Entrevista a Betina Larghero, ilustradora
Trazos delicados y sugerentes con una paleta suave de acuarelas en postales, marcalibros y pequeños pósters: obras que reflejan una personalidad inquieta, un gusto refinado y una profunda sensibilidad. ¿Quién es la mano que ilustra recetas, captura momentos a través de personajes con un toque infantil y se anima, además, con dibujos naturalistas?
Betina Larghero (38) es Betitu, una ilustradora tan introvertida que necesitó de un alias para darse a conocer en las redes sociales. Llegué a ella a través de un conocido en común. A pesar de tener un puente para comenzar el vínculo, recién después de un rato de animada charla abrió las compuertas de un mundo interior lleno de símbolos, contó su experiencia y hasta se animó a soñar.
La familia: un entorno que prpició sus trazos
“El dibujo siempre estuvo en mi vida porque fue parte de mi casa. Mi padre es diseñador gráfico y en casa siempre hubo revistas y libros de arte y diseño. Tengo recuerdos de dibujar mucho de chica, mis hermanos también tienen una veta creativa”.
Betina señala que en la escuela era tímida y el dibujo actuaba de refugio. “Dibujaba animales y personajes, algo del universo que todavía sigo desarrollando. Tuve una etapa en la que me encantaba dibujar el interior de edificios. Usé un dibujo de quinto de escuela en una carpeta de presentación de diseño de interiores, tenía un nivel de detalle impresionante: un lugar con plantas, una cocina con alguien cocinando”.
Los estudios y las primeras experiencias laborales: diversos roles
En Secundaria, al momento de definir los estudios, Betina se decidió por Arquitectura. Estudió cuatro años en la Universidad de la República y después se cambió a la Tecnicatura en Diseño de Interiores (ORT). “Porque con el tiempo me di cuenta de que me gustaba dibujar y crear mundos, generar espacios. Por eso, suspendí la carrera de Arquitectura y me fui al Diseño de Interiores. A mí me interesaba la pequeña escala, los detalles. Recuerdo que en la primera entrega de Arquitectura, la profesora me dijo: ‘lo único que le falta es el vasito de agua en la mesita de luz’. Fue un comentario poco halagador en ese ámbito. En cambio, ese fue mi fuerte en la otra carrera”.
Sus primeras experiencias profesionales fueron como diseñadora de interiores, primero en la venta y luego como dibujante. Después se fue a Qatar con un contrato para dibujar. “Fueron seis meses y fue tan intenso y radical que lo viví como si fueran dos años”. A la vuelta, después de intentar infructuosamente varias opciones relacionadas con el diseño, terminó trabajando en una empresa que proporciona software a la industria del turismo.
El alias: una máscara protectora
“Mi nombre es Betina y en mi casa no se usaban los diminutivos. Siempre fue Betina, salvo para mi hermana, que cuando tenía que pedirme algo, usaba la frase: ‘Beti: ¿tú podrías tal cosa? o ¿harías tal otra?’. Cuando lo escribía lo juntaba, mi hermano comenzó a bromear y de broma en broma se instaló Betitu. Luego lo usé en el mundo de la computación y en especial en la primera red social de la que participé: Flickr”.
Dice Betina que tener un apodo le dio libertad porque Betitu se puede equivocar… Y Betitu se anima a más. Incluso confiesa que se siente cómoda con el alias, mucho más que con su nombre. Fue Betitu la que se largó a mostrar los dibujos de Betina en un blog, en un momento en el que estaba muy poco motivada con el trabajo. “Cuando estaba pensando el nombre surgió “quest” que es ir en búsqueda de algo, como los Cruzados que salían en la búsqueda de sus objetivos. Cuando comencé con el blog fue como iniciar la búsqueda de Betitu”. Es la búsqueda de Betina como ilustradora, aunque ella dice que Betitu es la que se enfrenta a las preguntas y las conquistas, porque quest es parte de question (pregunta) y de conquest (conquista). “¡Ese nombre tiene todo! Tiene mucho vuelo o solamente puede ser ‘Betitu’s quest’”.
Las creaciones de Betitu
“Cuando volví del exterior, de mi trabajo como dibujante, en lugar de ser una experiencia laboral capitalizable, funcionó en contra. Volví en 2007, todavía había algo de crisis en Uruguay y en las entrevistas me decían: ‘Mirá que esto no es Qatar’. Yo lo tenía claro, por algo había vuelto. Y así fue que entre a trabajar en una oficina de otro rubro, el salario era bueno y yo estaba, además, deslumbrada de la experiencia de viajar y la cultura de esa empresa fue el gancho”.
Al principio, Betina intentó seguir con el diseño, pero las jornadas laborales y los traslados al lugar de trabajo consumían (todavía lo hacen) muchas horas de su día. Dice que cuando se fue a vivir sola comenzó a dibujar, era además una etapa de apatía laboral. “Una noche, antes de cerrar la computadora, miré la foto que tengo de fondo de pantalla y la dibujé. Se fue dando. Al principio me costó, pero como está integrado a mi vida desde niña, fue cuestión de práctica”.
Así empezó a dibujar nuevamente. Ya estaba inmersa en el mundo de los blogs y de Pinterest. Entre las diversas temáticas, visitaba a diario las recetas ilustradas. Disfrutaba y hasta se ilusionaba con esos dibujos. “Yo también colaboro con la chacra educativa Santa Lucía, trabajamos en equipo con la dueña y mi madre que es maestra (jubilada) y que se especializó en ciencias. Un día, trabajando sobre los cítricos, me entusiasmaron para que hiciera el dibujo de la torta rápida de naranja que ella cocina”.
La receta salió y gustó, y Betina la publicó en su blog. Se la mostró a una compañera de trabajo que quedó encantada frente a la expresividad del dibujo. “Ella quedó sorprendida porque yo no solía mostrar mis dibujos. Me dijo que quería una y le vendí una receta. Quiso dos más y así comenzó a expandirse porque comenzaron los pedidos”.
Además de las recetas ilustradas, Betina convive con “los personajes” que “surgen en función de quien los pida, un cuarto de un niño, por ejemplo. No son estables, nacen a partir de un pedido puntual. Me presenté dos veces para el concurso de ilustración del MEC. En el primero presenté la historia de un ratoncito y como no salió, saqué la escena e hice postales. Mis temáticas no salen exclusivamente con el fin de vender, esos dibujos surgen porque el tema me llega, toca en mi interior”.
Entre recetas y personajes, también están las fachadas. Es una línea de arte que heredó de los tiempos en los que estudiaba Arquitectura. Si bien no ha profundizado en esa línea, aclara que está en su interior porque “en esas fachadas hay ventanas y me gusta pintar e imaginar todo lo que vive y sucede detrás de esas ventanas”.
Y por último, aunque no menos importante, de su mano surge la serie de pájaros uruguayos para la Chacra Educativa Santa Lucía. Según Betina, estos dibujos son su veta “naturalista, porque soy perfeccionista y porque en la vida voy al nivel de detalles. Cuando ilustro una receta o cuando dibujo un pájaro, pongo en acción el interés de mis padres por la naturaleza. Porque cada cosa en la naturaleza está tan bien pensada… y me gusta que mis dibujos se parezcan a esa realidad tan perfecta”.
El proceso creativo
Mientras se inspira en la música, Betina garabatea en cuadernos sin renglones. Para las acuarelas busca papeles absorbentes. Las recetas las dibuja a lápiz primero, las pasa a tinta y luego las pinta con acuarela. “Como ya tengo práctica, si estoy inspirada puedo llegar a hacer una receta en un día. Tomo contacto con la receta, los pasos y los ingredientes. A veces tengo que buscar información adicional porque no cocino, aunque sé hacerlo (¡fui a Crandon y aprendí, pero no lo hago porque en mi familia todas cocinan bárbaro!)”.
La ilustradora señala que el registro de una receta es mucho más que la preparación en sí. Agrega que, en su experiencia, las recetas son parte de la historia de las familia. “Una amiga de mamá me encargó una buseca que es una receta de familia. Ella se lo regaló a su hija, todos los familiares se coparon y pidieron una”. Fue una experiencia profunda, según menciona, porque “cuando alguien que no te conoce elogia tu trabajo, te da una energía especial. La familia puede ser condescendiente, pero los ajenos no tienen por qué decirte que algo está bueno si realmente no les gusta”.
Según Betina, el proceso de ilustrar una receta es gráfico desde el primer momento. Al ver la preparación, imagina la estructura de la hoja. “Al principio no me salía muy bien, me quedaban muchos blancos. Pero es práctica. La receta debe entrar en una hoja que puede ser apaisada o vertical. Si es muy sencilla, tengo que poder llenarla con otros contenidos. Si es más complicada, debo sintetizar. Convivo con la receta un par de días, hago un esquema de los pasos y después me siento a trabajar”. Algunas preparaciones e ingredientes merecen una investigación aparte, aclara. “Una vez tuve que ilustrar una receta de migas de harina y no sabía que era. Así que busqué y luego pude dibujarla”.
Recalculando…
Los pedidos se hicieron más frecuentes y todos los fines de semana de 2016 Betina estuvo ocupada con ferias y encargos. Entre la vida laboral y la faceta artística de Betitu, “descuidé la vida social y las actividades al aire libre. Entonces me di cuenta de que así no funciona. No puedo descuidar otras áreas de mi vida y debo decidir qué cabida va a tener Betitu”.
Betina se enfrenta a varias de las disyuntivas de los emprendedores. Debe decidir qué lugar tendrá el emprendimiento que le genera abundantes satisfacciones, pero que le demanda mucho tiempo. “Tengo muchas dudas y una conversación entre un lado volado y uno realista. El realista me recuerda que debo pagar el alquiler y el volado me incita a dibujar”. Dice que le encantaría ver sus recetas en repasadores o en mantelitos individuales porque le gusta que sus dibujos tengan un fin utilitario.
También hay otra cuestión. Si bien no le gusta encasillarse en una temática, sabe que es importante focalizarse y hacer énfasis en una línea. “Pero a mí me gustan muchas cosas… no puedo trabajar una sola serie, mis intereses están dispersos. Además, no puedo pensar la producción en serie, me entusiasmo con algo y sigo con eso”.
En la experiencia de Betina/Betitu se condensan las vivencias de emprender, las vicisitudes de jugarse por un proyecto que puede cuajar o no, los miedos y el ímpetu a lanzarse. En sus comentarios y en los sueños que proyecta hay valor y temor, esperanza y angustia, y muchas ganas. Su delicada historia de finos trazos ofrece varias ventanas que ojalá se transformen en una gran vidriera. Su arte lo merece.
Puntos de venta y contacto
Algunos de los productos de Betina se venden en Las Karamazov. Sus cuentas de Facebook e Instagram, además del blog, son la vía de contacto directo. En Pinterest, Betitu tiene un tablero imperdible con deliciosas ilustraciones para degustar y viajar.
Buenísimo Gaby!!!! Felicitaciones
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Qué linda nota Gaby!
me encantó Betitu, adelante con los sueños
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