Con Seis Montes Tostadores de Café finaliza el ciclo de etiquetas de café de especialidad tostado en nuestro país. Los tostadores locales nos han enseñado sobre los orígenes, los métodos de procesamiento, por qué tener en cuenta la altitud y las razones para considerar la fecha de cocción, entre otros. Seis Montes, que nuclea diversos tostadores y baristas, nació de la experiencia de La Madriguera y de La Farmacia Café. Francisco Supervielle nos contó los detalles desde el centro de tostado y distribución, en Rivera 2843.
Tostadores. Al principio, los perfiles de tueste los decidían Martín Chamyan, Gabriel Pérez y Francisco Supervielle quienes también se alternaban para operar la máquina. Desde mediados de febrero se integró Michelle Tameirão —barista y tostadora brasileña— quien actualmente se encarga de tostar.
Etiquetas. Las etiquetas varían de color: hay rojas, marrones, amarillas, celestes y verdes. «Decidimos el color de la etiqueta en función del café y del lugar. Hankute, de Etiopía, es verde. Y el Canario, que viene de las Matas de Minas de Brasil, tiene una etiqueta marrón», explica Francisco con entusiasmo.
Nombre del café, región y país. «El nombre del café puede remitir a la cooperativa que lo produce —como el Rung´eto— o a otras cuestiones. El de Colombia se llama Palmera porque es el árbol típico de Colombia y el café tiene un clásico perfil de ese país con notas de caramelo, limón, canela». Además del nombre, en la etiqueta de Seis Montes se agrega información de la región y del país donde se cultivaron los granos.
Variedades y tipo de beneficio «Por ahora, importamos exclusivamente variedades de arábica para que la gente conozca diferentes cepas, como en el vino». En la etiqueta de Seis Montes también se menciona el tipo de beneficio (proceso de despulpado).
Notas. «En algunos casos recibimos las notas y en otros las describimos nosotros. Siempre probamos y cotejamos lo que nos llega porque las notas son netamente subjetivas».
Información bromatológica. En la información bromatológica se menciona que el paquete contiene café cien por ciento arábica, además de los datos de la empresa tostadora.
Compra directa. Seis Montes comercializa café que compra directamente en haciendas o a través de cooperativa de productores.
Fecha de tostado. «Nosotros tostamos los jueves y todos los viernes de mañana probamos los cafés del día anterior para ver si es necesario hacer modificaciones. Pedimos a los clientes que nos hagan el pedido los miércoles porque entregamos los lunes. De esa manera, el café descansa lo suficiente porque necesita desgasificarse. Estos cafés, para espresso, necesitan un mínimo de cinco días para brillar. Para filtrado están listos en la primera semana y después de 30 días comienzan a perder sus características».
Validez. «No es fecha de vencimiento, sino de consumo óptimo», aclara el tostador.
Gramos. Seis Montes comercializa paquetes de 250 gramos de café en grano que puede molerse, en función del método de preparación, en el centro de tostado o en las diversas cafeterías que sirven la marca.
Paquetes. Tienen válvula desgasificadora y son laminados. «Son una mezcla de plástico y aluminio. Hay un debate importante en torno a eso, seguramente a fin de año cambiemos las bolsas», adelanta Francisco.
El «señor espresso» de Buenos Aires visitó Uruguay. Nicolás Artusi, periodista especializado en café, presentó su último libro en Montevideo y en menos de cuarenta y ocho horas lo entrevistaron diez medios de comunicación, conoció ocho cafeterías y dio dos charlas. Siempre sonriente y dispuesto a la conversación, superó el cansancio de un tour cafetero intenso y lo hizo a base de muchos (¡muchos!) espressos, su bebida favorita.
La primera actividad pública, la presentación de Manual de Café, fue en el Mercado Ferrando. La organización estuvo a cargo de la Librería del Mercado y de la editorial Planeta y la difusión fue tal que el entrepiso del Ferrando mostró el gran interés que concita el café en nuestro país. Los asistentes, que comenzaron a llegar temprano para asegurarse el lugar, degustaron café de Ganache y tentadores bocados de Valentino´s Coffee.
Pinitos de dulce de leche y merenguitos sin gluten, masitas de naranja, chocolate y dulce de leche, y minialfajores de maicena preparados por Debora Leivas y Diego Bonilla de Valentino´s Coffee.
Minutos antes de comenzar, Dahianna Andino (tostadora y barista de Ganache) preparó una prensa francesa para el periodista y para la presentadora, Lala Antúnez. En una distendida charla, Lala y Nicolás hablaron acerca de Sommelier de café, el personaje que el periodista creó hace diez años luego de una «corrida que lo oxigenó con endorfinas» y en la que vislumbró el futuro de su pasión cafetera, un interés que lo acompaña desde niño. En aquel momento, el periodista escribía para Clarín y su editora le respondió que el café era un tema interesante, pero que en tres meses ya no tendría nada más para decir. Una década después Artusi es uno de los referentes del Río de la Plata: publicó dos libros específicos (Café y Manual de Café), tiene un portal, y ha dado cursos y charlas en Argentina y en el exterior.
La importancia del molino y de la molienda, si el café de especialidad lleva azúcar o no y el café glaseado fueron algunos de los tantos temas sobre los que el periodista se explayó. Lo hizo con elocuencia, con datos y anécdotas. Artusi aportó sentido a un hábito cotidiano que él ha resignificado especialmente. «El café es un placer democrático, un espresso cuesta más o menos lo mismo en cualquier parte del mundo y permite una pausa en la vida apresurada», comentó con un gesto que repite con naturalidad: una taza imaginaria próxima a su boca, un café listo para tomar, su droga diaria. «Soy el ombusdman del café, un garante de la calidad», agregó.
Manual del Café, el texto publicado en febrero de este año en Argentina, fue el tema más importante de la noche. El libro es la síntesis de los diez años del periodista como Sommelier de café, resume su experiencia y es una guía para aprender a comprar, preparar y tomar el «oro líquido». Es su «hijo pródigo»y Artusi habla de la obra casi con devoción. Escucharlo es una invitación múltiple: a leer el libro, a conocer más sobre el café y, en especial, a degustar espressos, ristrettos, cortados y flat whites.
Después de una hora de pasear por cafetales, cafeterías y tazas, sin que decayera el interés, la primera jornada cafeteril terminó con la firma de libros y continuó con más café.
Aportes para delinear el mapa cafetero de Montevideo
El tour cafetero de Artusi comenzó el martes con Ganache Mercado Ferrando y La Farmacia Café entre entrevistas y la presentación del libro. El miércoles continuó con La Madriguera, Culto, Café Brasilero, The Lab Punta Carretas, Escaramuza y Craft The Art of Coffee. El objetivo era cubrir los cafés de los tostadores nacionales y casi lo logró. Para la próxima visita ―que será en breve, según mencionó en más de una ocasión― quedaron Cafetto Prado y Gourmand Roastery.
De la pionera Ganache, Nicolás destacó el «poderoso» flat white con el que desayunó el martes al arribar a Montevideo. En la tarde, probó una prensa francesa con los exclusivos granos tostados para la ocasión y también un espresso, por supuesto.
El primer café del miércoles fue un espresso en Carrasco. El tour comenzó temprano y el viaje hasta la cafetería avivó la necesidad cafetera de Nicolás y de los demás miembros del equipo. Las bebidas preparadas por los baristas se sintieron como el elixir esperado. «La herbácea La Madriguera Café es una maravilla rodeada por un jardín», mencionó el periodista mientras tomaba fotos del exterior de la cafetería.
«La muy deslumbrante Culto, donde se rinden ante el café de especialidad», fue la siguiente parada del día. El segundo espresso de Nicolás fue degustado mientras relevaba la prensa del día, otra de sus pasiones. Tomar café y leer el diario son costumbres que lo acompañan desde niño y que realiza siempre, incluso cuando está de vacaciones.
Culto Café (ex Nómade): Álvaro Planzo, tostador / Canelones 2154.
El histórico Café Brasilero, «donde los poetas se sientan a ver la vida pasar», fue la única cafetería fuera del rubro de especialidad del recorrido. A pesar de los setenta cafés notables de Buenos Aires que Artusi conoce muy bien, el Café Brasilero lo sorprendió con el brillo de sus espejos y maderas.
Café Brasilero: Ituzaingó 1447.
The Lab Coffee Roasters Punta Carretas lo impresionó por «tantos ambientes como bebidas cafeteriles». El barista Robert Flores fue el anfitrión perfecto para aportar los datos del origen y tostado del blend de Brasil servido. Era mediodía y fue el tercer espresso del día, faltaban todavía varios (el de Escaramuza después del almuerzo y los de la tarde en Craft).
The Lab Coffee Roasters: Verónica Leyton, tostadora / The Lab Punta Carretas: José Luis Zorrilla de San Martín 146.
Extraordinarias cafeterías montevideanas, en sintonía con las de las grandes ciudades
Círculo Café organizó una charla en Craft el miércoles de tardecita. La cafetería de Punta Carretas estaba colmada de invitados, pues la fiesta montevideana de café continuaba.
El periodista, con la confianza que otorgan varias horas de charlas y de cafés, sentenció que luego del maratón cafeteril no hablaría sobre «cafeterías, cafés, libros, viajes, religión, sexo y comida; tampoco del pasado, del presente ni del futuro; ni de Hitchcock, uno de sus autores favoritos. Solo podría hablar de Woody Allen, «pero hoy en día es políticamente incorrecto», agregó. Su deseo no se cumplió y la charla comenzó con las múltiples cafeterías montevideanas que visitó. Artusi rio, y con un espresso inauguró el conversatorio.
«La costumbre de tomar café es muy parecida en las grandes ciudades del mundo. Con esta visita pude confirmar que el café que se está tomando acá no solo es extraordinario, sino que está en sintonía con el de las ciudades del café de la modernidad: Sydney, Melbourne, Londres, Nueva York, San Francisco». La aseveración del periodista enorgulleció a los presentes, en especial a los integrantes del rubro cafetero.
Para el especialista, la nueva tendencia del café (que muchos denominan ola) se caracteriza por la puesta en escena de cafés de distintos orígenes: Kenia, Etiopía, Honduras, Guatemala, Costa Rica o Nicaragua, entre otros «Es un valor cultural y esa es una de las primeras cosas que vi acá. Aprecié mezclas y una selección de cafés de origen con una curiosidad viajera o antropológica por explicar los orígenes». También la presencia de la máquina ―que ocupa un lugar preponderante en las cafeterías, en contraposición con la de los bares antiguos donde se escondía― es identitaria de la nueva tendencia. «Y detrás de la cafetera está el barista. Antes era un patito feo; antiguamente el café lo preparaba el bachero, el mozo o el chico de los mandados. Ahora los baristas son protagonistas de una revolución y se abren nuevas oportunidades porque es un oficio muy demandado. Además, los baristas se convierten en divulgadores culturales. Me parece que van a ocupar de una forma inmediata un lugar de referencia, similar al que tienen los cocineros y los bartenders que, además de tener la custodia de un saber específico, se han convertido en divulgadores de historias».
Artusi reveló que, antes de viajar, se informa sobre las cafeterías del lugar que visitará. Investiga en guías, consulta referentes y se deja, fundamentalmente, guiar por la intuición. «Tomar un café es un placer fugaz y sintético», agregó con convicción mientras el público asentía. «Hay que dejarse guiar y también hacer su propio mapa, el de cada uno».
Al momento de recomendar, procura hacer un recorte, editar, como si se tratara de una curaduría. Desde su lugar y con responsabilidad, busca opciones para generar cultura de café y «ofrecer un match con los fanáticos para que tengan herramientas y que puedan exigir un buen café«. Según el periodista, el consumo de café pasó de irreflexivo y automático a generar gran interés. «Por lo general, no pensábamos en lo que estábamos tomando, no nos deteníamos a mirarlo ni a olerlo, y mí me interesa ser un divulgador para que la gente pueda tomar un mejor café».
De esta manera, en torno al café y al periodista, los cafeteros uruguayos pudieron generar nuevas conversaciones sobre una expresión cultural de esta época. «Pensábamos que era agua caliente con algún aditivo, no sabíamos que nos gustaba tanto y que había un universo detrás», resumió el Sommelier de café antes de pedir un espresso más, el décimo del día, su medida mínima.
El café de Craft es «una verdadera artesanía». La cafetería de Nieves y Diego está en José Luis Zorrilla de San Martín 286 y, además de la amabilidad que los caracteriza, sirven con técnica los granos tostados por Culto.
Un buen café en manos de especialistas El café de especialidad, que se cultiva, seca, tuesta y prepara bajo estándares artesanales, ha generado nuevas cafeterías, términos y oficios. Así, en la escena cafetera se encuentra el barista que, como dice la periodista Sabrina Cuculianksy (Argentina), «representa la vanguardia dentro del mundo del café». Su cometido es preparar las bebidas para que los granos, cuidadosamente seleccionados y tostados, sobresalgan en cada taza.
El café dejó de ser un commodity solamente, se transformó en cultura y, por ello, la formación del barista, último eslabón del café artesanal, es uno de los temas primordiales en el rubro. Para Perfect Daily Grind, plataforma documental sobre el café, ser «un buen barista es más que pararse detrás de una barra y aprender observando». Los cursos de capacitación garantiza personal competente y ofrecen diferenciales, dicen estos especialistas, y Pablo Montes, presidente de la Cámara de Cafés y Bares de Buenos Aires, confirma la tendencia. En entrevista con Círculo Café, comentó que la formación de baristas es una preocupación en Buenos Aires, una ciudad con más de cien cafeterías de especialidad. «Antes no se le daba tanta importancia, pero ahora comenzó a evolucionar tanto como el chef y el bartender, porque hay dos maneras de brindar un servicio de calidad: con materia prima de primera y con capacitación».
Formarse como barista implica manejar las «cuatro emes»: materia prima, molienda, máquina y mano. «Al igual que un conductor, el barista tiene que conocer la máquina que va a manejar», argumentó José Arnold Paz, ingeniero de la Finca Santa Elena (Plaza Café), de Honduras. «Un curso debe proveer información sobre la cafetera y el molino. Y, además, sobre la carretera por la que va a andar: el café». Para Javier Schulze, barista de Hábito Café (una de las primeras cafeterías de especialidad de Buenos Aires), es importante que el barista entrene su paladar como consumidor. «Hay que saber qué está bien servido y qué no y saber las proporciones delas bebidas. Y eso se aprende yendo y preguntando, conversando con otros baristas», comentó a Círculo Café. Schulze recomienda capacitarse con maquinaria de última generación; «los tostadores y las cafeterías de especialidad están superespecializados y tienen, además, el oficio», explica.
La oferta uruguaya La creciente apertura de cafeterías de especialidad en Uruguay, el desarrollo de tostadores locales de café artesanal y la llegada de Starbucks —que emplea más de cien baristas en sus seis tiendas— ha generado, concomitantemente, una nutrida oferta de cursos y talleres. Casi todo los tostadores uruguayos brindan formación, y también se han sumado cafeterías de especialidad e institutos de gastronomía.
El conjunto de cursos ofrece similitudes y diferencias, puesto que los organizadores buscan captar diversos públicos interesados en una temática que tiene proyección internacional, además de las necesidades locales. Andrea Onelli, experto internacional en café y cacao, resume los parámetros a tener en cuenta al momento de considerar un curso: «Hay que evaluar el costo. Si se paga poco, por algo es. La segunda pregunta que hay que hacerse es la del cupo máximo; en mis cursos me gusta tener hasta seis alumnos, por ejemplo. La formación y las referencias del docente también cuentan. Y la experiencia. Las certificaciones, además, son un plus».
Haroldo Darnauchans es pionero en la formación de baristas en nuestro país y en la Argentina. Los primeros cursos los dio a comienzos del 2000; «en aquel momento, nadie había escuchado la palabra barista», explica Darnauchans. Desde entonces, parte de una premisa: él enseña un oficio que es un servicio. El docente —que es enólogo y barista— continúa trabajando en las dos orillas del Río de la Plata y en Uruguay imparte cursos en che.co.ffee desde 2018. Para Darnauchans, un barista no necesariamente tiene que saber sobre café verde, «pero está bueno si lo sabe», agrega; también que conozca el funcionamiento mecánico del molino y de la máquina de espresso. «Si no se entiende el molino, no se puede preparar una buena bebida. Hay que mirar mientras las muelas giran y después palpar el café con los dedos». «Y hay que practicar», agrega una y otra vez. En sus cursos, Darnauchans procura «inculcar coherencia por el oficio y disfrute por el servicio». Y aporta: «Es fundamental disfrutar cuando quien le serviste el café disfruta con la bebida. Eso es algo innato porque, para trabajar como barista, te debe dar placer el servicio».
Raúl Martirené, barista y bartender, tiene vasta experiencia en la formación de barman y tres años en el mundo del barismo. Martirené, que ha innovado en cursos de coctelería con café, es instructor, pues cuenta con estudios en Didáctica, y forma baristas en el Instituto Politécnico de Montevideo (ITHU), en Cocktail Club Bartenders y en el restaurante I´Marangatú de Punta del Este. El docente explica que recibe alumnos que quieren formarse para viajar y trabajar en el exterior, otros que ya trabajan en el rubro gastronómico y los que buscan capacitación específica. Esta amplitud lo obliga a diseñar cursos cada vez más completos: «Enseño las bases y les genero el interés porque un oficio no se enseña en dieciocho o treinta y dos horas», comenta. «Mi bandera es la de la inquietud de aprender más». Su objetivo es formar baristas para que puedan «trabajar de manera profesional en la estación del café». Para ello, prioriza la técnica y la capacidad de adaptación.
Erick Argüeta —barista formado en El Salvador con experiencia en La Farmacia Café— es docente en Seis Montes y Baristas.uy, un colectivo que promociona el café de especialidad. Como barista y docente, Argüeta considera que el molino es el aspecto más importante en la preparación del café de especialidad. «Usar un molino implica saber cómo limpiarlo, calibrarlo, elegir la molienda, saber la dosis. Y, con anticipación, hay que probar para llegar al espresso correcto, que es lo más importante», comentó en entrevista con Círculo Café. Por otra parte, afirma que «no hay nada mágico ni misterioso en la preparación del café, es solo sabor y todo está en el paladar. El punto es aprender a identificar un buen espresso y para eso hay que recibir cursos, aprender de un maestro que te enseñe sobre el cuerpo, por ejemplo. Así se genera una fotografía en tu cerebro y vas en búsqueda de eso, siempre».
Cafetto Prado anunció, a fines del año pasado, la llegada de Andrea Onelli, entrenador autorizado de la Specialty Coffee Association (SCA). En marzo y abril de 2019, el especialista italiano brindó los cursos Sensory Foundation, Sensory Intermediate y Brewing Professional en Montevideo y Punta del Este. Además de Onelli, la barista y tostadora Alicia Radi —capacitada en la SCA y la única uruguaya habilitada para extender certificación de la organización en el país— ofrece diversos cursos sobre barismo.
The Lab Coffee Roasters, la cadena de cafeterías de especialidad responsabilidad de la barista y tostadora Verónica Leyton, lanzó cuatro cursos a comienzos del año. Introducción al mundo del café, Barismo Profesional, Brewing 101 y Latte Art. La academia y laboratorio The Lab, vuelve de esta manera, con la formación que había comenzado años atrás. El barista Robert Flores, formado en Venezuela, y Leyton son los docentes.
En abril, Seis Montes Tostadores dio a conocer su ciclo formativo para el año en curso con diversas opciones: Introducción al Café de Especialidad, Métodos de Preparación de Café, Barista Principiante y Latte Art. Michelle Tameirão (Brasil), Erick Argüeta (El Salvador) y Francisco Supervielle (Uruguay) son los docentes a cargo de un programa, con muy pocos cupos, que hace énfasis en la práctica. «En nuestros cursos, los alumnos trabajan con la máquina que tenemos aquí, una Dalla Corte. Es fundamental entender cómo funciona lamáquina de espresso, también saber trabajar con la balanza y el molino. Balanza, termómetro, máquina, molino, paciencia, aroma y sabor son los básicos», explica el barista y tostador Francisco Supervielle a Círculo Café. Los especialistas de Seis Montes, un centro de tostado que nació de la experiencia de La Madriguera Café y La Farmacia Café, parten de «pensar la diferencias de percepción entre individuos». Su objetivo es brindar a los consumidores las herramientas que les permitan entender por qué un café es mejor que otro. Además de los cursos, Seis Montes plantea otras intervenciones para generar «cultura del café y acercar no solo al público de las cafeterías, sino al público relacionado con la gastronomía, y que todos puedan aprender sobre la percepción de los aromas».
Desde mayo, Ganache Café de Especialidad se sumó al conjunto de cursos con formación específica en filtrados. De la Planta al Hogar indaga en métodos de filtro para hacer en casa. El curso, con cupos limitados, se dicta en el centro de tostado de la marca y está a cargo de Dahianna Andino, barista y tostadora.
La formación local es variada y permite conocer las bases del oficio. La práctica y la experiencia son sustanciales, según mencionan los especialistas consultados. Y, como explican Darnauchans y Schulze, sonreír y anticiparse es primordial porque, en definitiva, se trata de un servicio. «Preguntarle al cliente qué quiere tomar y ofrecerle un vaso con agua si pidió un cappuccino y una torta de chocolate», agrega Schulze. «Nosotros, en Hábito, nos tomamos en serio eso de hacer pasar a los demás un buen momento».
El 17 de abril, la Cinemateca Uruguaya inauguró su festival anual y estrenó cafetería. El 37.° Festival Cinematográfico del Uruguay coincidió con la inauguración del servicio de café, una barra negra y sobria, con detalles históricos, que se luce en el moderno edificio que, desde hace diciembre del año pasado, ostenta la Cinemateca en la Corporación Andina de Fomento (CAF), en la Ciudad Vieja.
En el hall de entrada, se instaló una barra que era parte de la fachada de Lorenzo Carnelli, una de las antiguas locaciones de la Cinemateca. «Para no olvidarnos de lo que era antes», dice Juan Grunwaldt, uno de los socios, barista y cinéfilo. Además, hay otros detalles, pero Juan se niega a revelarlos para «que la gente los descubra». En el conjunto, prevalecen los vidrios de la estructura, el vínculo con el exterior y la luz natural, que abunda durante el día. El mobiliario es de madera negra, las sillas son de metal y hay algunas plantas. Todo es muy simple, moderno y elegante.
La propuesta de Grunwaldt, Marcos Selves y Juan José Mancera es una barra que busca «potenciar la relación café y cine, y acompañar el espíritu de la Cinemateca», explica el barista. Los granos elegidos son de Seis Montes, café de especialidad tostado en Uruguay, y la cafetería no tiene nombre porque «la Cinemateca tiene una identidad muy polenta y nosotros somos el café de la Cinemateca, así de simple», argumenta Grunwaldt. «Si le ponemos cualquier otro nombre, la gente le va a decir cómo quiera y seguro va a terminar siendo ser el café de la Cinemateca».
En una máquina Dalla Corte, los baristas preparan el café y hacen especial énfasis en el diálogo. «El café de especialidad es más caro y somos conscientes de eso. Y, además, tiene un sabor diferente. Entonces, hay un proceso de comunicación que es rol fundamental del barista». La cafetera, de origen italiano, permite servir grandes cantidades en lapsos breves. «Es una máquina muy guerrera, la elegimos por eso. Los primeros tres días del Festival vendimos entre cuatro y cinco kilos de café por día en tiempos muy cortos. Inauguramos con el Festival y el primer día pasaron de 800 a 900 personas por acá. Nuestro funcionamiento depende de las entradas y salidas del cine, y hay que responder a la demanda».
Además de atender a los socios de la Cinemateca, la cafetería está abierta al público y aporta variedad al tour cafetero de la Ciudad Vieja que exhibe a los diversos tostadores montevideanos. Atiende desde las diez de la mañana a diez de la noche de lunes a viernes y los fines de semana acompañará la propuesta del cine. La carta de cafés incluye espresso y americano, latte, cortado y capuccino, con leche entera y descremada —pronto tendrán, además, de almendras y de arroz—. Acompañan con bocados elaborados por Marcos Selves, que también es cocinero de La Farmacia.
Con esta cafetería, la Cinemateca innova con un servicio actualizado. Grunwaldt, que participó de varios festivales, estaba atento al llamado y, con la experiencia de un equipo vinculado a Seis Montes, La Farmacia, La Madriguera, el Club del Pan y Café a Pedal (importantes actores del circuito cafetero montevideano), puso especial énfasis en armar un proyecto acorde. «Esto es un upgrade doble. Cinemateca siempre pasó buenas películas en condiciones malas. El café es un buen producto que se ha servido en condiciones malas y esta apuesta representa la defensa del café y del cine en sus mejores condiciones», agrega con convicción.
La invitación para ver cine —curado por expertos y en salas con equipamiento renovado— y tomar café artesanal está hecha. Con horario amplio y granos de calidad bien tratados, el café de la Cinemateca invita a una pausa, reunión y también a trabajar. Hay mesas individuales y una comunal, estratégicamente ubicada debajo de la escalera. Hay buen sabor y amabilidad. Hay experiencia en cafés para ampliar el paladar.
La primera reseña de cafés generó un aluvión de sugerencias que procuraré consignar en estas y en próximas entregas. El artículo gustó y ha servido de hoja de ruta, así que el objetivo ha sido cumplido más allá de lo esperado. Me he animado a más, incluso a proyectar una sección fija (“Rutas que despiertan sentidos”) y recomendaciones de otrostemas (limonadas, sopas, etc.) debido a la reciprocidad cosechada.
La intención de esta nueva reseña es la misma que la primera: presentar y recomendar lugares para diversas ocasiones (estudiar, trabajar, un rato a solas, con pareja o con amigos). En esta nueva publicación se suman dos locales de Punta del Este y varios de Montevideo; algunos surgieron a propuesta de los lectores y otros a partir de explorar y probar. El relevamiento de cafés no es exhaustivo, ni pretende llegar a serlo, aunque las diferentes notas sobre el tema podrán llegar a componer el panorama de la oferta de cafés. Tampoco sigue líneas geográficas, históricas, de popularidad o de renombre, sino que procura dar a conocer cafés que, por alguna razón y por la experiencia, considero que merecen ser reseñados.
Café Central (local El Gaucho). Ya tiene historia, fue uno de los primeros cafés de nuevas tendencias que abrió en el Centro. La conexión a internet es buena y el ambiente en general es muy cálido. Las mesas son firmes —aspecto importante porque las que “bailan” son una verdadera distorsión— y cuentan con un detalle que es digno de imitar: gancho para la cartera. Café Central es una alternativa acorde a una pausa corta en el medio del ajetreo, también para una extensa charla e incluso se presta para trabajar en solitario o de a dos (porque las mesas son chicas). El cortado es fuerte, ideal para despertar o sacudir la modorra de la tarde. Lo sirven con mucha espuma que se sombrea sorbo a sorbo.
Cocó Petit Café (Pocitos).Cocó Petit Café es un lugar “pp”: pequeño y primoroso. Es casi como un quiosco grande, es muy afrancesado y parece de revista. Sirven jugos, té frío y varias opciones de café, además de sándwiches gourmet y dulces diminutos (que, por otra parte, debo confesar que no he degustado solo por conducta porque la tentación es elocuente). No probé la wifi porque siempre fui con el propósito de ponerme al día con alguna amiga. Al lado y con entrada directa, hay un bazar que es toda una perdición… así que la visita a Coco Petit Café es doblemente tentadora.
El Palacio del Café (local Ciudad Vieja).En la calle Bacacay hay un diminuto local de El Palacio del Café que es una exquisitez. El espacio es reducido, con mesas pequeñas sobre la ventana y buenos sillones. Hay un aroma penetrante a intenso café y las opciones (cortado, capuchino y algunas más) son riquísimas y están bien servidas. Hay leche descremada y buena wifi, aunque es una opción para un café rápido debido al tamaño del local.
La Madriguera Café (Carrasco).En La Madriguera no solo se degustan excelentes cafés (son baristas, saben del tema y se nota que lo viven con convicción y desde el alma), sino que se disfruta de un ambiente cultural más amplio. Un buen café es un viaje al lugar de origen, aunque esa región del mundo nos sea ignota, y en La Madriguera ese periplo se combina con diversas manifestaciones artísticas. La Madriguera es una buena alternativa para que un café (¡de verdad!) abra la puerta a la magia de Alicia y su espejo…
Philomène Café (Punta Carretas).Esta clásica cafetería de Punta Carretas es casi íntima y perfecta para tomar el té con amigas. Tiene encanto y estilo en los tés en hebra que ofrece (calientes y fríos), en el servicio de cafetería, en los jugos y en la vajilla. En particular, las teteras están recubiertas con vestidos de crochet, un detalle peculiar, un viaje a la mesa de las abuelas. Philomène es muy pequeño y demasiado bullicioso para estudiar o trabajar, pero es tan lindo para ponerse al día con los afectos.
Café Ramona (Centro).Café Ramona es muy nuevo y está glamorosamente ambientado. Tiene un diseño jugado, con mesas de mármol gris que en el conjunto brindan una cálida sensación. Ramona ofrece desayunos, almuerzos, meriendas y cenas, y tiene una carta con propuestas veganas, incluso. Sin lugar a dudas, ¡es una innovación en el mundo de las propuestas gastronómicas montevideanas! El café tiene todo lo necesario para acompañar introspección, charlas, trabajo o estudio porque ofrece buen sabor, leche descremada y espuma. Cuentan con buena wifi y mesas lo suficientemente amplias como para trabajar individualmente o en pequeños grupos.
Late Café (Punta del Este).En una amplia casa de una esquina de la calle Los Alpes está Late que tiene una propuesta con toques gourmet para almuerzos, meriendas y cenas. Sus mesas son cómodas y en especial hay una bajita con dos sofás al lado de la estufa: un rincón que es un encanto. No probé el café porque no tenían leche descremada, así que me incliné por el té y no fue una decepción pues ofrecen la excelente línea Alma Té que se vende en Punta del Este. La wifi es abierta (solicita algunos datos) y funciona bastante bien, así que el lugar es óptimo para trabajar o webear, aunque la atención me pareció algo “rústica”.
Tea for Three / TFT (Punta del Este).Tea for Three es perfecto o casi… porque solo le falta contar con vista al mar para obtener un diez sobre diez. Adoro TFT, he ido varias veces y tengo horas de trabajo de tesis ahí. Tiene mesas grandes (una “comunal” que es perfecta para compartir con otros comensales, tan de moda en el extranjero) y otras más íntimas. El café es bastante rico y ofrecen leche descremada. La atención es excelente y el ambiente fantástico, es el típico lugar en el que se respira “buena onda”. La wifi es potente y cuentan con varios enchufes. Si estuviera en Montevideo, sería mi segunda oficina, sin lugar a dudas.
En el hogar se puede disfrutar de un buen café, tan rico como los de bar, sin la necesidad de contar con un costoso y enorme despliegue. Para ello hay dos artefactos que son muy recomendables, prácticos y fáciles de usar: la prensa francesa y la cafetera italiana.
La prensa francesa —también conocida como cafetera de émbolo o de pistón— es un cilindro, comúnmente de vidrio, con un émbolo que filtra el agua. Su funcionamiento es sencillo, pues solamente hay que verter café en el fondo del cilindro —una medida por cada taza—, incorporar agua caliente, presionar el émbolo hasta abajo para que se sedimente el café y filtre el agua, y en último término dejar reposar unos minutos.
De la prensa francesa resulta una bebida fuerte, con el cuerpo de un café recién colado: perfecto para el shock de cafeína que se necesita en el desayuno, por ejemplo. El café está listo en minutos, a tiempo mientras se preparan las tostadas o al regreso de la jornada laboral cuando las energías menguan y todavía hay que encarar un sinfín de tareas y actividades.
Hay cafeteras de émbolo de diversos tamaños: las pequeñas para una o dos tazas y las grandes para toda una familia. Los cilindros suelen tener una cubierta de metal, caucho o plástico con diversos diseños y colores. Algunas tienen un soporte con pie, incluso; las hay clásicas, modernas, minimalistas.
Esta cafetera se limpia con facilidad ya que únicamente hay que retirar el remanente de café y la estructura que recubre el cilindro antes de lavar (vaso y émbolo) con abundante agua para que no queden restos de café en el filtro. La prensa francesa es, en síntesis, muy práctica y por ello muy recomendable para el hogar y el trabajo, incluso.
La cafetera italiana es una belleza de estilizado diseño, y produce un café sin igual, tanto que para algunos “baristas” es una de las mejores opciones. La bebida que elabora la italiana es muy intensa y emana un aroma penetrante. La Bialetti de base hexagonal es la más conocida entre su especie, pero en el mercado hay una gama muy amplia, desde las clásicas hasta las más modernas con diseños de última generación (algunos de vanguardia y con espectaculares colores).
La italiana está hecha de aluminio o de acero inoxidable y consta de tres partes principales: calentador (también conocido como tetera), filtro y recolector. En el calentador se agrega el agua y se coloca el filtro. En este se vierte el café molido hasta el borde y sin presionar, y arriba se enrosca el recolector. La cafetera va directo al fuego —sobre la hornalla— y luego de unos minutos, después de que el agua hierve, comienza a salir vapor. En ese momento se retira del fuego y el café está listo para una dosis de perfecto sabor que hará mágico ese instante.
Para lavar la italiana se desenrosca el recolector, se retira el filtro, se desecha el café y con se limpian todas las piezas con cuidado. Así de simple; así de eficaz es esta cafetera que, por todo ello, es la elegida por los italianos.
Un café que se precie de tal necesita —además de un dispositivo acorde— granos de buena calidad, que pueden ser molidos o enteros. Si se eligen los enteros, hay que contar con un molinillo; si se optan por los granos molidos, el tipo de cafetera definirá el grosor. En Montevideo hay una interesante oferta de puros y mezclas de diversos orígenes y sabores. Kenia, Sumatra, Brasil, Costa Rica, Perú y Colombia pueden estar en las tazas hogareñas luego de una visita a El Palacio del Café, The Lab Coffee Roasters o La Madriguera Café. En estas tiendas ofrecen una amplia variedad, saben qué es lo que venden y asesoran con criterio. En los supermercados también hay reconocidas marcas extranjeras y en las tiendas gourmet la oferta se amplía a la gama de los orgánicos.
Con la italiana o la prensa y unos buenos granos está todo listo, luego resta probar y dejarse llevar por el torrente de energía que se dispara al ingerir una verdadera taza de café recién preparado. Hay quienes lo toman solo y fuerte, otros lo cortan con leche (entera, descremada, deslactosada) y algunos lo endulzan con azúcar rubio, edulcorante, miel o agave.
El café marida con todas las ocasiones: las especiales como una primera cita, el fin de una comida y también un momento cotidiano a solas. Es una bebida con vasta historia y motivo de encuentros y desencuentros en la literatura y en el cine. También tiene vida propia en las redes sociales y actualmente hay sugestivas imágenes en Pinterest e Instagram con la etiqueta #café. En Montevideo se disfruta un momento de auge en el que el café se sirve cada día con mayor profesionalización y quienes quieren ir por más pueden asistir a clases sobre brewing, cafeteras, “barismo” profesional, “latte art” en The Lab Coffee Roasters o Caffetto Prado.