Ordenar para comenzar

Ordenar, clasificar, identificar objetos importantes y descartar los prescindibles suelen ser tareas tediosas que se postergan una y otra vez, salvo para los amantes del orden que han encontrado en las redes sociales el ambiente propicio para mostrar su pulcritud. Más allá de KonMari, Alicia Iglesias, Fay Wolf, Jen Woodhouse y otras tantas celebridades del orden que reinan en Instagram y Pinterest, desde el sur del mundo y con mucho menos presupuesto es posible encarar la cuestión, aunque los estantes griten atestados ante la presencia de innumerables objetos.

Las estrategias para comenzar a ordenar son diversas, según relatan quienes se especializan en el tema (gurús y terapeutas del orden, psicólogos y expertos en economía doméstica). Parecería que hay que quitarse el miedo, en primer término, a enfrentarse a los cajones y clasificar sin titubear. Con buena música, el ambiente ventilado e hidratación (limonada, café, té o mate) se hace más fácil y hasta entretenido.

Clasificar es una tarea engorrosa, pero esencial puesto que facilita las etapas siguientes: el descarte y el orden. Los criterios de clasificación suelen ser diversos y responden al uso (algunos objetos demandan disponibilidad inmediata, por ejemplo). Armar pilas del material mientras se procesa es una buena táctica: los que se quedan, los que están en duda y los que se irán. Este grupo, por principio, va directo a una bolsa, ¡para no titubear!

El descarte suele ser difícil, en especial para quienes se aferran a ciertos bienes, y dependerá, además, del lugar disponible y de la desaprensión. Emaús Grupo Aportes en el Cordón recibe y recolecta donaciones para su venta económica y para pedidos de emergencia y solidaridad. Están deseosos de recibir colaboraciones y son muy amables.

Luego del descarte, comienza el orden. En las farmacias suelen regalar cajas de diferentes tamaños que se pueden pintar o forrar para mejorar su aspecto. También hay en los supermercados y en las papelerías, incluso están las de mimbre y materiales similares que se venden en bazares. Los precios varían y las más lindas suelen ser las más tentadoras y costosas, ¡por supuesto!

Con bolsas de papel, que abundan en casi todos los hogares, se pueden armar separadores (elementos que no son habituales por aquí y que se ofrecen de diversos materiales en otros mercados). También los potes de plástico son adecuados y, de esta manera, se extiende su corta vida en un buen ejercicio de reutilización. Los cosméticos, los útiles de papelería, las medias y la ropa interior suelen generar caos visual y los compartimentos mantienen la disposición y el material al alcance de la mano. Y las bolsas con cierre son propicias para mantener en orden papeles, esos que no se pueden tirar y que juntan polvo aunque estén guardados.

Identificar los objetos es un aspecto importante en la clasificación y el orden. Las cajas o bolsas elegidas requieren de un rótulo para visualizar fácilmente su contenido y ni qué hablar de los objetos de uso en ámbitos compartidos (la escuela, el club, talleres). Para eso hay etiquetas de los más diversos tamaños que se adhieren a la ropa, a los zapatos y a útiles de todo tipo. Son resistentes, hasta para objetos que suelen tener contacto con el agua (caramañolas, potes de cosméticos y de alimentos, por ejemplo). En Nombretinas, se compran a través de la web, se pagan a través de transferencia o con tarjeta y se elige el lugar de retiro (Centro, Pocitos, Punta Carreras, Prado, Carrasco y el interior con cargo). Son etiquetas económicas que se pueden personalizar con nombre, apellido, tipo de letra y hasta agregar un diseño propio —incluso con información para medicamentos o intolerancias alimenticias—. Son fáciles de usar y muy prácticas, ¡también como tarjeta de identificación de regalos! Las de ropa no producen alergias y resisten al lavarropas y a la secadora.

Ordenar es una tarea habitual al comienzo de cada año, pues se relaciona con los propósitos que consciente o inconscientemente nos fijamos para esa nueva etapa. Pero si no se concretó en enero, antes de comenzar el año lectivo es buen momento también. ¡En particular si hay niños en el hogar, puesto que hay que comprar material y para eso es necesario saber con qué se cuenta! Rotular cada objeto, por otra parte, evita pérdidas y favorece la economía.

Después de varias horas, incluso días, dedicados a la clasificación, descarte y ordenamiento, la sensación de alivio es sorprendente. Y comienza una nueva etapa, la de sostener el estado alcanzado. También hay una batería de estrategias con ese fin y entre tantas hay una que resulta de una coherencia absoluta que facilita el propósito solo por su sencillez: por cada objeto que entra, otro debe salir.

 

La mensajería instantánea en el ámbito laboral. Reflexiones en torno al buen uso

Los servicios de mensajería instantánea (MI, en adelante) aterrizaron con fuerza en los diversos ámbitos de nuestra vida y, por su practicidad, se impusieron con rapidez. El mundo del trabajo no fue ajeno a la situación y, en muchos casos, los trabajadores comenzaron a usarlos desde sus teléfonos personales para el intercambio de datos e información con fines laborales.

La mayoría de las organizaciones —salvo las vinculadas al sector tecnológico— reacciona tardíamente ante las prácticas de tecnología digital y comunicación, y el uso de la mensajería instantánea ha respondido con la misma lógica. Por ello, las normas de buen uso y etiqueta en relación con estos servicios quedan, en principio, libradas al criterio de cada empleado.

Normalizar prácticas es una tarea tediosa e implica un verdadero trabajo “de hormiga”. Además, los recursos tecnológicos cambian, se renuevan con frenesí y las reglas, muchas veces, se tornan vetustas con rapidez. Aún así, vale la pena intentar una reflexión acerca de la mensajería instantánea en el ámbito laboral para generar un estilo que propicie una comunicación con aspectos profesionales.

La identificación. En los servicios de MI la foto es la identificación de la persona, además del número (que es un dato frío y que no aporta información sobre el usuario). Es conveniente que la imagen sea del emisor, puesto que es muy difícil (imposible, a veces) reconocerlo a través de la foto de una mascota, de un paisaje, de un grupo familiar o de amigos.

También se sugiere, cuando se usa el teléfono con fines laborales, evitar el descuidado estilo “fantasma” o la foto inapropiada. Y conviene adecuar el “estado” con un mensaje coherente porque esta información aparece en cada envío. El emisor se expone al brindar información de sí mismo con texto elegido para el “estado” y la foto que escogió para identificarlo.

Las abreviaturas, acortamientos y emoticones. Escribir bien como regla fundamental. En los mensajes de MI suelen abundar las abreviaturas y acortamientos, algunas son útiles (aprox por aproximadamente, por ejemplo y otras son innecesarios e indeseables (pa’ por para, k por que y un largo etcétera).

Por otra parte, ¿los emoticonos y emojis son tan necesarios? Parece que para muchos la comunicación a través de los servicios de MI no pudiese realizarse sin agregados de abundantes colores y hasta con movimiento… Quizás uno y hasta dos, ¿pero diez seguidos? Pensemos en sus beneficios (ahorran tiempo y facilitan la expresión de sentimientos y emociones) y, en ese marco, un uso consciente es conveniente para incorporar sensibilidad al entorno laboral.

Escribir bien es difícil, es cierto, por ello es bueno ajustarse a la fórmula “sujeto + verbo + complemento”. Los servicios de mensajería instantánea, a pesar del paradigma de la instantaneidad bajo los que fueron creados, no escapan al bueno uso de la lengua. Se recomienda, entonces, como en todos los otros tipos de textos, escribir bien y con apego a las normas de la lengua.

La regla de los 140 caracteres. Twitter nos legó la regla de los 140 caracteres que nos obliga a ser muy (¡muy!) escuetos y creativos. No siempre es posible seguirla, pero es una interesante práctica. Como los servicios de MI no cuentan las palabras, la norma es solo una referencia para ser conciso. Y es bueno escaparse de ella, si implica escribir mal o si el mensaje amerita un desarrollo más exhaustivo.

Etiquetas/Hashtags. Algunos servicios de MI —Telegram, por ejemplo— permiten el uso de etiquetas (hashtags) que son mecanismos útiles para agrupar información. Hasta el momento, WhatsApp no lo tiene y esperamos que próximamente lo incorpore para facilitar la búsqueda de datos.

Mensajes compartidos a más de una persona. Muchas veces se envía una misma información a más de un usuario en comunicaciones persona a persona. En esos casos (en los que no existe un grupo), es ético indicar que el mensaje se compartió con otros.

Los errores de texto ya enviados. En ciertos ámbitos se ha impuesto el uso del asterisco para indicar un error enviado (fundamentalmente en relación con faltas de ortografía). Esta práctica demanda un mensaje que se suma al inicial y no siempre aporta, salvo que el error ortográfico genere dudas de interpretación.

Verificar datos para evitar “bulos”. ¡Las cadenas de los servicios de mensajería instantánea son la versión renovada de las cadenas de los correos electrónicos! Circulan con una velocidad inaudita y han generado alarma ante catástrofes, enfermedades o fallecimiento de personas famosas. Hay cadenas de todo tipo: políticas, religiosas, de cobro de servicios, etc., y muchas de ellas son “bulos” o hoax (noticias falsas que se generan para desinformar).  Siempre es conveniente verificar la fuente o al menos tomarse un rato antes de distribuir mensajes de esa naturaleza (el tiempo suele ser buen consejero).

Grupos. Respetar la finalidad. Casi con seguridad, respetar la finalidad para la que fue creado el grupo debe de ser uno de los aspectos más sensibles y más “bastardeados”. ¡Y es tan sencillo! Si el grupo fue creado para facilitar una tarea, los mensajes que circulan deben aportar a esa tarea. O a lo sumo, brindar información de alguno de los miembros, siempre que los datos sean relevantes y no comprometan aspectos personales.

Grupos. Ortografía y sintaxis. En los grupos y en especial los de carácter laboral, hay que extremar cuidados en relación con la ortografía y la sintaxis. Escribir bien facilita la comunicación y minimiza errores. WhatsApp, Telegram y otros no están peleados con las mayúsculas y los signos de puntuación, así que hay que usarlos sin temor. La instantaneidad de estos servicios no implica tener que hacer un curso para decodificar mensajes cifrados.

Grupos. Cadenas y “bulos”. En los grupos, hay que extremar cuidado ante cadenas y “bulos”, puesto que entorpecen la comunicación, salvo que estén alineados a la finalidad para la que fue creado ese chat.

Grupos. Temas sensibles y temas privados. Los temas sensibles (religión, política, deporte, etc.) y los privados no son, generalmente, apropiados para divulgar en los grupos. Suelen generar malestar y huidas; hay otros medios más indicados para expresar ideas de ese tipo o comunicar hechos que hacen a la intimidad de las personas.