hizo cursos en Argentina y en Uruguay.

Bo! propone una arquitectura acorde a quien solicita el trabajo, su objetivo fundamental es trabajar en conjunto y proponer materiales de la naturaleza, mayormente. Como estudio, anhelan construir un arthouse en Uruguay y llevar adelante otros proyectos de construcción colaborativa.  El proyecto en Abetenim, en particular, es parte del ADN de Bo! “Es una aventura colaborativa, una experiencia educativa concreta, es entrar en el mundo de una forma diferente de hacer arquitectura”, resumen los involucrados.

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