El café: un placer fugaz y sintético

El «señor espresso» de Buenos Aires visitó Uruguay. Nicolás Artusi, periodista especializado en café, presentó su último libro en Montevideo y en menos de cuarenta y ocho horas lo entrevistaron diez medios de comunicación, conoció ocho cafeterías y dio dos charlas. Siempre sonriente y dispuesto a la conversación, superó el cansancio de un tour cafetero intenso y lo hizo a base de muchos (¡muchos!) espressos, su bebida favorita.

El ombusdman del café
Aportes para delinear el mapa cafetero de Montevideo
Extraordinarias cafeterías montevideanas


El ombusdman del café

La primera actividad pública, la presentación de Manual de Café, fue en el Mercado Ferrando. La organización estuvo a cargo de la Librería del Mercado y de la editorial Planeta y la difusión fue tal que el entrepiso del Ferrando mostró el gran interés que concita el café en nuestro país. Los asistentes, que comenzaron a llegar temprano para asegurarse el lugar, degustaron café de Ganache y tentadores bocados de Valentino´s Coffee.

Pinitos de dulce de leche y merenguitos sin gluten, masitas de naranja, chocolate y dulce de leche, y minialfajores de maicena preparados por Debora Leivas y Diego Bonilla de Valentino´s Coffee.

Minutos antes de comenzar, Dahianna Andino (tostadora y barista de Ganache) preparó una prensa francesa para el periodista y para la presentadora, Lala Antúnez. En una distendida charla, Lala y Nicolás hablaron acerca de Sommelier de café, el personaje que el periodista creó hace diez años luego de una «corrida que lo oxigenó con endorfinas» y en la que vislumbró el futuro de su pasión cafetera, un interés que lo acompaña desde niño. En aquel momento, el periodista escribía para Clarín y su editora le respondió que el café era un tema interesante, pero que en tres meses ya no tendría nada más para decir. Una década después Artusi es uno de los referentes del Río de la Plata: publicó dos libros específicos (Café y Manual de Café), tiene un portal, y ha dado cursos y charlas en Argentina y en el exterior.

La importancia del molino y de la molienda, si el café de especialidad lleva azúcar o no y el café glaseado fueron algunos de los tantos temas sobre los que el periodista se explayó. Lo hizo con elocuencia, con datos y anécdotas. Artusi aportó sentido a un hábito cotidiano que él ha resignificado especialmente. «El café es un placer democrático, un espresso cuesta más o menos lo mismo en cualquier parte del mundo y permite una pausa en la vida apresurada», comentó con un gesto que repite con naturalidad: una taza imaginaria próxima a su boca, un café listo para tomar, su droga diaria. «Soy el ombusdman del café, un garante de la calidad», agregó.

Manual del Café, el texto publicado en febrero de este año en Argentina, fue el tema más importante de la noche. El libro es la síntesis de los diez años del periodista como Sommelier de café, resume su experiencia y es una guía para aprender a comprar, preparar y tomar el «oro líquido». Es su «hijo pródigo» y Artusi habla de la obra casi con devoción. Escucharlo es una invitación múltiple: a leer el libro, a conocer más sobre el café y, en especial, a degustar espressos, ristrettos, cortados y flat whites.

Después de una hora de pasear por cafetales, cafeterías y tazas, sin que decayera el interés, la primera jornada cafeteril terminó con la firma de libros y continuó con más café.


Aportes para delinear el mapa cafetero de Montevideo

El tour cafetero de Artusi comenzó el martes con Ganache Mercado Ferrando y La Farmacia Café entre entrevistas y la presentación del libro. El miércoles continuó con La Madriguera, Culto, Café Brasilero, The Lab Punta Carretas, Escaramuza y Craft The Art of Coffee. El objetivo era cubrir los cafés de los tostadores nacionales y casi lo logró. Para la próxima visita ―que será en breve, según mencionó en más de una ocasión― quedaron Cafetto Prado y Gourmand Roastery.

De la pionera Ganache, Nicolás destacó el «poderoso» flat white con el que desayunó el martes al arribar a Montevideo. En la tarde, probó una prensa francesa con los exclusivos granos tostados para la ocasión y también un espresso, por supuesto.

Ganache Café de Especialidad: Dahianna Andino, tostadora / Ganache Mercado Ferrando: Chaná 2120.

El primer café del miércoles fue un espresso en Carrasco. El tour comenzó temprano y el viaje hasta la cafetería avivó la necesidad cafetera de Nicolás y de los demás miembros del equipo. Las bebidas preparadas por los baristas se sintieron como el elixir esperado. «La herbácea La Madriguera Café es una maravilla rodeada por un jardín», mencionó el periodista mientras tomaba fotos del exterior de la cafetería.

La Madriguera Café: Michelle Temeirão, tostadora (Seis Montes) / Divina Comedia 1666.

«La muy deslumbrante Culto, donde se rinden ante el café de especialidad», fue la siguiente parada del día. El segundo espresso de Nicolás fue degustado mientras relevaba la prensa del día, otra de sus pasiones. Tomar café y leer el diario son costumbres que lo acompañan desde niño y que realiza siempre, incluso cuando está de vacaciones.

Culto Café (ex Nómade): Álvaro Planzo, tostador / Canelones 2154.

El histórico Café Brasilero, «donde los poetas se sientan a ver la vida pasar», fue la única cafetería fuera del rubro de especialidad del recorrido. A pesar de los setenta cafés notables de Buenos Aires que Artusi conoce muy bien, el Café Brasilero lo sorprendió con el brillo de sus espejos y maderas.

Café Brasilero: Ituzaingó 1447.

The Lab Coffee Roasters Punta Carretas lo impresionó por «tantos ambientes como bebidas cafeteriles». El barista Robert Flores fue el anfitrión perfecto para aportar los datos del origen y tostado del blend de Brasil servido. Era mediodía y fue el tercer espresso del día, faltaban todavía varios (el de Escaramuza después del almuerzo y los de la tarde en Craft).

The Lab Coffee Roasters: Verónica Leyton, tostadora / The Lab Punta Carretas: José Luis Zorrilla de San Martín 146.


Extraordinarias cafeterías montevideanas, en sintonía con las de las grandes ciudades

Círculo Café organizó una charla en Craft el miércoles de tardecita. La cafetería de Punta Carretas estaba colmada de invitados, pues la fiesta montevideana de café continuaba.

El periodista, con la confianza que otorgan varias horas de charlas y de cafés, sentenció que luego del maratón cafeteril no hablaría sobre «cafeterías, cafés, libros, viajes, religión, sexo y comida; tampoco del pasado, del presente ni del futuro; ni de Hitchcock, uno de sus autores favoritos. Solo podría hablar de Woody Allen, «pero hoy en día es políticamente incorrecto», agregó. Su deseo no se cumplió y la charla comenzó con las múltiples cafeterías montevideanas que visitó. Artusi rio, y con un espresso inauguró el conversatorio.

«La costumbre de tomar café es muy parecida en las grandes ciudades del mundo. Con esta visita pude confirmar que el café que se está tomando acá no solo es extraordinario, sino que está en sintonía con el de las ciudades del café de la modernidad: Sydney, Melbourne, Londres, Nueva York, San Francisco». La aseveración del periodista enorgulleció a los presentes, en especial a los integrantes del rubro cafetero.

Para el especialista, la nueva tendencia del café (que muchos denominan ola) se caracteriza por la puesta en escena de cafés de distintos orígenes: Kenia, Etiopía, Honduras, Guatemala, Costa Rica o Nicaragua, entre otros «Es un valor cultural y esa es una de las primeras cosas que vi acá. Aprecié mezclas y una selección de cafés de origen con una curiosidad viajera o antropológica por explicar los orígenes». También la presencia de la máquina ―que ocupa un lugar preponderante en las cafeterías, en contraposición con la de los bares antiguos donde se escondía― es identitaria de la nueva tendencia. «Y detrás de la cafetera está el barista. Antes era un patito feo; antiguamente el café lo preparaba el bachero, el mozo o el chico de los mandados. Ahora los baristas son protagonistas de una revolución y se abren nuevas oportunidades porque es un oficio muy demandado. Además, los baristas se convierten en divulgadores culturales. Me parece que van a ocupar de una forma inmediata un lugar de referencia, similar al que tienen los cocineros y los bartenders que, además de tener la custodia de un saber específico, se han convertido en divulgadores de historias». 

Artusi reveló que, antes de viajar, se informa sobre las cafeterías del lugar que visitará. Investiga en guías, consulta referentes y se deja, fundamentalmente, guiar por la intuición. «Tomar un café es un placer fugaz y sintético», agregó con convicción mientras el público asentía. «Hay que dejarse guiar y también hacer su propio mapa, el de cada uno».

Al momento de recomendar, procura hacer un recorte, editar, como si se tratara de una curaduría. Desde su lugar y con responsabilidad, busca opciones para generar cultura de café y «ofrecer un match con los fanáticos para que tengan herramientas y que puedan exigir un buen café«. Según el periodista, el consumo de café pasó de irreflexivo y automático a generar gran interés. «Por lo general, no pensábamos en lo que estábamos tomando, no nos deteníamos a mirarlo ni a olerlo, y mí me interesa ser un divulgador para que la gente pueda tomar un mejor café».

De esta manera, en torno al café y al periodista, los cafeteros uruguayos pudieron generar nuevas conversaciones sobre una expresión cultural de esta época. «Pensábamos que era agua caliente con algún aditivo, no sabíamos que nos gustaba tanto y que había un universo detrás», resumió el Sommelier de café antes de pedir un espresso más, el décimo del día, su medida mínima.

El café de Craft es «una verdadera artesanía». La cafetería de Nieves y Diego está en José Luis Zorrilla de San Martín 286 y, además de la amabilidad que los caracteriza, sirven con técnica los granos tostados por Culto.

Fotografías: Javier Noceti

«Tierra en los pies», Alva Sueiras sobre Hugo Soca: reseña de La Librería del Mercado en Alacarta.uy

Publicado en Alacarta.uy / 6 de julio de 2019

Tierra en los pies, recientemente publicado por Planeta, es un retrato íntimo de Hugo Soca escrito por la periodista Alva Sueiras. El libro, de 236 páginas, recorre la vida del reconocido cocinero de nuestro país. Es la historia de un niño que quería un futuro diferente y «despegado de su realidad»; la de un hombre con raíces en el campo que reivindica la cocina de hogar desde su restaurante, la TV y sus libros.

Atreverse a contar

«Cuando Claudia Garín, de Planeta, me llamó para hacer el libro me pareció un poco raro», confiesa Hugo Soca. «¿Un libro sobre mí? Yo me he cuidado mucho, la gente no sabe de mi vida, no sabe el color de mi sillón, si tomo café de mañana, si tengo gato o perro». Agrega que cuando firmó el contrato pensó que era una locura exponerse, pero no tenía nada que ocultar, sabía que su hermetismo había generado interés y tenía un mensaje para compartir.

La autora elegida por la editorial Planeta fue Alva Sueiras, española, especializada en Hostelería —hotelería y gastronomía— y periodista. Alva y Hugo trabajaron durante cinco meses. Se reunieron semanalmente en casa de Hugo, se fueron conociendo y se hicieron amigos. «Cada miércoles a las 3 de la tarde él me esperaba con un café y me contaba cosas de su vida. Yo, además, tenía un índice que había hecho previamente. Para la segunda parte del libro, entrevisté a 30 personas: familia, allegados y colegas que podían aportar otra mirada», explica la escritora. El resultado es un libro con más de veinte capítulos cortos, independientes y con buen ritmo. Un libro que se lee rápidamente y que incluye la voz de Hugo y otras tantas.

Tierra en los pies muestra «un ejemplo de vida sin sensacionalismos». «No es un libro de superación, pero sí es un ejemplo de vida», aclara Alva porque «Hugo, de niño y en el campo, soñaba con un futuro diferente, soñaba con salir en la televisión y escribir libros». El retrato comienza con la vida rural, vivencias que fueron confirmadas y enriquecidas con los aportes de su familia. Luego hay varios capítulos en los que se narran las primeras experiencias en la gastronomía y varias cuestiones íntimas. «Soy gay y no lo escondo. Otra cosa es ser reservado de mi privacidad». Así comienza el capítulo Franja Verde en el que cuenta algunas peripecias con «noviecitas», cuando asumió su homosexualidad y el momento en que se lo contó a su madre y hermanas.

También hay otras vivencias igualmente importantes: las privaciones económicas, la muerte del padre y el quiebre afectivo con su pareja y socio. En el libro, el cocinero se muestra abierto porque desde un primer momento supo que tenía que «ser sincero y contar». Hay un Hugo Soca estratégico que decidió raparse el pelo para diferenciarse de sus colegas y otro polémico que deja en evidencia cuestiones que considera que están mal. En el capítulo La cocina, un reino de divas, dice que le gustaría «que hubiera una unión real entre colegas, unidos desde la verdad y la sensibilidad como única forma de alcanzar objetivos». Soca se pregunta por alianzas que «pretenden ser provechosas» y asociaciones gastronómicas creadas «por intereses propios».  

Voces «sin pelos en la lengua»

Además de la familia, la autora realizó numeosas entrevistas más. La lista la hicieron en conjunto, buscaron amigos, conocidos y especialistas en gastronomía que pudieran aportar diferentes matices en torno al rol de Hugo como cocinero. «Buscamos gente sin pelos en la lengua. Personas que no tuvieran problemas en hablar y que no buscaran quedar bien», explica Hugo. De esta manera, en el libro aparecen Lucas Fuente, Laura Rosano, Lucía Soria, Danny Sadi, Ana Laura Zerpa, Marian Caviglia, Tomás Bartesaghi, Titina Núñez y Gustavo Laborde del área gastronómica; Leonardo Saucedo, Lourdes Álvarez, Paula Pons, Alberto Pino, Belén Mengen y Karen Jawetz, emprendedores y comerciantes.

Sus opiniones reafirman la figura de Hugo, lo hacen desde diferentes ángulos: culinarios, académicos, empresariales y de amistad. Con sus palabras dan cuenta de diversos reflejos para que el lector pueda reconocer ángulos y aristas del chef. Su presencia en el libro habla del lugar que ocupa Hugo Soca en la cocina del país. En ese sentido, Laura Rosano aporta: «Entre los diez-quince cocineros del país, siempre está Hugo. Él lo que hizo fue sacarle el complejo a lo que comemos los uruguayos. (…) Ahora fue a un segundo nivel buscando quiénes producen los productos uruguayos» (pág. 115).

Además de estas miradas, el libro incluye un conjunto de recetas que fueron elegidas porque son parte de la historia y de la identidad del chef. La gente las espera cuando se trata de Hugo Soca y «reivindican los sabores de la infancia, son recetas que rescatan memoria, son las preparaciones que se hacían en su casa cuando era niño», expresa Alva. El pan de campo, el puchero, los buñuelos de espinaca, la pizza, la pascualina, la pastafrola, la torta de la abuela Tona (Petrona), el arroz con leche y los zapallos en almíbar son expresiones de la cocina típica de nuestro país que el cocinero ha reivindicado en sus libros y en el restaurante Tona.

Mirar a los ojos

Para la foto de tapa, Hugo sugirió varios fotógrafos y finalmente escogieron a Lucía Carriquiry. «Ella, en otra foto, me había interpretado muy bien la mirada. Yo quería mirar a la gente a los ojos». El efecto fue logrado y Soca aparece en portada sonriente, «descontracturado y relajado, sin dejar de lado los detalles» porque a Hugo «lo alimenta el gustar», afirma la autora en la página 121.

Buscando esa conexión, el libro muestra un cocinero que, como dice Lucas Fuente (pág. 81), «no va de diva por el éxito. Se corrió de eso y lo demostró haciendo empanadas y buñuelos de espinaca en su restaurante para valorizar nuestras raíces». Un hombre que se reinventa y que planifica cambios para avanzar en su vida personal y profesional. Por eso, en Tierra en los pies Alva Sueiras y Hugo Soca muestran diversos espejos en los que los lectores pueden identificarse y soñar porque «este libro te enseña que los sueños se pueden concretar y que para eso hay que fijarse objetivos y trabajar», dice Soca.

Además de Tierra en los pies, habrá otras novedades de Alva Sueiras y Hugo Soca en los próximos meses. A Alva le ofrecieron un segundo libro y Hugo, que procura reinventarse cuando es necesario, «anda rumiando un emprendimiento (…) que aún no se ha implementado en el país», según confiesa en el capítulo La cocina como camino.

Tierra en los pies. Retrato íntimo de Hugo Soca
Fecha de publicación: Junio de 2019
Autora: Alva Sueiras
Editorial: Planeta
236 páginas más índice; encuadernación rústica
$ 590 en La Librería del Mercado (@delmercadouy) y en librerías de todo el país

Conversaciones de café: Nicolás Artusi aporta signos a la movida uruguaya

Hace cinco años, en 2014, el café de especialidad comenzó a cobrar importancia en nuestro país. El término refiere a los granos de la variedad arábica —aunque en el último tiempo comienza a incluirse cierto tipo de robusta— que son cuidados artesanalmente y que logran un puntaje mínimo de ochenta sobre cien según la escala propuesta por la Specialty Coffee Association (SCA). Estos cafés después los preparan los baristas según parámetros internacionales de calidad.

El café de especialidad es tendencia en el mundo y Uruguay lo adopta con tostadores locales —que compran el café verde directamente en las fincas o a través de intermediarios— y cafeterías en las que los baristas hacen lucir los granos. Los clientes locales y los turistas responden, y amplían el paladar de café entre sorbos y conversaciones. A su vez, se generan especialistas que hablan del tema, surgen iniciativas culturales a propósito del café y cursos.

En este marco, la Librería del Mercado y la editorial Planeta Uruguay aportan nuevos recursos simbólicos con la visita de Nicolás Artusi, periodista argentino especialista en el tema. El autor llega a Montevideo para presentar Manual de Café, su último libro editado en febrero de este año. La actividad se realizará el martes 30 de julio de 2019 a las 18:30 h en el Mercado Ferrando (Chaná 2120) con entrada libre hasta cubrir la capacidad de la sala, café de Ganache y bocados de Valentino´s Coffee. Por su parte, Círculo Café, la iniciativa cultural de la gestora Andrea Abella, sumará una entrevista en vivo el miércoles 31 de julio en Craft con cupos ya agotados.

Artusi hace más de diez años que, a través del personaje Sommelier de café, brinda novedades y crea cultura en torno al tema. Lo hace en diversos medios (radio, prensa y digital) y es uno de los referentes en la Argentina con proyección internacional. Además de ocuparse del café como producto y de describir las cafeterías del vecino país, viaja y toma espressos en cada ciudad que visita.

Días antes de llegar a Uruguay confesó que está deseoso de cotejar la «mundialización de las cafeterías» en Montevideo. «Después de haber viajado bastante, sobre todo de haber conocido ciudades donde el café de especialidad es tan importante como Nueva York, Sydney, Melbourne, Londres o San Francisco, encontré que hay una especie de registro universal de cafeterías. Las de Buenos Aires no son ajenas a ese fenómeno y por eso me dan ganas de chequear cuán parecidas o diferentes son las cafeterías de especialidad de Montevideo», agregó. En las diferentes instancias en las que Artusi se presentará en nuestra ciudad se podrá conocer, de primera mano, los parámetros de la «internacional cafeteril» como los denomina el periodista. Además, brindará detalles de Manual del Café y todo lo que rodea a la «taza perfecta», pues el libro es, según el autor, la «guía definitiva para comprar, preparar y tomar» café.

Foto 1: @javier.noceti para Granizo / Fotos 2 y 3: extraídas de @sommelierdecafe / Foto 4: @gasparkunis

«Manjar líquido» para comer con cuchara. Sopas en #Alacarta.Uy

Publicado en Alacarta / 14 de agosto de 2018

Con las temperaturas debajo de los diez grados y el viento ramblero que desmelena palmeras, la sopa gana presencia en los almuerzos y las cenas invernales. Aunque existen apetitosas versiones frías, en la gastronomía uruguaya suelen consumirse entre el otoño y la primavera, con especial énfasis en los meses más fríos.

La sopa es un plato básico que se encuentra en todos los países. Es un «manjar líquido», según el diccionario culinario Larousse Gastronomique, y en sus orígenes era una «rebanada de pan sobre la que se vertía caldo, vino, una salsa o una preparación líquida». Para Harold Mc Gee, referente gastronómico norteamericano y columnista en el New York Times (The Curious Cook), es una clase de de alimento muy versátil, pero difícil de definir. Se preparan con casi cualquier ingrediente, «pueden ser transparentes o turbias, homogéneas o con tropezones, espesas o diluidas, calientes o frías. Mientra sea lo bastante fluida para comerla con cuchara, se la puede llamar sopa», menciona el especialista.

La historia de la sopa coincide con la del fuego y la agricultura, se explica en el libro Sopas y Potajes. Y, por tener escasas referencias, es difícil determinar su origen con exactitud. Se conoce, sin embargo, que la cocción en agua fue una forma práctica de hacer que legumbres, verduras y cereales se tornasen comestibles y más fáciles de digerir. Las sopas están presentes en todas las culturas y las diversas regiones cuentan, entre sus tradiciones gastronómicas, las más diversas variantes según la cosecha agrícola local.

Inagotables combinaciones

Desde hace unos años, con la revalorización de la cocina de hogar, las sopas regresaron a escena, aunque no es la primera vez. La historia de su consumo ha oscilado en más de una ocasión. Durante la Edad Media y el Renacimiento, eran adecuadas para los estamentos más bajos, a excepción de los «caldos de sustancia y sopas más o menos cremosas preparadas a base de leche, almendras, huevos, azúcar, agua de rosas y especias», según se detalla en Sopas y Potajes. Con la codificación de la cocina —siglos XVIII y XIX—, las sopas se ganaron un lugar en los recetarios familiares de la burguesía, pero luego de la Segunda Guerra Mundial volvieron a un segundo plano.

En la actualidad, el regreso de esta preparación se concreta no solamente en el plato. También hay innumerables libros que, en exclusividad, presentan recetas y consejos para una alimento que puede elaborarse con un amplio rango de ingredientes, sazones y guarniciones y que, según la cocción y apariencia, puede ser claro (caldo y consomé) o espeso (crema o sopa puré), según consta en el el prestigioso libro culinario On Cooking.

Además de la amplia y vistosa oferta de recetarios, los restaurantes también han incorporado la sopa en sus cartas. Los cocineros más famosos tienen sus recetas preferidas. El recientemente fallecido Paul Bocuse, creador de la nouvelle cuisine, ofrecía sopa de trufas negras; Massimo Bottura, considerado en la actualidad como el mejor chef del mundo por The World’s 50 Best Restaurants, ha elegido la sopa de pescado y mariscos entre los platos recomendados de Osteria Francescana (Módena, Italia) y Gastón Acurio sirve ocho sopas diferentes en el Madam Tusan de Perú.

Repertorio montevideano

La oferta de sopas en los restaurantes montevideanos también es variada, aunque mayormente predominan las cremas de verduras. Los cocineros uruguayos, atentos a las tendencias gastronómicas internacionales, han agregado un plato que tiene tradición en el país (Hugo Soca incluye la sopa de cebolla en su libro Nuestras recetas de siempre).

Ya no es extraño ver vasijas, cuencos y platos hondos con sustanciosas porciones de «manjar líquido caliente». De muchas verduras, de zapallo, zanahoria o tomate, de leguminosas y con los aportes del queso, croutons, oliva o especias, las sopas han encontrado un lugar en las cartas gastronómicas y expresan química y arte en su elaboración. En un breve e incipiente paseo por el repertorio montevideano, invitamos a reparar en un plato de larga historia y con vigencia.

Natural Food & Market (Ciudad Vieja). En Natural, una de las últimas incorporaciones de comida saludable, preparan sopa casera de diferentes sabores cada día. Las sirven en vasos medianos para retirar de las vitrinas y en bols de cerámica para la asistencia a la mesa. La de arvejas es caserísima, liviana y de marcado sabor. Una propuesta que se instala en el paisaje gastronómico montevideano que no suele incluir sopa de legumbres.

«En Natural, acompañamos las sopas con queso orgánico sbrinz y croutons de masa madre», explica Rosina Petit, licenciada en Nutrición y encargada del local. Estos detalles gastronómicos dan cuenta de un cuidado concepto de alimentación y servicio que se observa en diversos productos del restaurante.

Natural / Bacacay 1339 / Mediodías de lunes a sábado.

Namasté Veggie Restó & Chillout Bar (Punta Carretas). La sopa de calabaza especiada de Namasté es casi un puré. Deliciosa y sin crema ni otros espesantes, es un plato que cautiva al paladar y también a la vista, servido en un encantador cuenco de loza con tapa. La versión del «manjar líquido caliente» de este local vegetariano es contundente, casi de «cuchara parada» y original, a pesar de llevar a la popular calabaza como ingrediente principal, uno de los más elegidos al momento de preparar sopa.

Para Martín Bonavita, gerente de Namasté, «la sopa es lo primero: un superaperitivo que no falla y que, a veces, es tan bueno que queda como principal». Además de la de calabaza con especias —que es vegana—, preparan una de apio que hay que probar porque «habla por sí misma», según Bonativa.

Namasté / Bvar. Artigas 1176 / Mediodías (de lunes a sábados) y noches (de martes a sábados).

Bar Lobo (Punta Carretas). En un tazón blanco y de boca muy ancha, la sopa de verduras de Bar Lobo es una opción sentadora, con cuerpo y equilibrio de sabores. La preparan con diversos vegetales de estación; tiene muy buen color y brillo, es homogénea y con el balance apropiado. No usan espesantes y, muchas veces, cocinan los vegetales con cáscara. Antes de servir —siempre bien caliente—, la cuelan para que tenga tersura. En Bar Lobo la sopa es, además, un aperitivo que ofrecen en un breve shot que invita a más. Es el toque de sabor de la bienvenida, un detalle que expresa la calidez de su cocina.

Lucía Ubiedo, gerenta de Bar Lobo, narra la historia de la sopa en el restaurante. «Nos acompaña desde hace nueve años. Abrimos el 17 de marzo de 2009, veníamos de España y allá, cada mañana, tomábamos gazpacho, una sopa de tomate que tiene varias recetas. Al llegar acá, ya teníamos esa costumbre y ese día decidimos compartirla con los clientes. Me acuerdo de que habíamos traído unos vasos chiquititos de España y comenzamos a convidar con gazpacho. A algunos les llamaba la atención el color, otros no sabían qué era, algunos preguntaban si tenía alcohol o si podían tomarlo los niños. Para nosotros fue genial, todos se animaban a probarlo y nos decían que era muy rico». En la primera carta de Bar Lobo el gazpacho tuvo su lugar; con la llegada del invierno, «la sopa fría ya no era lo más adecuado y comenzamos a dar chupitos de invitación con sopas calientes que también sumamos a la carta», explica Ubiedo.

Bar Lobo / Coronel Mora 495 / Mediodías y noches (martes cerrado).

Benicio Deli & Coffee House (Puerto del Buceo). En Benicio, que se especializa en ensaladas y sándwiches, hay sopa de espinaca, de tomate, de zapallo y de zanahoria al curry. Chicas, medianas y grandes, son platos abundantes con definido sabor natural, de limpia presencia y con buena textura. Los ingredientes principales, siempre frescos, se destacan en relación armónica con los demás y la de zanahorias al curry tiene exquisito sabor y un perfume particular que permite imaginar la India en cada cucharada. La última novedad es la de remolacha, una preparación con un maravilloso color que contrasta con la loza blanca —para subir a Instagram al instante—; es sabrosa, equilibrada y muy suave.

Florencia Marques explica que las sopas son parte de la identidad de Benicio. «Nuestra carta se caracteriza por las sopas ricas y saludables, no usamos espesantes y están hechas con ingredientes naturales, con predominio de las verduras y las especias». La empresaria agrega que en un principio la sopa era una opción netamente femenina, pero que ahora ha ganado al público masculino también. El secreto de las sopas de Benicio es la cocción lenta para que las verduras espesen con su propio jugo. «¡Y amor!», añade Marques.

Benicio / Avda. Luis Alberto de Herrera 1090 / Mediodías (de lunes a sábado).

Café Misterio (Carrasco). La sopa de calabaza con almendras de Café Misterio tiene un secreto que aporta tersura: un toque de manteca. Es irresistible. La de tomate es fragante y con un dejo dulzón. Las sirven calientes —en la medida justa— y espesas, en cuencos negros de cerámica, casi cónicos y con ondulaciones, tan elegantes como la propuesta de Café Misterio.

Fabricio Sergio, jefe de cocina de Café Misterio, hace especial énfasis en la guarnición y agrega que la de zanahoria lleva un mix de semillas tostadas (lino, sésamo negro, sésamo blanco, girasol y chía), aceite de oliva y brotes de rúcula. «La guarnición no siempre va arriba», agrega. «El año pasado hicimos una de pescado y jugábamos con el efecto sorpresa en el fondo del plato. Además, procuramos romper con ciertos estereotipos y salir de la sopa tradicional». La de boniato es un buen ejemplo, una sopa que se visualiza, cada día más, en las cartas gastronómicas montevideanas. «Queda muy buena, se logran sabores dulces, me gusta el boniato zanahoria que combina muy bien con leche de coco, jengibre y jerez», explica el chef.

Café Misterio / Costa Rica esq Rivera / Mediodías (de lunes a viernes) y noches (de lunes a sábados).

Recetarios soperos
En La Librería del Mercado (Mercado Ferrando), especializada en gastronomía, hay numerosos libros específicos sobre sopas y también otros clásicos con recetas tradicionales de nuestro país y del mundo.
Caldos. Vicki Edgson y Heather Thomas. Blume, 2016
Depura Sopa. Elina Fuhrman. Gaia, 2016
Sopas detox. Nicole Pisani y Kate Adams. Grijalbo, 2016
Sopeando. Alison Velázquez. Gaia, 2016
Super sopas 80 recetas veganas para toda la familia. Ana Benitez. Sirio, 2016
Super Sopas. Marisa Aguirre. Cooked, 2017
Superfood. Judith Morris. Sirio, 2016
Instituto Crandon. Manual de Cocina. Ediciones B, 2018
Hugo Soca. Nuestras recetas de siempre. Aguaclara editorial, 2012

Referencias bibliográficas
Harold McGee. La buena cocina. Cómo preparar los mejores platos y recetas. Editorial Debate, 2010.
Sarah Labensky y Alan Hause. On Cooking. Prentice Hall, 1994.
Sopas y potajes. Cocinar hoy: recetas, secretos y consejos. De Vecchi Ediciones, 2012.

Una librería gastronómica que se alimenta del diálogo con los clientes

En la Librería del Mercado (Mercado Ferrando) hay «provocaciones» culinarias en formato papel. Son tres mil libros en 15 metros cuadrados. Casi una obra de arquitectura y diseño —un perfecto ensamble— para tentar con libros de cocina y vinos. También hay ficción para niños y para adultos, pero «esta es una librería de nicho» en la que se ofrecen obras de cocineros uruguayos, del Mercosur y del mundo, explica Laura Martínez, responsable del local.

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En la mesa de la entrada, una «rotonda» con diseño minimalista, se exhiben Los frutos nativos de Laura Rosano, Nuestras recetas de siempre de Hugo Soca, ROU de Marcela Baruch y Pía Supervielle, Las cuatro estaciones de Juliana López May, Cocina fresca y ligera de Donna Hay.

A la derecha, en una estantería desde el piso al techo, están los libros de gastronomía y afines. Recorrer los títulos es un viaje por los sabores de América, del Mediterráneo, de Medio Oriente y de Tailandia, muy de moda en este momento. Hay libros para el gran público y específicos para los interesados en la temática culinaria. A la izquierda, en otra estantería tan grande como la anterior, hay ficción para niños y adultos. En el mostrador, se exhiben postales del país y Uruguay Highlights, el último libro de Aguaclara.

La Librería es la materialización del sueño y del trabajo de Laura Martínez (44), licenciada en comunicación. Laura es argentina ―«¡cordobesa!», corrige inmediatamente. Una cordobesa casi sin acento, pero casi… porque en algunos momentos, cuando la conversación se aligera, su voz recrea el canto de las sierras argentinas. «Ya digo setiembre sin p», bromea. «Pero digo zapatillas, no puedo con championes».

Hace un año y ocho meses se vino a Montevideo. «Tuve un paso por barrica porteña… 15 años en Buenos Aires y de Buenos Aires a Montevideo es como volver a Córdoba, es cierto, pero es un regreso con mar…». Laura suspira y dice que no piensa regresar a Córdoba porque quería vivir en otro país y Uruguay fue la oportunidad. «No la dejé pasar porque me gustó siempre, la idiosincracia es similar, aunque no somos iguales, somos parecidos. Hay un idilio, una visión romántica del Uruguay, un país que no está tan contaminado de los vicios de Argentina, en especial de los vicios porteños. Por supuesto que también tiene lo suyo, pero en otra escala. Es cansador vivir en una sociedad totalmente dividida en dos bandos y acá eso no pasa tanto. Argentina es Boca-River todo el tiempo, blanco o negro, unitarios-federales».

 

De la comunicación al mercado editorial

Hace 18 años que Laura trabaja en el mundo de los libros. Se recibió de licenciada en comunicación, estaba dando clases y con su primer sueldo fue a una librería en Córdoba a comprar un libro de Galeano. Estaban tomando gente y dejó sus datos. A la semana estaba trabajando en esa librería. «Ahí arranqué. De vendedora seguí como encargada de local y a los dos años me fui a Buenos Aires». Después trabajó en una editorial, estuvo dos años en Planeta y luego en V&R que era una editorial chiquita en aquel momento. «A una de las dueñas de V&R, a Trini Vergara, le gusta la cocina y creó una línea editorial dedicada a la gastronomía. A mí me encanta cocinar y tomar ricos vinos, me interesa el tema y tenía que vender los libros, así que fui involucrándome cada día más».

Después de la experiencia editorial en V&R, volvió a trabajar en una librería ya con la decisión de mudarse a Uruguay. Empezó a buscar trabajo aquí, en el mundo de los libros y explica que Cristina Mosca le «abrió la puerta del libro en Uruguay». Estuvo más de un año en Bookshop ―muy contenta y a gusto, agrega― pero siempre en la búsqueda de algo más y con el sueño de la librería propia. Un día vio un aviso en las redes sociales en el que anunciaba la apertura de un mercado gastronómico. Entró a la web y envió un mensaje preguntando si habían pensado en una librería culinaria. «Me respondieron inmediatamente, nos juntamos y aquí estoy. Es tan simple como eso», dice con elocuencia.

Pero no es tan simple y Laura lo sabe. Está dispuesta a contarlo, no tiene recelos ni vueltas, se muestra honesta y abierta. «Hay un paso importante porque emprender implica dar un paso importante. Lo primero es animarse y creo que eso es una diferencia entre uruguayos y argentinos. Los argentinos nos tiramos a la pileta y los uruguayos son más temerosos y buscan lo seguro. Yo creo que está bueno salir de la zona de confort. Pero no es fácil ni seguro. Pasé de un buen sueldo de lunes a viernes con algunos sábados y ahora le pongo alma y cuerpo de lunes a lunes a algo que es mío».

Laura explica que no necesitó una gran inversión porque «el mercado del libro tiene la particularidad de que se puede consignar. Armó un proyecto sólido de una librería gastronómica y habló con los principales proveedores de plaza para convencerlos y buscar su apoyo. «Ellos ya me conocían ―señala― y les ofrecí mis veinte años de experiencia, conocer del rubro, muchas ganas y la intuición de que el Mercado Ferrando funcionaría».

En quince metros cuadrados, Laura tiene tres mil unidades, «todo lo que hay en plaza en relación con el rubro gastronómico y los vinos. Poca inversión en mobiliario y la consideración del alquiler del local y de los gastos comunes que no son baratos». Su desafío es llevar adelante una librería autosustentable, «algo que vengo logrando», agrega.

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Ser prolijo, estar atento, virar si es necesario

La licenciada, especialista en el mercado editorial gastronómico, explica que en el rubro la clave es ser prolijo con las consignaciones. «Si no cumplo, pierdo la confianza que es mi crédito porque yo tengo una cuenta corriente en stock de mercadería. Si tuviera que comprar todo lo que tengo en la librería, no podría hacerlo porque no tengo ese dinero». Y detalla, sin miedo y con solvencia: «Para que rinda, una librería debe rotar el stock en seis meses. Esta todavía no tiene seis meses de vida pero tiene, hasta el momento, una venta del 17 % del stock. Es un gran desafío que requiere mucho trabajo, tengo que estar atenta a los catálogos, a lo que recibo, a lo que repongo, a las demandas de los clientes. Estoy siempre en contacto con los proveedores, me informan, voy y elijo. Estoy suscripta a todos los newsletters gastronómicos que hay. Además, sigo páginas de gastronomía y vinos. Y escucho mucho a los clientes. Mucho».

Laura explica que hay «librerías fast food donde vas, elegís y te vas y hay otras en las que hay un diálogo con el cliente que hace a la riqueza del catálogo». Explica que los clientes sugieren productos o títulos que enriquecen la librería porque « saben más que yo. Estuve un mes seleccionando los libros, pero no puedo saber todo».

Si bien la suya es una librería especializada en gastronomía y vinos, Laura ofrece otros temas con cierta relación. «Narrativa de ficción vinculada a la gastronomía, ensayos, diccionarios y libros de textos para estudiantes de cocina. Alimentación en general, para veganos y vegetarianos y libros de ficción para adultos y niños porque acompañan y complementan. La librería tiene que ser rentable. Hay meses en los que la ecuación es 70/30 gastronomía/ficción y hay meses en los que ha sido al revés».

Para llegar a ese estado, confiesa que ha realizado ajustes. En algún momento, probó con temáticas que no le funcionaron, cine y música, por ejemplo. Y dejó de incluirlas en su catálogo porque «no es mi métier y no me interesa competir en esas áreas».

Además, Laura realiza un trabajo personalizado, de boutique. Toma nota de sugerencias, hace seguimiento a los pedidos y otros detalles: «Le vendí el libro de Hugo Soca a una muchacha de Paysandú y le pedí a Hugo que se lo dedicara. Son pequeños gestos diferenciales que puedo aportar». Y establece alianzas con sus vecinos del Mercado, con Samud (la boutique de especias), Lutini que es la despensa gourmet y Maridán, los especialistas en vinos. «Hemos hecho acciones en conjunto. Nuestro ciclo es diferente a los locales que venden comida. Si no nos juntamos, como dice el Martín Fierro, nos van a comer los de afuera».

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Tener un proyecto desde el minuto cero

Tiene dieciocho de oficio, pero «mucho por aprender», aclara una y otra vez. La Librería del Mercado es su sueño materializado en quince metros cuadrados. Sintetiza el desafío de emprender, «el dejar de ser empleado para ser emprendedor, tener un proyecto desde el minuto cero».

Tiene el orgullo de ser la responsable de la primera librería gastronómica del Río de la Plata, no solo de Montevideo. También la primera en un mercado gastronómico porque Buenos Aires todavía no lo tiene. Y el negocio funciona porque, además de la presencia de los turistas, asevera que en «Uruguay se venden libros porque se lee. Por mi formación, miro librerías y qué lee la gente y lo veo en el ómnibus. En 2000, yo trabaja en Yennie, en Buenos Aires. El Loco Abreu jugaba en San Lorenzo, pasó por la librería y le vendí una pila de libros, de actualidad política y de otros temas. El Loco me dijo que le gusta leer y esas cosas marcan la diferencia y generan lectores. Las ediciones de la Banda Oriental, a un precio accesible, son otro fenómeno a destacar. Eso es un valor cultural de Uruguay».

En estos meses, Laura aprendió que emprender cuesta, pero dice que el Estado uruguayo ofrece diversas oportunidades para aprovechar. «No hay que rendirse al primer “no” de una oficina pública. Hay que animarse. Ser un poquito kamikaze, pero no delirar. Dejar el cuerpo, estar atento, hacer giros de timón. Probar, retroceder uno para avanzar más, quizás perder un poco de margen para ganar promoción. No tener miedo a equivocarse y reencauzar. No perder de vista que el backup de emprender es la fuerza de trabajo».

Uruguay le abrió las puertas y Laura asegura que pretende devolver al país esa oportunidad. «Aquí logré algo que no sé si en la Argentina hubiese sido posible. Ahora vivo acá y grito los goles de la Celeste. Para este Mundial tengo dos equipos, uno para disfrutar y otro para sufrir». Ríe con elocuencia. Y compara, en un ejercicio didáctico: «Para que a la selección de Argentina le vaya bien, tiene que haber constancia y un proyecto, lo mismo que en un emprendimiento».

El fútbol, otra de sus pasiones, introduce a «las figuritas selladas» y Laura bromea que en la Librería del Mercado están «¡todas las del mundo editorial gastronómico!». «Tengo todos los libros de cocina de autores uruguayos y los que más se venden son los de Hugo Soca y los de Sequeira, el de especias y el de hongos. Funcionó bien el libro de TV Ciudad [¿Qué hay de comer?]. Estoy esperando la reedición del Manual de Cocina que se agotó, porque el libro de Crandon está fuera de registro, arriba del resto. Es el regalo de casamiento, el que te regala tu abuela, el que compra tu madre, y si alguien no sabe cocinar, obvio que se lleva el Manual de Crandon. De afuera, tengo a Juliana López May, que la aman, y a Jamie Oliver».

Sentadas frente a la librería, en una de las grandes mesas del Mercado Ferrando, charlamos un buen rato. La entrevista se desarrolló en segmentos, llegó un cliente primero, luego un proveedor. Un par de chicas buscaban algo para regalar y luego se acercó una de las clientas habituales. Laura los atendió con tiempo y dedicación y volvió a la charla dispuesta a retomar las preguntas. Siempre fue expresiva y sorprendentemente abierta para compartir la dinámica del rubro, sus conocimientos y sensaciones. Tanto como para confesar, con convicción pero con humildad: «A veces miro la librería y sonrío. Me hace muy feliz. Hay momentos en los que no me doy cuenta de lo que he logrado y otros en los que paro y me pellizco».

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