En ReencontraTé Boutique de té (Punta Carretas, Montevideo) hay tés, infusiones y accesorios desplegados con esmero, pulcritud y belleza. Entre estantes de madera y con pequeñas luces cálidas, se muestran las mezclas que viajaron desde Oriente con escala en Alemania. Además, hay tazas, teteras, infusores, termos y latas de diversos tamaños.
En esta tienda, el té —verdadero protagonista— y sus accesorios se exhiben como piezas de joyería o de museo, y los objetos narran a través de sus formas y colores. Y cuando se abren las latas con las hebras, se escuchan las conversaciones milenarias del cultivo del té. Entre susurros, tonos y brillos, los sentidos se interpelan y llegan a su máxima expresión con la degustación de la bebida del día.
«El té es como una cápsula, en el proceso de marchitado y en la espera, durante el secado, se logran encapsular idealmente todas las propiedades»
Detrás de esa cuidada puesta en escena está María Victoria Rodríguez (42), “tomadora de té desde la niñez, debido a una intolerancia a la lactosa”. “Junto a mi abuela, tomaba ceylón, que es el té más común”, explica Victoria. Y aprovecha la ocasión para mostrar un ceylón op, “un té premiado por su calidad, el mejor en su rubro”, agrega con orgullo. Observamos la hebra que es larga, carnosa y perfumada. La ocasión es propicia para desplegar la veta didáctica de Victoria que agrega: “es una hebra que se hidrata, se abre y cuenta. Porque el té es como una cápsula, en el proceso de marchitado y en la espera, durante el secado, se logran encapsular idealmente todas las propiedades. Es como un zip de aceites naturales, antioxidantes, vitaminas, historia, tradición, valores y cultura”.
“Durante los años de estudio, el mate desplazó al té que regresó a mi vida hace un tiempo con otro sentido, como un ritual de familia. Se transformó en una ceremonia sencilla para esperar la infusión de un buen té. Muchas veces eran los cinco minutos en familia en los que nos sentábamos a conversar, a la espera del tiempo justo para tomar un té que, además, siempre es ofrenda. Se tornó relevante, pasó a ser parte de mí y mis amigas y mi familia me lo hicieron notar”. Así narra Victoria los antecedentes del emprendimiento, mientras trabajaba en agencias de viaje y en proyectos de business intelligence, y tomaba el té que conseguía en el exterior.
El entusiasmo profesional en su vida, explica, se infusionaba en un cuenco de té. “Mi esposo es un apasionado de su trabajo (es controlador aéreo) y siempre me decía que yo debía encontrar mi pasión y entregarme. Sabía que tenía razón y un buen día me convencí de darle forma”.
Decidida, Victoria buscó un lugar para estudiar y así surgió el Club del Té en Buenos Aires. “Me llevé a mi esposo, como cable a tierra, para evaluar la viabilidad del proyecto porque cuando viajé ya sabía que tenía que formarme para después poner mi tienda. Fui con un propósito bien definido: armar un espacio donde la gente encontrara lo que yo quería encontrar en el mundo del té”.
“Aquí, en esta boutique, el té es lo más importante”
“Victoria Bisogno, del Club del Té, es mi docente y guía. Yo estudié en Argentina, pero la escuela está en otros países con certificación internacional y presencia a través de los miembros del tea team. Soy sommelier de té y tea blender y continúo estudiando. Tengo, entre manos, una certificación internacional a punto de rendir. Pero no me gusta hablar de mí”, dice Victoria. “Aquí, en esta boutique, el té es lo más importante”.
Esa bisagra en la conversación marca el protagonismo y los valores del emprendimiento con el producto como esencia. Victoria se toma un momento, sirve más té (Tesoros de China, una mezcla de té verde con aportes de tés blanco y azul) y comenta: “es antioxidante”. “Para estar más jóvenes”, respondo. Ella sonríe con timidez y aprueba con convicción. Hay magia en el momento que parece suspenderse… es el encanto del té y que Victoria riega con sus aportes: sobre el origen de las hebras, la selección de cada té, la importancia del tiempo y del agua.
Regresamos a la realidad con los sucesos que le permitieron dar vida a su sueño. Ya con la formación necesaria —aunque aclara, con insistencia, que recién ha comenzado— buscó muestras para armar su carta y cató más de 300 referencias. “No se puede comprar por catálogo sin probar. Fue una instancia maravillosa, aunque muy demandante”. Los detalles de esa cata son deslumbrantes, pues resulta una tarea difícil de abordar. “Cuando catás, hacés una taza pero no te la tomás toda. De lo contrario, te enloquecés”, agrega Victoria. “Tomás, olés, mirás, describís y calificás. Ese es el proceso. Utilicé una ficha técnica de cata que aprendí en el Club del Té. Tiene descriptores de calidad. El té se analiza desde la hebra en seco que debe de tener ciertas condiciones. El especialista debe poder darse cuenta si está ante un té de calidad, ante un té viejo o con notas no deseables. Así hice el primer descarte”.
“Si bien la hebra seca aporta datos, la hidratada habla más”
Después, con la primera ronda ya pronta, preparó los tés con las hebras seleccionadas. “Si bien la hebra seca aporta datos, la hidratada habla más”, explica. “La hebra humectada se huele en el ataque, en el medio y en el final, tres momentos diferentes que brindan datos diferentes. Así se descompone el abanico de notas de un té que puede ser de alta calidad o plano, de baja calidad, y que ofrecerá menos porque es más sencillo”.
Victoria quería una carta variada y por eso en la tienda hay infusiones —las frutales y las herbales—, rooibos y los seis tipos de tés, “los que tienen camellia sinensis”: el negro (que los chinos llaman té rojo y que en Occidente se conoce como negro), el blanco, el verde, el amarillo o dorado, el azul (oolong) y el dark tea (fermentado, añejado). Son hebras de Oriente, “magistralmente mezcladas por los mejores maestros alemanes”.
El nombre del emprendimiento surgió del encuentro familiar y “de reencontrarme con la Victoria que quería demostrar, con ejemplos, la importancia del valor y de atreverse”. Con ese espíritu, salieron a buscar el lugar. “Con Gustavo (Banfi, 43), mi esposo, evaluamos en qué zona instalarnos. Decidimos que Punta Carretas era el lugar perfecto porque es una ´zona boutique´. No teníamos un presupuesto para un local de 200 metros cuadrados porque lo nuestro es un emprendimiento familiar y recorrimos el barrio con esa consigna. Un día, desde Blanca del Tabaré vi la agencia de viajes El Corte Inglés. Mi ojo de ´agencias de viaje´ se fijó en el lugar y supe que tenía que ser ahí”.
“Convencidos, agrega, comenzamos a hablar con Guillermina, la directora. Fue una propuesta diferente y ella estuvo abierta al diálogo, desde el inicio. La sinergia que hemos logrado con la agencia es genial, sumamos valores y una experiencia de trabajo”. La alianza suma en las experiencias de cotrabajo (cowork) que fermentan en Montevideo y que se observan en diferentes puntos de la ciudad con la apertura a emprendimientos gastronómicos y de diseño.
«Haberlo intentado es la mejor herencia que puedo dejarle a mi hija, más allá de cómo resulte comercializar el té”
Abrieron la tienda en noviembre de 2017 con el propósito de ofrecer “un té novedoso a un precio accesible, un té de calidad, el que yo me traería de un viaje. Y la gente es inteligente, percibe de qué se trata y comienza a aceptar otros sabores”, explica la sommelier. “Vamos al ritmo que podemos seguir, pautado por nuestra fuerza de trabajo y el aprendizaje. Porque aprendés de todo. Ahora sabemos las claves del negocio y esa la forma, para nosotros, de ser los verdaderos dueños”.
Victoria agrega que, además, “hay que tener motivos fuertes para mantenerse en el camino y no tumbarse”. Se toma un momento y, con suavidad y seguridad, agrega: “Todo te tumba. Los reglamentos no están pensados para un emprendimiento chico. Es un baile complicado, lleno de triangulaciones. Pero las cosas que te pasan no son las que te definen, sino qué hacés con lo que te pasa. Con fuerza, voluntad, valentía y miedos se puede seguir adelante, así lo siento. Haberlo intentado es la mejor herencia que puedo dejarle a mi hija, más allá de cómo resulte comercializar el té”.
Las coordenadas. José Ellauri 555, Punta Carretas (Montevideo). Facebook, Instagram y @reencontra_te en Twitter.
Los tés. Hay 60 variedades estables y las mezclas que salen a pedido, porque Victoria elabora sus propios blends personalizados, “que son muy habituales en las tiendas de té de Europa”, explica. Suele hacerlos en función de solicitudes puntuales, para una celebración, por ejemplo. Averigua las preferencias del agasajado y también indaga con qué se maridará. En el festejo, se sirve su té en un elegante samovar y los invitados se llevan una muestra como souvenir.
Los accesorios. Hay termos modernos, muy coloridos. También cuencos, tazas y jarras de diversos diseños. Se lucen las clásicas teteras, algunas con infusor, y las transparentes que permiten ver el color del licor. Las bolsitas reutilizables de seda —patentadas en 1901— son originales en el mercado uruguayo y concuerdan con el compromiso ecológico del emprendimiento (también usan el sistema de pago con tarjeta sin tique que envía el recibo de compra por teléfono o correo electrónico).
Efectos del cotrabajo. Viajes El Corte Inglés Uruguay, asociado al Club del Té de Argentina, ofrece un viaje por Japón en junio de 2018 para conocer todos los detalles del té con la compañía de expertos en la materia.
Un té para un cafetero. “Para un cafetero, la oportunidad es para el chai porque tiene fuerza y presencia”.
Cada momento del día tiene su té. “Todo es a gusto, obviamente. Sugiero comenzar con un pu-erh para aprovechar la fuerza de la teína. A media mañana, un té verde, por ejemplo. Después de almorzar, es bienvenido un herbal porque es digestivo. También puede ser un rooibos y hay tés negros que van muy bien, el Christmas que nació para ser digestivo, por ejemplo. En la tarde se bajan las cafeínas. Un té negro o verde según la merienda. Y para la noche, un rooibos, un té descafeinado o algún té chino con baja cafeína”.
Sabores para regresar por más. El Christmas tea, la receta que tomaba la reina Victoria luego de la Navidad. Es un té robusto, con cuerpo, que ofrece abiertamente sus notas cítricas.
El chai que despierta la tradición de la medicina ayurvédica. Transporta al invierno, a una taza que abriga ante las inclemencias del tiempo.
Rascal, una infusión de frutas con flor de hibisco, pasas de Corintino, manzana, rosa mosqueta, papaya, piña, cereza y frambuesa. Es una bebida con la pasión del rojo escarlata, profunda y frutal, para tomar caliente o fría, perfecta para mitigar el calor del verano uruguayo.
Winter´s Delight, otra infusión frutal con trozos de manzana, sultaninas amarillas, canela, pera, banana y almendras. ¡La versión líquida del crumble de manzana! Inolvidable.
Lo que se hace con pasión tiene una esencia muy atractiva. Y una invitación a acercarse….!
Esta casa de té que describes es un ejemplo.
Probaremos!
Gracias
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