«Hay Café»: un libro para dejarse seducir por la movida cafetera uruguaya

Entran dos clientes y miran la carta: no saben qué pedir, uno duda entre entre un espresso y un americano y el otro, que quiere algo con leche, entre un flat white y un cappuccino. Una clienta, muy atenta, se detiene ante el despliegue de métodos y mira la Chemex, la prensa francesa y la V60. No las conoce y se interesa. Otro día, alguien pregunta por qué hay que moler el café y si es lo mismo usar el que ya está molido, «como el del supermercado», agrega. «Son las preguntas que se hacen los clientes de Café Doré, las que escuchamos desde que abrimos hace tres años», explica Pablo Corrado. En su rol de barista, y con un marcado interés didáctico, fue tomando nota de preguntas y observaciones mientras perfeccionaba las respuestas.

Así, la idea de un libro sobre el café de especialidad comenzó a dibujarse, como el latte art de un cappuccino. Los grandes temas se definían en el quehacer cotidiano, y Pablo se imaginaba una «herramienta sencilla y clara para el que consume café, para aquel que quiere saber más sobre lo que toma». Al proyecto del libro se sumó Andrés Amodio, diseñador y también gran consumidor de café. Y Andrés eligió a Sabrina Srur, fotógrafa y, por supuesto, ¡cafetera!

A la editorial Penguin Random House le entusiasmó el proyecto, y los autores comenzaron a trabajar cada día con mayor vehemencia y muchas dosis de café. Durante dos años visitaron cafeterías, seleccionaron baristas y tostadores. Movieron sus contactos en el mundo del café de especialidad con el objetivo de legitimar, en papel, qué estaba sucediendo en el Uruguay, especialmente en Montevideo. Y plasmaron las definiciones —a partir de la experiencia de Pablo y con la técnica del periodista Juan Andrés Ferreira— «dichas como en el Estadio. ¿Qué es un espresso? Es un cafecito cortito, chiquitito y fuerte. ¿Y el doble? Lo que te dije anteriormente, por dos. Así de fácil de entender», explica el barista. Mientras tanto, Sabrina creaba el testimonio fotográfico con el objetivo de «documentar el momento y conocer qué está pasando, siempre con una fuerte impronta estilística».

Durante el proceso, nació la primera hija de Andrés, la segunda de Pablo y Sabrina se fue a estudiar fotografía a Nueva York. A pesar de los avatares, el libro siguió su curso. Con los textos prontos y la fotografía lista, comenzó el trabajo de diseño. «Yo quería algo tan simple como el contenido. Así que la tipografía juega con eso, y no hay mezcla de textos y de fotos, por ejemplo. Busqué equilibrio entre los componentes y que una cosa no le ganara a la otra porque en el diseño se suele sobrecargar y es como agregarle azúcar al café de especialidad. No lo necesita», explica Andrés, con paciencia, mientras llegan las bebidas a la mesa porque, para hablar del café, hay que tomar café.

El resultado de esa faena de equipo es el primer libro de café de especialidad del Uruguay, una obra que afianza una práctica de interés internacional y que aporta mirada local. Con un diseño atildado, Hay Café es una guía para que los tomadores de café puedan ampliar su repertorio y disfrutar de «los mejores granos de la historia». El libro recoge esbozos de la historia del café y el detalle de cada proceso del fruto a la taza. Todo se explica de manera didáctica, la información más importante se destaca tipográficamente y las reveladoras fotografías dan vida al fenómeno. Entre los tostadores locales, los autores eligieron tres para explicar qué significa tostar el café verde. Luego muestran el repertorio de métodos a cargo de los baristas que —según Corrado, Amodio y Srur— representan la movida del café de especialidad en el Uruguay. Al final, hay algunas recetas dulces y saladas, y un par de tragos con café.

Los autores demuestran fervor y respeto por la cultura del café de especialidad —ellos confiesan que lo «suyo es visceral»— y aportan un discurso con una doble perspectiva: información para preparar buen café en el hogar y el despliegue de varias cafeterías locales. En este aspecto, el abordaje fotográfico es el responsable de imágenes que permiten sentir, en los labios, la suavidad de la crema del café, que revelan la intimidad de los granos en una bolsa y las estrías de una Chemex que suda. Además de todo eso, el libro regala un tour espresso para probar qué es «un shot de café, bien cortito e intenso (…), fuerte, concentrado. (…) Exquisito».

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Tour espresso Hay Café:Café Doré: Rivera 2628Café La Farmacia: Cerrito 550Cafetto Prado: Joaquín Suárez 3640Cinemateca Café: Bartolomé Mitre 1236Culto Café: Canelones 2154El Cardenal: próxima apertura (en Casa Pastora, Bvar. España 2103)Ganache Café: Ituzaingó 1333 y Chaná 2120Gourmand Café: Constituyente 1869La Latina Café: Avda. Brasil 2858La Madriguera Café: Divina Comedia 1666Macoco Café: Pablo de María 1064Nona: próxima aperturaSauco Café: Canelones 1989Seis Montes: Rivera 2843Sometimes Sunday Café: Perez Castellano 1518Tándemi Bici + Café: Constituyente 2039

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Hay Café. Pablo Corrado, Andrés Amodio y Sabrina Srur. Editorial Grijalbo (Penguin Random House), junio de 2020. Una guía sencilla y al alcance de todos para conocer y aprender a preparar café de especialidad en el hogar. Espléndidas fotografías y un tour montevideano con dieciséis café espresso de regalo. $ 1190. En venta en librerías de todo el país y en varias cafeterías de especialidad.

Bicis en la ciudad

Marianela tiene 31 años y tiene una bici dorada, simple y glamorosa. Es muy original. Daniel usa su bicicleta para trabajar. Es limpiavidrios y vive en La Teja. Se mueve por toda la ciudad. Le robaron 59 bicis, tantas como sus años de vida. Betania anda en bici porque la desconecta y porque le «embolan los bondis». A Diego le gusta su bici porque le es fiel y nunca lo dejó a pie. Bruno también piensa lo mismo. Santiago dice que en unos años lo «llevará a recorrer el mundo». Para Cecilia, el peor enemigo de la bici es el viento. Su opinión es compartida por otros. Martín elige este medio de transporte por economía, ecología, autonomía y salud. Luna es chilena y dice que la bicicleta, en su país, es una manera de resistencia.

En la cuenta de Instagram Bicicleta.uy y en la web http://www.bicicletaaa.com cada semana hay microhistorias de ciclismo urbano con otras Marianelas, Brunos, Martines y Lunas. Son relatos cortos, fotorreportajes mínimos que se muestran como un álbum de figuritas, siempre con un elemento en común: el birrodado en la ciudad.

«Me acuerdo del momento justo en el que me la regalaron»

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Andrés Amodio (34) es el responsable de estas postales que perfilan a ciclistas urbanos. Él también se mueve en bicicleta por la ciudad. Es diseñador gráfico, docente y le gusta la fotografía. La entrevista fue en Tándem —un café pensado para ciclistas— porque las bicis llaman a las bicis.

Su amor por la bicicleta comenzó de niño y su primera chiva fue una Graziella roja que no siente como la primera. «La que más me acuerdo era una BMX celeste con las ruedas amarillas que tenía los polifones en el manillar y en el cuadro. Tenía todos esos chiches. Las ruedas, cuando estaban nuevas, tenían pelito, como unos pinchos. Me acuerdo del momento justo en el que me la regalaron». Narra la anécdota con brillo en los ojos y cadencia en la voz. Hay un sentimiento que contagia en sus palabras, hay ritmo de pedaleo.

Su actual bicicleta es amarilla y roja, tiene los colores de los superhéroes. Parece Flash. «La compré usada y tenía un cuadro metalizado que se partió y tuve que cambiarlo. Fui a una bicicletería y justo tenían ese que es amarillo, también metalizado». Tiene un guardabarros aerodinámico —una pieza que se adosa de marca Ass Saver— de color rojo, como el manillar. «La bici fue armándose de a poco. Es una rutera con ruedas de la marca Create y asiento Brooks». La de Andrés, es una bici que parece haber viajado en el tiempo. Es un poco setentosa y para completar el atuendo, su casco es como los que usaban los motociclistas antiguamente. «Quería que fuera simple y lindo para usarlo», explica.

Contagiar porque «hace bien»

Andar en bici me «hace sentir bien» —dice Andrés—. «De niño y adolescente andaba en bici, pero estuve un buen tiempo sin andar porque me la habían robado. Después retomé como un medio de transporte, me pareció lógico e inteligente para no andar en ómnibus. La bici es un transporte feliz. No se ven ciclistas enojados, no es el rostro del estrés de quienes manejan otros vehículos. Es un disfrute» .

Tan bien se sentía que se propuso «intentar contagiar» y para eso le pareció buena idea «contar las historias que hay detrás de los ciclistas». De referencia tenía el proyecto Humans of New York que «es un catálogo increíble», agrega. «Mi idea no es llegar a tanta profundidad porque tiene que ser algo rápido: un par de preguntas, unas fotos y nada más».

Pedaleó el proyecto en su cabeza durante más de un año, sin animarse a salir. «Lo pensaba y lo pensaba y no lo hacía. Lo pensaba y nada. Como soy diseñador, armé la gráfica y hasta que no estuvo lista no quería largarlo. Después busqué cuatro o cinco personas cercanas para no tener un Instagram vacío al iniciar».

Así, en marzo de 2018, empezaron los primeros fotorreportajes. Luego tomó coraje y se animó a parar ciclistas por la calle, contar su propósito, preguntar y tomar fotos. Comenzó con una cuenta de Instagram y después sumó una web. Dice Andrés que las herramientas son adecuadas para cierto rango de edad. «Hay historias muy interesantes, de gente adulta que —como no entienden de qué se trata esto de las redes—, no aceptan salir».

Bicicleta.uy tiene casi cuatro mil seguidores en Instagram, un número significativo para Uruguay y para un segmento tan concreto. «No sé si es tanto», dice con humildad. Y agrega con cadencia de anhelo: «Me gustaría llegarle a más gente. Quiero contagiar y contagiar».

Todas las microhistorias de Bicicleta.uy tienen un mismo formato: una foto bien cuidada y siete imágenes más solo con texto en blanco y negro. Breves y concretas, con ocho secuencias se relata una experiencia ciclista con nombre, edad, ocupación, el traslado de ese día, la primera bicicleta, el peor enemigo, la mejor bajada, el porqué de la bici en general y de esa en particular. Son historias sencillas y genuinas que demuestran amor por una máquina que fue creada hace doscientos años. «La gente se siente orgullosa de su bici. Es que la bici te representa. Entonces ahora me contactan, me envían sus fotos porque quieren salir». Entre tantos relatos, el que más le llegó es el de Ruben. «Él trabaja en un Frigorífico y se mueve en la bici para dar los servicios sanitarios. Lleva una valija pesada y los baldes. Es muy diferente a la gente con la que me cruzo habitualmente».

Diversos actores con un propósito en común

En Uruguay, como sucede en otros países, surgen biciactivistas como Andrés. El cicloctivismo es una herramienta de cambio a partir de las bicis (Cicloesfera), es global y diverso y se expresa en personas y organizaciones. Y nuestro país no está ajeno, por eso han surgido diversos grupos ciclistas y un número significativo de personas que usan el ciclismo como medio de transporte. Han surgido también colectivos como Masa Crítica, Café con ruedas y cafeterías especializadas: Tándem y KOM, recientemente inaugurada.

Cada actor, individual o grupal, aporta su identidad y todas las voces ponen el foco en la bicicleta más allá del objeto e instan a otros a movilizarse de esta manera en términos de rebeldía, autonomía, individualidad y estilo.

Bicicleta.uy en Instagram
http://www.bicicletaaa.com