
En la calle 20, esquina 27, está Papirosen Café. El lugar es pequeño, acicalado y hospitalario, con detalles estéticos (herencia genética de la tienda de decoración de la que es parte). Sirven, con esmero, granos de Culto Café, y la carta que acompaña las bebidas es acotada con productos elegidos especialmente por su calidad (escones, sándwiches con pan de masa madre, tortas dulces).
Para adecuarse a las medidas sanitarias, las mesas de Papirosen están afuera del local, debajo de una galería. El aire de la península es generoso, también el olor a mar y la atención. Si está fresco, hay mantas. Y si hay ganas de charlar, también habrá amena conversación.

Para Victor Solnicki, responsable de Papirosen, la clave está en calibrar. Se trata de estar atentos, adecuar y compaginar la máquina de espresso, el molino, la tirada del café y el servicio. «El café es como la vida misma ―dice Víctor―. Hay que calibrar para sacar lo mejor, para adecuarse a los tiempos».
El café de especialidad se expande en el Uruguay y la zona de balnearios ha sido una de las más permeables. Punta del Este no podía ser la excepción y con emprendimientos como Papirosen la oferta cafetera se adecua a las exigencias del público que busca calidad y servicio.


Hace muchos años que venimos a Punta del Este. Pero ayer nos sorprendió gratamente el encontrar un lugar distinto y una charla excelente con su dueño Victor que nos recibió y nos sentimos agasajados saboreando el delicioso café. Muchas Gracias Victor y felicitaciones por tu emprendimiento!!!
Me gustaMe gusta
Un lugar especial donde sus propietarios hacen de la estadía, un deleite. Felicitaciones Familia Solnicki y larga y buena vida a Papirosen!
Me gustaMe gusta