“La competencia me obligó a estudiar y a practicar, tuve que hacerme una rutina”

Charla con María Gracia Sosa, MasterChef Uruguay

Dice que le encanta la cocina y describe su pasión con elocuencia y ritmo caribeño. Aclara que le gusta “desde siempre, desde que era niña”, cuando probaba recetas en su Venezuela natal. Cuando cocinaba con el libro de Armando Scannone, «algo así como el Manual de Crandon aquí», explica. Es seguidora de MasterChef porque “ama el formato”. Los mira todos, el último que siguió es el de México que finalizó en diciembre, uno pocos días después del que la coronó a ella como segunda MasterChef Uruguay.

 

Es María Gracia Sosa, tiene 29 años y es médica. Es la antítesis del cliché de mujer venezolana: es menuda, un poco tímida y para nada exuberante. Tiene un dejo casi aniñado, aunque se desenvuelve segura y se muestra genuina. Vive en Uruguay desde hace tres años y le gusta salir a la calle y recibir el reconocimiento de la gente, “con respeto, como caracteriza al uruguayo”, acota.

“Uno de los miedos de los inmigrantes es justamente el rechazo, así que es muy gratificante que me pidan fotos. Desde el primer programa me comenzaron a reconocer por la calle, especialmente por la voz. Cuando me asomo en la puerta de la Emergencia [trabaja en la Asociación Española] y nombro a los pacientes, ¡me reconocen! Me encanta y es más emocionante cuando me dicen que estaba en sus casa todos los lunes”.

“Soy venezolana hasta la médula, pero creo que para que un inmigrante se sienta parte de otro país, debe dejar de lado su origen. Yo estoy aquí y concursé en MasterChef Uruguay porque vivo aquí. Sé que hubo algo de polémica; no estoy al margen, pero yo vivo en Uruguay y me desempeño profesionalmente aquí. Dejé de lado algunas cuestiones de Venezuela para adaptarme a las costumbres y a la gente de Uruguay. Mantengo mis costumbres venezolanas, pero mi cultura se ha enriquecido porque he sumado otras costumbres y no solo gastronómicas”.

“Elegí Montevideo porque quería vivir en Latinoamérica, en particular Uruguay me atrajo por el nivel de vida y por la seguridad. También tenía que ser un lugar en el que pudiera revalidar mi título y continuar estudiando porque quiero especializarme. Me gustan la cirugía y la ginecología. Aunque ahora tengo que replantearme todo, sé que tengo que continuar formándome en medicina, pero no sé si podré hacer una especialidad próximamente porque estudiaré cocina”.

“La competencia me obligó a practicar, tuve que hacerme una rutina de estudio y de práctica. Leí libros, mis compañeros de trabajo me prestaron varios, y miré muchos videos en YouTube. Una de las primeras pruebas fue la de deshuesar un pollo, yo había aprendido a hacerlo en YouTube y la hice en siete minutos. Me dio un poco de vergüenza decirle a Sergio Puglia que lo había aprendido en un video, pero era la verdad”.

Invertí mucho en ingredientes, fue una de las cosas más difíciles. Yo tenía debilidad en la preparación de achuras, así que tuve que practicar: una molleja, un hígado, un corazón. Y para la cena en casa había una molleja con una mousse dulce, por ejemplo. Porque en casa no se tira nada. El que más comía era mi novio, aunque no quedara rico”.

“Nuestra economía se vio afectada en la competencia. Bajé las guardias a la mitad, por ende el sueldo, y además iba al supermercado y la compra era muy rara: mondongo con frutillas, queso crema e hígado, jamón con espárragos y endibias. La lista era en función de lo que tenía que practicar”.

“La locura comenzó después de la final. Ganar fue sorpresivo, realmente no me lo esperaba. Fue así desde que comenzó MasterChef: sin expectativas. La noche de la final nos fuimos a dormir tarde, yo estaba muy cansada. ¡Al despertarme, al otro día, tenía 50 mensajes con entrevistas y compromisos! Mi novio que es comunicador social y publicista es el que me ayuda. En el celular anoto los compromisos de MasterChef y en la agenda las guardias. He tenido muchas entrevistas aquí en Uruguay, también de Venezuela y de venezolanos por el mundo. Ya me caigo mal yo misma de tanto escucharme… Aunque me ha sorprendido mi facilidad de palabra, he agarrado el ritmo y lo disfruto porque se va a acabar”.

“He conocido médicos que hacen otras cosas, además de la profesión. Son músicos, pintores, humoristas y logran armonizar su vida. Me gustan los retos: la medicina y la cocina son dos cosas que me encantan y me gusta que sean diferentes. Me saco el chip de uno cuando me dedico al otro y funciona como una limpieza mental. Si estoy en la cocina, ese es mi mundo y cuando estoy en las guardias, me olvido totalmente de la gastronomía. Será un reto y será difícil. Espero lograrlo, por lo pronto ese es mi plan. Me emociona muchísimo el curso que haré el año próximo [Cocina en Crandon Gastronómico], aprenderé de verdad. Me tomo muy en serio la formación en cocina, al igual que me tomé en serio mi carrera en medicina. Le voy a aplicar todo el tiempo y el estudio que sean necesarios. Siempre quise hacer un curso de cocina y esta es la oportunidad”.

“Mi mamá está muy contenta. De pronto me dice: `María, si es que tú ganaste MasterChef`. Y yo le respondo: `Sí, mamá`. Y nos abrazamos, como locas.

Al conversar con María Gracia, el paseo por los sabores de Uruguay —los que la han cautivado— es inevitable, porque la comida está siempre presente. Todo es sabor para María Gracia. Dice que se enamoró de la carne de aquí y explica que la de Venezuela es de cocción lenta porque no tiene comparación. El boniato zanahoria fue otra sorpresa y se entusiasma al contar las diversas maneras de preparación que ha descubierto: como chip u horneado en papel de alumnio, con canela y azúcar. Los dulces son su debilidad y, al respecto, comenta que ¡la pastafrola es perfecta para desayunar y hasta para cenar! Aclara que le fascina el membrillo, y por eso también le gustan los pasteles criollos. Su voz suena dulce mientras relata que aprendió a preparar la pastafrola, los buñuelos de banana y las empanadas en una de las residencias en las que vivió al llegar a Uruguay. “Viví en un apartamento temporario al principio, en varias residencias, otro apartamento temporario cuando vino mi madre y volví a las residencias. Vivir con chicos del interior y de otros países fue muy bueno porque aprendí muchas recetas y conocí sabores de diversas partes del mundo”.

Antes de terminar, agrega que cuando sale a la calle calcula todo con más tiempo, porque la gente la para y le piden fotos. “Y me gusta”, explica. Esa tarde, María Gracia tenía una entrevista en Abrepalabra, Océano FM y sabía del programa y de la radio. Dice que se toma en serio su trabajo y averigua datos con anterioridad, “por respeto al profesional que está del otro lado”.

Al salir de nuestra charla, atravesamos el Mercado Ferrando. Era una tarde de diciembre, había relativamente poca gente y los presentes la reconocían. Saludó, se sacó fotos, recibió más felicitaciones y respondió a cada uno con candidez.

 

 

Fotos extraídas de https://www.elobservador.com.uy/maria-gracia-sosa-la-venezolana-que-llego-escapar-la-crisis-y-acabo-ganando-masterchef-n1150840

1 comentario en ““La competencia me obligó a estudiar y a practicar, tuve que hacerme una rutina”

  1. María Gracia es la prueba evidente de que quien cree en su mismo es capaz de salir adelante a pesar de la adversidad.
    Ser capaz de considerar sus fortalezas , tener la mente abierta al cambio y la capacidad de aprender siempre abre puertas .
    Como uruguaya me siento orgullosa de que haya encontrado el espacio para sobrevivir primero , para desarrollarse y crecer como persona más tarde , mi país.
    Gracias Gaby por presentarla y describirla con esa claridad meridiana que tienen tus palabras.
    Feliz año , deseo que sigas siempre con tus maravillosas entregas aunque sean para » despuntar el vicio » . La verdad no tienen desperdicio.

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