Su-bar: el café del libro «El mantel celeste»

El libro El mantel celeste. Recetario de la cocina uruguaya de Hugo García Robles ha sido recientemente reeditado por Banda Oriental. La obra fue publicada por primera vez en 2005 y en ella el autor —periodista, gastronómico y crítico de vinos— realiza la primera compilación de las prácticas culinarias del Uruguay.

En su momento fue un texto novedoso que ha logrado mantener el interés, pues reúne un conjunto importante de las recetas de las mesas de los uruguayos, analiza los aportes de las cocinas europeas y comenta otros libros afines. «El libro es imprescindible», dice Alva Sueiras Fanjul, periodista gastronómica. «Incluye recetas de referentes gastronómicos, además del relevamiento de la cocina del Uruguay».

Además de entradas, principales y dulces, García Robles menciona el té, el café, el chocolate y el mate. El especialista explica que los tres primeros «llegan por la vía de la colonización o la inmigración» y que el mate es la gran excepción porque «no tiene relación con ninguna fórmula importada».

Bajo el subtítulo El arte del café, el autor asevera que la calidad del café que se servía en el país había descendido debido a dos razones: costo y escaso profesionalismo. «En consecuencia —expresaba— los cafés espresso muestran a las claras que han sido quemados, es decir, preparados con agua a 100 grados y la corona de espuma incompleta delata ese defecto de inmediato». El periodista Alejandro Michelena concuerda con García Robles. «Montevideo era una ciudad de bares y café en los años cincuenta. Había una jerarquía: los bares de barrio, los de esquina de avenida y los clásicos». Michelena agrega que el declive comenzó en la década de los ochenta: «Influyeron varios factores, en especial la desaparición de algunos lugares como el simbólico Sorocabana de la Plaza Cagancha».

Los cafés fueron cerrando (la crisis de 2002 fue fatídica) y en los bares que lograron subsistir se bajaron los costos. Así, el café al natural fue sustituido por el tostado con azúcar que obligaba a endulzar la bebida y que dejó en los paladares uruguayos un retrogusto amargo. Pero, según García Robles, no todo estaba perdido. Aunque los locales con buen café se contaban con los dedos de la mano, en Su-bar se podía degustar un buen café ya que el dueño, Pepe, los servía con la «coloración y la espuma del producto genuino».

En la esquina de Jackson y Maldonado funciona un bar desde la década de los cuarenta del siglo XX, aunque el edificio fue construido en 1892 como una típica esquina de almacén y bar con vivienda en el piso superior. El primer propietario fue Rubén Fernández, según menciona Mario Delgado Aparaín en Boliches montevideanos. Los inmigrantes gallegos Carmen Grandal y Eugenio Pita lo adquirieron a mediados de los sesenta y el emprendimiento se asentó en la familia. José Pita, hijo del matrimonio, y Lucy Labandera dieron a Su-bar reconocimiento en el ambiente montevideano por los platos caseros y abundantes. Y ahora María José, una de sus hijas, sostiene la tradición.

La arquitecta Laura Fernández Quinteiro, en Arquetipos de una identidad urbana. Cafés y Bares montevideanos (1900-1960), destaca el exclusivo mostrador de mármol italiano en rosado, gris y negro como elemento original que sobrevive a los diversos cambios arquitectónicos del recinto. El bar, que es emblema en la ciudad, ha sido punto de reunión de vecinos y ha cobijado a reconocidos artistas y profesionales (Julio César Castro, Hugo García Robles, Luis García Pardo, María Urruzola y Fabiana Núñez, entre otros). En la ambientación —a cargo de Pepe que es habitué de la feria de Tristán Narvaja— se destacan un afiche de la película 25 Watts, un texto periodístico de Hugo García Robles y fotos de Panta Astiazarán, Aurelio González, Marcelo Isaurralde, Juan Ángel Urruzola.

Además de la propuesta gastronómica —que es «como comer en casa», remarca María José—, sirven café «de bar» con granos de Lavazza. Cuidan la dosis, la temperatura, el tiempo de extracción y las preferencias de los clientes para que la «bebida llegue perfecta». Aunque Pepe ya no los prepara, está siempre atento y vigila la máquina que luce impecable, como el resto del local. Los cafés y cortados salen con medialunas, bizcochos o tortas en los desayunos y meriendas, y finalizan los copiosos almuerzos.

De esta manera, el histórico Su-bar es parte de la propuesta de un Montevideo en el que conviven los locales con arraigo y las nuevas cafeterías. La síntesis de ambos, siempre con un café bien tratado como eje de interés, interpreta y amplía la renovada tradición de una pausa para un café, un encuentro con amigos, trabajar o estudiar en las mesas de bares y cafeterías.

Créditos fotográficos. Imagen 1: Alacarta / Imagen 2: Carlos Contrera


Hugo García Robles. (2019). El mantel celeste. Recetario de la cocina uruguaya. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental.
Laura Fernández Quinteiro. (2012). Arquetipos de una identidad urbana. Cafés y Bares montevideanos (1900-1960). Montevideo: Universidad de la República.
Mario Delgado Aparaín. (2005). Boliches Montevideanos. Bares y Cafés en la memoria de la ciudad. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental.

Alejandro Michelena. Entrevista. Noviembre 2018.
Alva Sueiras. Columna radial Sobremesa en Recalculando Carve. 29 de octubre de 2019.


El mantel celeste. Recetario de la cocina uruguaya
Autor: Hugo García Robles.
Editorial: Banda Oriental.
Fecha de publicación: 2019.
Tapa rústica con solapas.
204 páginas: introducción; los libros de cocina; recetario.
Más de 200 preparaciones: recetas típicas del Uruguay (entradas, carnes, vegetales, pastas, postres).
$ 540 en La Librería del Mercado (@delmercadouy) y en librerías de todo el país.

Rótulos en el café de especialidad: Ganache

Publicado en Círculo Café / 12 de junio de 2019

Ganache Café de Especialidad amplía nuestro ciclo de etiquetas de cafés especiales tostados en Uruguay. La cafetería, que abrió su primera tienda hace siete años en Colonia del Sacramento, vende granos de Brasil y de Colombia que selecciona y tuesta Dahianna Andino. Los rótulos de la marca han ido sumando datos a medida que el mercado cafetero local se va enriqueciendo porque «mucha información es abrumadora, así que vamos agregando datos con cautela», explica Andino, la primera mujer tostadora de café de especialidad en Uruguay.

Los paquetes de Ganache se identifican por color y con un ave representativa del lugar de origen del café. «En Colombia, en las fincas, hay mucho colibríes, que son muy hermosos, entonces también el cliente los encuentra en nuestro paquete, dibujados en naranja. El verde es para Brasil y, en ese caso, elegimos un lorito. Fue un trabajo muy pensado para acercarnos a la naturaleza porque el café es eso mismo: un fruto, que nace en una finca, rodeado de una naturaleza espectacular».

Tostadora. Dahianna Andino (Uruguay).

Marca. Ganache Café de Especialidad: con locales en Chaná 2120 (Mercado Ferrando) y en Ituzaingó 1333 (Ciudad Vieja).

Origen (el país y otros detalles). Brasil o Colombia y la región: Caparaó o Huila, por ejemplo. Información de la finca y el rótulo de orgánico, cuando corresponde. Además, se detalla la altura de la región que es un dato que los baristas y tostadores resaltan con interés, puesto que la altitud elevada y el frío generan una maduración lenta, con granos más densos y, generalmente, con acidez más pronunciada, mejor sabor y complejidad aromática.

Fecha de la cosecha. Brasil —al igual que Perú, Bolivia y Ecuador— cosecha el café de especialidad de junio a octubre y Colombia lo hace prácticamente durante todo el año. «Nosotros trabajamos con cafés muy frescos que se embarcan tan pronto como se cosechan y mencionamos esta fecha en cada envase», comenta Andino.  

El proceso del beneficio o método de procesamiento.«Información que hemos incorporado porque el público ya tiene cierto conocimiento. Hay cosas que sí o sí tienen que estar para asegurar la trazabilidad (el país, la región, la finca, la altura de cosecha) y otras que son opcionales, como esta, y que enriquecen el vínculo con los clientes».

Las notas. Fragancia, acidez y cuerpo. Es un resumen que ayuda al consumidor al momento de elegir y, fundamentalmente, permite asociar los sabores de la taza con la «biblioteca de recuerdos gustativos». El café de la Finca Santa Rita, una edición especial de catuaí amarillo, tiene «intenso aroma frutal, acidez cítrica y cuerpo alto (…) con notas de ciruelo del Pacífico, banana y otras frutas maduras».

Los cafés de Ganache se comercializan en granos (se muelen en las tiendas, si el comprador lo solicita) en paquetes kraft con válvula de oxígeno y en recipientes cilíndricos, también en kraft y con cierre hermético, para las ediciones limitadas.

Fotos: Carlos M. Contrera