Signos de identidad de Crandon. Métodos, técnicas, recetas y fe: el Departamento de Economía Doméstica y el «Manual de Cocina»

El Manual de Cocina de Crandon es la síntesis de un proceso de extensión comunitaria, es la concreción de un programa que las misioneras norteamericanas llevaron a cabo desde los años 30. El libro surgió en el marco de una organización que pertenece a la Iglesia Metodista y responde a su concepción, tiene una intencionalidad y representa una forma de ser Iglesia. 

El hogar como espacio de dignidad

El Metodismo llegó al Río de la Plata con un propuesta misional religiosa y cultural, con saberes científicos y artísticos que impregnaron la labor concreta de la acción, en el marco de la fe cristiana. Entre esos saberes, la economía doméstica era un conocimiento en auge en los Estados Unidos y también en Europa. Además, los pastores y las misioneras que llegaron al país manejaban la disciplina emergente, pues formaba parte de su formación eclesial. En particular, las misioneras que se radicaron en Crandon sabían de cocina, costura, puericultura, arreglo personal y otras diversas cuestiones que conformaban un modo de gestionar la casa como unidad de un engranaje comunitario y social en el que se desarrollaban los valores cristianos. Las misioneras tenían un claro objetivo encomendado en el marco de la fe protestante: enseñar la palabra de Dios a través de acciones. El programa de servicio comunitario que llevó adelante el Departamento de Economía Doméstica de Crandon era parte de un proyecto de Iglesia que preparaba a las mujeres para el hogar y para otros ámbitos de la vida laboral y social. 

El servicio de extensión comenzó con un programa radial, se sumaron clases, cursos y recetarios, y tuvo un impulso significativo con el arribo de Miss Lena May Hoerner en 1937. Graduada en Química y Economía Doméstica, tenía vasta experiencia en África y vino a Uruguay con un doble propósito: vincularse con los organismos nacionales que tuvieran necesidad de elaborar programas de alimentación racional y formar maestras uruguayas en economía doméstica. Era muy menuda, pero tenía una fuerza peculiar. Logró sus propósitos con devoción y disciplina. 

El Departamento de Economía Doméstica en la comunidad

El impacto del Departamento de Economía Doméstica en el Uruguay fue en aumento; especialmente en Montevideo, pero también en el interior del país donde cabe destacar el vínculo con las Escuelas para el Hogar del Departamento de Colonia, proyecto de Ana Armand Ugón de Tron, también pionera en la instrumentación de la economía doméstica en nuestro país. 

A través de iniciativas públicas y privadas, las profesoras de Crandon difundían una forma de preparar alimentos con valor nutricional, recetas sencillas, practicables, económicas y austeras en las que se aprovechaban todos los recursos. Detrás subyace una concepción productivista y de austeridad que marca el protestantismo metodista. Además, el firme propósito de llevar adelante una iglesia proactiva que incidía en la sociedad a través de la economía doméstica, entre otras iniciativas. 

En el conjunto de diversos ejemplos que dan vida a los vínculos comunitarios, merece especial atención la investigación sobre el uso de maíz solicitada por ANCAP en 1946. El ente, en el marco de un proyecto de producción del cereal, contactó a Miss Lena May Hoerner, directora del Departamento de Economía Doméstica, para la selección y pruebas de recetas con maíz. En el Subte Municipal, ANCAP organizó una muestra para llegar masivamente a la población y las profesoras realizaron demostraciones de cocina. Además, se regalaba un vistoso recetario realizado para la ocasión. Las recetas de cocina cuya elaboración tiene como base el maíz tenía fotos, ilustraciones y diversas preparaciones dulces y saladas. Fue un éxito y despertó un sueño: contar con un manual propio, un texto para los cursos regulares y para llegar a las casas uruguayas.

Un libro para ejercer la fe en el ámbito más privado 

Miss Lena May Hoerner inspiró a otras dos mujeres en la realización de un libro que les permitiera ejercer la fe en el ámbito más privado: el del hogar. Miss Dorothy Nelson y Miss Nelly Marabotto tuvieron a cargo la tarea específica. La primera había llegado a Uruguay en 1947, tenía formación en Economía Doméstica y experiencia en alimentación fabril. Ejerció la docencia primero y, luego del retiro de Miss Hoerner, se hizo cargo de la Dirección del Departamento. La segunda fue una de las primeras uruguayas en formarse en Economía Doméstica en la Institución. Además, viajó a Estados Unidos para completar sus estudios y fue intérprete de Miss Hoerner, quien no hablaba español.

Miss Nelson y Miss Marabotto trabajaron desde inicios de la década del 50 en la preparación del libro. Conformaron un férreo equipo y lideraron a numerosas mujeres: docentes, secretarias, auxiliares de despensa. Eligieron recetas y las probaron hasta tres veces porque la consigna era que debían prepararse con los ingredientes que había en el Uruguay de aquel momento. En sus libros de cabecera —The Herald Tribune Home Institute Cook Book, The Boston Cooking School Cook Book y, principalmente, The Basic Cook Book— encontraron la mayor parte de las recetas del primer Manual. Estos fueron los libros de referencia con los que las docentes norteamericanas enseñaban administración para el hogar. Además, sumaron preparaciones criollas y de diversos lugares de América, producto de los viajes que habían realizado las misioneras. Y compilaron otro caudal de información, el necesario para llevar adelante la economía doméstica de un hogar uruguayo: nutrición, planeamiento de menús, normas de etiqueta.

El primer Manual de Cocina salió a la venta en noviembre de 1957. Se editaron 5000 ejemplares; el libro tenía 423 páginas (más el índice), era del tamaño de un cuaderno, con ocho fotos a color que se habían tomado para el recetario de maíz, 250 en blanco y negro, tablas e ilustraciones y numerosas recetas. Desde el primer momento, el Manual fue muy bien recibido, no solo en el ámbito del Instituto Crandon. 

Simple, hogareño, infalible y con arraigo

El libro aportó significativas innovaciones y se distinguió de los recetarios de uso en el momento por su valor didáctico, según menciona el Dr. Gustavo Laborde en sus tesis de doctorado acerca de la identidad uruguaya en cocina. El Manual fue pensado para incorporar nuevos conceptos en la enseñanza de la alimentación y de la cocina, especialmente a las nuevas alumnas y a las amas de casa. Sumó, además, un concepto habitual en el marco de la enseñanza de la economía doméstica: la cocina como laboratorio en el que se atienden los procesos químicos que surgen al preparar los alimentos. De esta manera, el trabajo se estandariza, se puede replicar de la misma manera, se ahorran recursos y se cumple así con uno de los preceptos de la Iglesia Metodista: el de de ser un buen cristiano, responsable, austero, cumplidor, productivo. 

El Manual, entonces, fue diseñado como un texto básico de referencia en la cocina. Buscó, de la forma más didáctica posible, enseñar a preparar alimentos con valor nutricional a través de preparaciones simples y hogareñas. El libro, explican las docentes consultadas, “no es una colección de recetas, sino que muestra métodos y técnicas para preparar los ingredientes”. Las recetas fueron cuidadosamente seleccionadas para enseñar las técnicas básicas de cocina y, de esta manera, abrir la heladera y preparar alimentos nutritivos que permitieran a los niños estudiar y a los adultos trabajar.

El Método Crandon: un formato innovador de receta

El libro sumó una forma particular de receta que, con el tiempo, se transformó en el “método Crandon”. Este formato presenta la preparación a partir de los diversos pasos que conforman la receta. El proceso se narra con la acción a través de un verbo en infinitivo y en paralelo se mencionan los ingredientes. Es un esquema sencillo y eficaz, simple y didáctico; también exacto, porque los ingredientes se expresan en tazas, cucharadas y cucharaditas de acuerdo al Sistema Imperial de Medidas de uso anglosajón. Los recetarios que se usaban en el Uruguay de principios del siglo XX, orientados a mujeres intuitivas que sabían cocinar, hablaban de “tacitas”, “un poco”, “un dedal”, acota Laborde. El Manual impuso exactitud, y la combinación del paso a paso de cada acción con el detalle minucioso de los ingredientes fueron la fórmula de un modo particular de enseñar a cocinar que se reconoce como “infalible”.

A pesar de ser un libro con recetas mayormente foráneas —las que se enseñaban en Crandon y que respondían a la bibliografía de cabecera de las misioneras— el libro de 1957 contenía diversas recetas del fondo criollo. Las docentes uruguayas hicieron un excelente trabajo y la misión en el territorio recogió con especial interés el saber que el Uruguay ofrecía. El Manual llegó a los hogares uruguayos con recetas del mundo y con preparaciones locales. El puchero, el matambre, el pastel de carne, las milanesas, el fainá, el arroz con leche, el budín de pan, el dulce de leche, los pasteles criollos y la pasta frola, entre tantas, representaban los sabores del Uruguay. El libro tenía arraigo y desplegó sus alas.

Esa primera edición se agotó rápidamente y la segunda se editó muy poco tiempo después. El libro se popularizó en las clases del Instituto y en las de adultos. Tiempo más tarde tuvo su impacto en televisión cuando Nelly Marabotto, como Directora del Departamento de Economía Doméstica, cocinaba con el método Crandon: sencillo y práctico. 

El Manual creció y fue respondiendo a las demandas nutricionales de la sociedad. Se ha adaptado constantemente y para ello ha incorporado métodos y técnicas, recetas, nuevas fotos e ilustraciones. Y siempre ha mantenido el formato de receta que lo hace único. Numerosas personas, en especial mujeres, han aportado trabajo, convicción y credo en su puesta al día.

Una historia de fe

Esta es una historia de fe que tiene más de 36 ediciones, más de 200.000 ejemplares vendidos y una edición aniversario publicada en 2017 en homenaje al origen. Es una historia que traduce sueños, legado y un comprometido trabajo que nació con las misioneras y que ha crecido con los aportes de docentes nacionales. El Manual es parte de los hogares de nuestro país, se regala en los casamientos y es la referencia cuando los niños demuestran interés en la cocina, porque es sencillo y para cocinar con él, “solo se necesita saber leer”. Diversas instituciones reconocen el impacto del libro. En 2010, la Fundación Lolita Rubial otorgó el premio Morosoli Institucional al Manual de Cocina por su aporte al “Uruguay Cultural”. En 2012 la Cámara Uruguaya del Libro lo distinguió en homenaje a su trayectoria y en 2017 le otorgó el Libro de Oro en la categoría libro de cocina y gastronomía. Los académicos lo han estudiado y, al respecto, el Dr. Gustavo Laborde expresa: “… es la referencia gastronómica del Uruguay, el libro que pauta la cocina de nuestro país”. Por su parte, Roberto Cataldo, especialista en anticuarios, dice: “… es un clásico porque la gente lo ha puesto en ese lugar; en ficción, es comparable con Tacuruses de Serafín J. García o con Montevideanos de Mario Benedetti”.

Dentro de la concepción protestante de organizar de forma racional el mundo, está también el uso racional de los recursos. El Manual fue un medio de fe que permitió dar a conocer una forma de cocinar responsable y austera, una forma de llevar la vida cristiana a la gente, característica del servicio protestante que, a través del acto, busca mejorar la calidad de vida de las personas. No es evangelizar en términos de conversión, sino una forma de llegar a la comunidad y a los hogares a través de un medio concreto y útil, una forma de expresar la comprensión metodista de la fe en el cuidado de nuestra vida y de la Creación.

Artículo publicado en el libro Golden and Blue del Instituto Crandon. Montevideo, Vergara, 2019.

Fuentes
Archivo Histórico del Instituto Crandon. Montevideo: Instituto Crandon.
Clarke de Ros Jones, Edith. (1969). Historia de Crandon. Montevideo: Instituto Crandon.
Vasallo, Mario. (2004). Huellas del pasado. Historia y Actualidad del Instituto Crandon. Montevideo: Instituto Crandon.
Manual de Cocina del Instituto Crandon (desde 1957 a 2017). Montevideo: Ediciones B.
Entrevistas: Araceli Ezzatti, Jorge Gerhard, Adolfo Tomé. Gustavo Laborde, Sebastián Artigas, Roberto Cataldo, Irene Castro, Julia Varela, Norma Tubino, Mónica Decurnex, Ana Luisa Ituño, Irma Conserva, Margarita y Lila Grassi, Ana Olaso, Titina Núñez y Ricardo Boccardi.

El Manual de Cocina, un clásico, el libro que pauta la gastronomía de nuestro país

Artículo publicado en la revista Construimos Crandon, Vol. 4, No 1 / Octubre 2017

El libro de cocina más conocido del Uruguay, el que define nuestra gastronomía, el de las recetas que no fallan, nació hace 60 años. Eran tiempos de posguerra, el mundo cambiaba bajo nuevos enfoques y en nuestro país permeaban esas ideas. En ese marco, en una institución fermental y de vanguardia, surgió un libro de cocina que se transformó en “el Manual” del Uruguay.

Resulta sorprendente que un texto básico de cocina sea el protagonista de una historia de más de medio siglo y 36 ediciones. Las razones del éxito inaugural y de su vigencia residen en la simpleza, la innovación y la tradición. Y se sustentan, fundamentalmente, en los valores de un programa de trabajo en la comunidad que las misioneras norteamericanas, a cargo de nuestra Institución, llevaban adelante.

A través de cursos regulares, clases para adultos, recetarios y demostraciones, las docentes del Departamento de Economía Doméstica—las extranjeras y las uruguayas— se vincularon, desde la década del 30, con diferentes públicos.

Fueron pioneras en la cocina del Uruguay al difundir una forma diferente de preparar los alimentos que se respaldaba en un concepto muy innovador: la economía doméstica o administración para el hogar.

El origen: la cocina como proyecto educativo

Desde Crandon se llevaba a cabo un significativo servicio comunitario con especial énfasis en nutrición. La lista de experiencias que el Departamento de Economía Doméstica de Crandon implementó desde los inicios del siglo XX es extensa: clases en escuelas, formación para docentes, cursos para adultos en el Instituto, recetas y menús solicitados por entidades públicas y privadas. Esas iniciativas buscaban enseñar nutrición a través de la preparación de alimentos de forma simple y precisa, con una impronta hogareña y racional que fue haciéndose conocida: la del Departamento de Economía Doméstica.

En ese devenir —en el que las misioneras proyectaban sus conocimientos de administración para el hogar en la sociedad uruguaya— hay hechos significativos en relación con la proyección del Departamento y la historia del Manual. Entre 1940 y 1944, las profesoras dieron clases en los dispensarios de leche (organizados por el Municipio, conocidos como Gotas de Leche) mientras el público esperaba la provisión del día. Al final de la demostración, se sorteaba el menú y se entregaban las primeras recetas impresas. En 1944, las profesoras del Departamento de Economía Doméstica dieron 60 clases de cocina sin fuego a pedido de la Intendencia, en momentos en los que escaseaba el combustible. Dos años más tarde, ANCAP encomendó a las docentes realizar una investigación sobre el maíz en la cocina.

El ente buscaba fomentar el uso del cereal y realizó una exhibición en el Subte Municipal. En esa oportunidad, las profesoras de Crandon realizaron demostraciones y ANCAP regalaba un vistoso librillo con ilustraciones y fotografías elaborado por las profesoras. El éxito de las clases y del recetario Las recetas de cocina cuya elaboración tiene como base el maíz motivó un proyecto de mayor envergadura: un manual propio.

Miss Lena May Hoerner, una misionera norteamericana con formación en Química, Economía Doméstica y vasta experiencia internacional en extensión, era la Directora del Departamento de Economía Doméstica. En aquel recetario, Miss Hoerner vislumbró la oportunidad de expandir el programa de extensión a través de un texto para las clases y para la comunidad, un libro para enseñar a preparar alimentos y administrar los recursos del hogar. Un libro para simplificar la tarea en la cocina.

A inicios de la década del 50 comenzó la preparación del libro en el que trabajaron otras dos mujeres: Miss Dorothy Nelson —también misionera norteamericana, con formación en Economía Doméstica y, en ese momento, a cargo de la dirección del Departamento— y Miss Nelly Marabotto, una de las primeras profesoras formada en el Instituto Crandon.

Las tres eran mujeres enérgicas, decididas y prácticas. “Soñaban con los pies sobre la tierra”, según dicen quienes trabajaron con ellas.

Compaginar el Manual demandó mucho esfuerzo. Miss Nelson y Miss Marabotto trabajaron con el apoyo de un comprometido equipo docente, de secretaría y de despensa. Seleccionaron y probaron cada una de las recetas y, además, compilaron la información necesaria para llevar adelante la economía doméstica de un hogar uruguayo (nutrición, planeamiento de menús, normas de etiqueta).

El Manual se editó en noviembre de 1957 bajo la responsabilidad autoral del Instituto Crandon, pues desde sus orígenes se trató de un trabajo colectivo. La primera edición tenía 423 páginas (más índice), era del tamaño de un cuaderno, con ocho fotos a color, 250 en blanco y negro, tablas e ilustraciones y numerosas recetas. Las autoras se esforzaron, según se menciona en el prólogo, “por combinar los conocimientos prácticos aportados por [su] larga experiencia, con los métodos más modernos, eficaces y económicos conocidos en la preparación de una alimentación que, conservando sus valores nutritivos, [fuera] a la vez apetitosa”.

El primer tiraje fue de 5000 ejemplares y el público lo recibió con especial interés. Hasta el momento, los recetarios que se usaban en el Uruguay eran “para mujeres que ya sabían cocinar, con intuición y, en cambio, el Manual de Crandon incorporó rigurosidad y técnica para que pudiese cocinar cualquier persona”, explica el Dr. Gustavo Laborde —antropólogo y doctorado en Barcelona en identidad uruguaya en cocina—. El libro estuvo pensado, desde los inicios, como un texto básico de referencia en la cocina para enseñar a preparar resultados con valor nutricional, pues así es la “economía doméstica”.

El propósito: enseñar métodos y técnicas para preparar alimentos

El Manual responde al concepto de administración para el hogar, con “una cocina muy simple, para nada hedonista”, explica Laborde. Para las profesoras que han continuado con el legado, el libro “no es una colección de recetas, sino que muestra métodos y técnicas para preparar los ingredientes. Enseña a usar un alimento: si hay que pelarlo, picarlo, hervirlo. De esta manera, quien cocina, sabe qué hacer con el alimento y luego puede prepararlo de diversas maneras”. Se trata de enseñar técnicas, por ejemplo las de las tortas: “Hay determinados grupos y sabiendo cuáles son (bizcochuelos, tortas de manteca, tortas esponja y las rápidas), luego solo es cuestión de cambiar ingredientes”.

Las recetas del libro tienen diversos orígenes. En primer término, están los textos anglosajones que manejaban las misioneras: The Herald Tribune Home Institute Cook Book, The Boston Cooking School Cook Book y, principalmente, The Basic Cook Book. De esos libros surge la cantera de recetas norteamericano-inglesas que es muy significativa. También estaban las clásicas preparaciones de origen francés —que forman parte de la tradición culinaria internacional—, las del fondo criollo que las profesoras uruguayas habían aportado y las de otras zonas de América que las misioneras conocían de sus viajes. Todas las recetas fueron probadas hasta tres veces y, a pesar de que mayormente corresponden a cocinas foráneas, la consigna era que debían poder prepararse en Uruguay y con los ingredientes del momento.

El libro aportó otra gran innovación: una forma original de receta que se transformó en el clásico “método Crandon”. El formato se respalda en concebir el trabajo de la cocina como si se tratara de un laboratorio, en el que se atienden los procesos químicos que ocurren al preparar alimentos. Por eso, en la receta de Crandon se narra el proceso a través de cada paso a paso, y se mencionan la acción con los ingredientes en paralelo. Se trata de una forma esquemática de representar las clásicas recetas, con rigurosidad y simpleza. “Sin adornos, porque lo innecesario confunde”, explican las docentes. Además, se detallan las cantidades con exactitud con el sistema imperial de unidades, de uso habitual en los países anglosajones, que se expresa en tazas, cucharadas y cucharaditas. La combinación del paso a paso de cada acción y el detalle preciso de los ingredientes genera recetas sencillas e infalibles.

En las clases regulares y en las de adultos, el Manual se ha sometido a prueba constantemente. En la realización de las recetas, una y otra vez, han surgido los cambios que se han registrado metódicamente para actualizar el libro. También los usuarios han aportado valiosísimas sugerencias y preparaciones. Aunque el corpus madre de recetas se mantiene, el Manual ha acompañado las tendencias de la gastronomía del mundo y del Uruguay. En su momento, se amplió “congelados”, tiempo después se incorporó el capítulo de microondas, se cambió el diseño y se agregaron todas las fotos a color. Luego llegó el momento de agregar sushi, risotto y de renovar “bocados y sándwiches”.

El legado: una invitación a la cocina de los hogares del Uruguay

El Manual de Crandon, a pesar de ser un libro de fuerte origen extranjero, contiene la mayoría de los platos uruguayos desde su primera edición. “Y es porque hay mujeres uruguayas que participaron en la redacción del libro y que sabían lo que se comía en las casas del país. En ese sentido, es muy representativo del repertorio culinario de los uruguayos”, explica Laborde.

Las milanesas, las albóndigas, la polenta, el budín de pan y la pastafrola, entre tantas preparaciones, fueron incorporadas y enseñadas a partir de una innovadora “pedagogía de la gestualidad”, como explica el Dr. Laborde, que incluyó fotos y gráficos desde la edición de 1957. El libro se ha encargado de mostrar la práctica, es didáctico y simple, y para cocinar con él solo se necesita saber leer. Más de 200.000 ejemplares vendidos demuestran la contundencia. Para el público, el Manual es inaugural (guía los primeros pasos en la cocina de la niñez, en la soltería o en el matrimonio), es una verdadera invitación a la cocina de hogar, además de ser un estímulo a los sentidos. “Es un clásico porque la gente lo ha puesto en ese lugar; en ficción, es comparable con Tacuruses de Serafín J. García o con Montevideanos de Mario Benedetti”, explica Roberto Cataldo, especialista en anticuarios.

La permanencia del libro —que tiene el respaldo de una institución educativa y que ha sido probado y discutido en sus laboratorios de economía doméstica— y la adhesión del público lo posicionan como el manual de referencia de nuestro país. El alcance y reconocimiento de la obra es tal que, en 2010, la Fundación Lolita Rubial otorgó el premio Morosoli Institucional al Manual de Cocina por su aporte al “Uruguay Cultural”. Y en 2012 la Cámara Uruguaya del Libro lo distinguió en homenaje a su trayectoria.

Desde hace unos años, el porte y el diseño del libro han acompañado las tendencias en el rubro y hoy el Manual es, además de un texto, un libro objeto. En particular, en 2017, el Manual se viste de fiesta para celebrar 60 años. En la edición aniversario se homenajea la primera tapa, se destacan 60 “recetas aniversario” (con historia, tradición e implicancia), se agrega un capítulo sin azúcar y se identifican recetas sin gluten. También se incorporaron nuevas recetas y se ampliaron términos y especificaciones siempre en el modelo Crandon que, a decir de los usuarios, “nunca falla”.

Fuentes
Archivo Histórico del Instituto Crandon. Montevideo: Instituto Crandon.
Clark de Ros Jones, Edith. (1969). Historia de Crandon. Montevideo: Instituto Crandon.
Vasallo, Mario. (2004). Huellas del pasado. Historia y Actualidad del Instituto Crandon. Montevideo: Instituto Crandon.
Manual de Cocina del Instituto Crandon (desde 1957 a 2017). Montevideo: Ediciones B.
Entrevistas: Gustavo Laborde y Sebastián Artigas; Irene Castro, Julia Varela, Norma Tubino, Mónica Decurnex, Ana Luisa Ituño e Irma Conserva; Margarita y Lila Grassi; Ana Olaso; Titina Núñez; Ricardo Boccardi; Roberto Cataldo.