Nota publicada en Granizo / 29 de octubre de 2018 / Fotografías: Fátima Costa
Esoeris: la estrella del Museo de Historia del Arte
Una momia y mucho más. En el Museo de Historia del Arte (MuHAr) hay una momia. Es Esoeris (o Eso Eris, Gran Isis, Aset Weret), una sacerdotisa egipcia. Es la única momia que hay en el Uruguay que fue adquirida, a título personal, por un compatriota —el Ing. Luis A. Viglione— en El Cairo en 1889. Un año más tarde, Viglione donó la momia al Museo Nacional de Historia Natural de Montevideo. Desde el 2000, forma parte del acervo del MuHAr y de la mayor colección de arqueología egipcia de nuestro país. Esoeris es la más visitada, «es la estrella del Museo», explica Gustavo Ferrari Seigal, el director del museo.
El MuHAr —ubicado en Ejido y 18 de Julio, en una de las esquinas de la sede central de la Intendencia Municipal de Montevideo (IM)—, depende del Departamento de Cultura de la IM. Además de Esoeris, hay varios miles de objetos más. El MuHAr fue fundado en 1971, aunque la colección que lo originó comenzó a formarse en los años 50, y su objetivo es abarcar la producción estética del ser humano a lo largo de la historia.
El principal acervo del MuHAr se originó a instancia de su creador, el Arq. Fernando García Esteban, profesor de Historia del Arte. «Él fue encomendado, incluso en misiones oficiales, para adquirir piezas para lo que en aquel momento era el Consejo Departamental de Montevideo, hoy Intendencia de Montevideo», explica Ferrari. Además de objetos seleccionados por García Esteban, el primer núcleo del MuHAr se constituyó con réplicas del Museo Nacional de Bellas Artes (actual Museo Nacional de Artes Visuales, MNAV) y calcos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República, «que responden a una época en la que se estudiaba a través de los calcos, con el dibujo directo, muy centrado en lo europeo», dice Ferrari.
Hoy el Museo sigue, con gran dificultad, adquiriendo piezas. El director explica que en su gestión —como coordinador primero y como director después— se han realizado compras directas a través de subastas públicas, «en algunas períodos con mayor apoyo, obviamente, por razones económicas o administrativas».

Originales y réplicas con fines didácticos. El propósito del MuHAr es explicar la historia del arte. «Somos un museo didáctico y por eso tenemos originales y muchas réplicas. No somos un museo de Bellas Artes, sino un museo que reúne y divulga la producción estética humana en sus más variadas culturas y épocas», explica Ferrari.
El museo tiene casi tres mil metros cuadrados distribuidos en cuatro niveles. En el segundo subsuelo se exhibe el arte precolombino y hay una sala dedicada al arte africano. Un piso más arriba, en el primer subsuelo, se despliega la colección de calcos desde la Prehistoria a Roma y en la planta baja están la galería para exhibiciones —sobre la calle Ejido -, la cafetería, la recepción y una sala polivalente. El primer piso alberga la principal biblioteca de arte del Uruguay, el sector administrativo y una sala de docentes.
La colección del museo, que responde al guion museográfico planteado por el actual director, se muestra por áreas geográficas en recorridos históricos. «Hay algunos saltos —explica Ferrari―. Es que algunas piezas emblemáticas, por su envergadura, están dispuestas de otra manera para poder disfrutarlas».
Además de la colección permanente, que tiene gran diversidad de piezas, hay muestras transitorias del acervo del museo más otras itinerantes. La selección está a cargo del director y, si son externas, tienen curadoría propia. La temática siempre es la historia del arte. «Las salas no se abren para exhibir obras puntuales, salvo que se vinculen con la historia del arte en general o estén en diálogo con el museo», aclara Ferrari.
El MuHAr tiene, en la actualidad, un equipo docente menguado. «Antes había cuatro docentes; hoy quedan dos. El mínimo necesario, por horarios y por las peculiaridades de la colección, es de cuatro», dice el director. El área didáctica del MuHAr tiene, a juicio de Ferrari, un impacto menor que el deseado. «Ser una institución pública —explica— nos da ventajas. No tenemos que pensar en generar proventos, pero el presupuesto es acotado y es mucho menor del que quisiéramos». Con los dos docentes y con Ferrari, que muchas veces oficia de guía, el Museo recibe un número importante de visitantes: público en general, turistas y, principalmente, liceales y escolares.] Para Ferrari, el enlace que establecen con los jóvenes es motivo de orgullo. «No son el gran público en los museos, llegan obligados por la clase pero se interesan por la temática. Les resulta atractiva la puesta en escena de la colección, y logramos enganchar a la mayoría. Hay feeling y así lo dicen».

Diversos objetos, diversos problemas, diversos encares. La función de conservación del Museo de Historia del Arte es compleja debido a los distintos materiales que conforman la colección. La pregunta ineludible es acerca de la conservación de Esoeris. Y, al respecto, el director señala: «La momia, manteniendo las condiciones que tiene de temperatura y humedad —esta última es fundamental― no presenta problemas. Los egipcios hicieron un muy buen trabajo, así que la cuestión es continuar ese trabajo».
En la colección del MuHAr conviven los más diversos objetos y, por lo tanto, diversos problemas técnicos. En palabras de Ferrari: «Tenemos un Taller de Restauración, pero no contamos con restaurador. Sí tenemos una conservadora textil, a través de un contrato. Hay poca cosa de pintura y tenemos algo para restaurar ahora; no contamos con el presupuesto para ello y debemos contratar a un restaurador externo».
En el MuHAr se desarrollan líneas propias de investigación, con mucho interés y compromiso, pero poco presupuesto. «Egiptología, a través de un conservador honorario. Además hay una curadora honoraria, que trabaja desde hace muchos años, en el sector asiático. Ambos casos fueron resolución del Intendente —agrega Ferrari―. En el sector precolombino, el más numeroso en originales, no hay un curador y es importante para conservar e investigar. Son más de 800 piezas».
Accesibilidad y estrategias para la implicación emocional. El guion museográfico está pensado para contemplar las piezas expuestas. El material original se exhibe en vitrinas, mayormente, y las réplicas están expuestas al público. «Cuando se tocan, se dañan», explica el director. «En el mejor de los casos, con la mano abierta se transfiere grasitud. Los daños, con la uña o un anillo, pueden ser incluso mayores».
El Museo no cuenta con audioguías, por ahora. «Están faltando y la cuestión presupuestal incide, obviamente». Sí tiene ascensor, fundamental en el proyecto museístico de Ferrari que comenzó a implementarse en los años 90. «La obra del ascensor, que cosía los cuatro pisos, se hizo con el Museo funcionando. Implicó demolición, se encamisaron los cuatro pisos y se trabajaba en una zona de obra mientras el resto era un museo en funcionamiento. No es algo habitual y lidiamos con eso».

Gustavo Ferrari: “El mundo de los museos es parte de mi vida. (…) Cuesta estar a cargo de todo”
La charla con Gustavo Ferrari Seigal, director del Museo de Historia del Arte (MuHAr), fue corta, pero rica en contenido. Ferrari habla rápido y claro, es conciso, da respuestas breves y concretas. No suele abrir paréntesis, salvo que la cuestión amerite una larga explicación. Es menudo y enérgico, atento y diligente.
Al comienzo de la entrevista, aclara que no es arquitecto recibido. Lo hace como muestra de su honestidad intelectual y agrega que tiene toda la carrera terminada, pero no entregó la carpeta final. Además, fue docente en la Facultad de Arquitectura (Universidad de la República) de la asignatura Expresión Gráfica y también trabajó en Composición Arquitectónica del Taller López Perdomo. En el ámbito en el que desarrolla su labor, se formó en la tecnicatura en gestión cultural en el Centro Latinoamericano de Economía, «ni bien se abrió la carrera».
Es director del MuHAr desde hace seis años, aunque aún es interino. Está vinculado a la gestión del Museo desde 1991. Trabajó junto al arquitecto responsable de la obra y estuvo a cargo del guión museográfico del actual Museo. «En el 91 el museo estaba desmontado y en obras. El guion curatorial era definitorio y me empecé a interiorizar en el acervo, en los depósitos, catálogos y fichas. Armé un guion básico y el ajuste del edificio se hizo en función de ese guion. Al año, me hice una oficina, en un pequeño rincón abajo para estar al lado de la obra». Palpitó su crecimiento, vivió las decisiones, sintió el polvo y respiró el aire de la remodelación. Ha sido coordinador de montaje, coordinador general después, conservador (por llamado y concurso de oposición y mérito) y luego director interino hasta el momento. Está próximo a retirarse y dice que, una vez jubilado, seguirá vinculado al mundo de los museos porque esa es su vida.
Su oficina está en el primer subsuelo del MuHAr. Sin vista a la calle, se despliega el escenario de su trabajo cotidiano entre numerosos estantes y mesas repletas de carpetas, papeles y hojas. «Siempre soy director del Museo, trabajo diez horas mínimas de lunes a viernes», agrega. Y explica que, al no contar con personal técnico, el trabajo se recarga en él. «Me encargo del Facebook, de la página web, también de cuestiones de investigación, del relacionamiento con los curadores honorarios o externos y de la carga administrativa. Por suerte hay una jefa administrativa, muy buena, que me alivia el trabajo. Es cambiar el chip continuamente. Cuesta estar a cargo de todo».
Muchas veces, también oficia de guía. Lo hace cuando quienes están a cargo no pueden, a pesar de la enorme cantidad de tareas de las que se encarga. Sus conocimientos le permiten cubrir los dos niveles del Museo: arte precolombino e historia del arte. Además de gestionar los recursos del MuHAr, tiene «el orgullo» de haber puesto en escena la vasta colección de objetos de una manera visualmente «agradable y cálida».
Ferrari confiesa, como tantos otros en su mismo rol, que les es muy difícil dejar de ser director del MuHAr cuando no está en el Museo. «Continuamente estoy pensando en beneficiar al Museo. Cuando voy a otro, me fijo en una fotografía, en una experiencia o en un contacto para el MuHAr». Más allá del cometido y su compromiso con la función, el arte lo interpela, como al resto de sus colegas: «Sí logro abstraerme, en un momento, y disfrutar del arte. Soy muy sensible a las manifestaciones etnográficas que aportan datos más íntimos, más cercanos, más cálidos. Ese el tipo de museos que me llega más».

●●●Qué ver en el Museo de Historia del Arte
En el Museo de Historia del Arte hay, aproximadamente, dos mil piezas. En palabras de Gustavo Ferrari, «visitar el MuHAr puede ser una experiencia muy removedora, para cualquiera, tanto para el amante del arte como para el neófito». Para este último, habrá interesantes objetos y «el amante del arte, que sabe apreciar la calidad de los originales y de las copias, podrá disfrutar de un breve recorrido con piezas que están dispersas en otros».
Además de la momia Esoeris, que es la estrella del MuHAr, el Museo exhibe «otras piezas importantes. Dentro de cada una de las categorías, hay algo para ver. La colección precolombina es la más importante en exhibición en el Uruguay, también»
●●Dónde está el museo
Ejido 1326, Centro
●●Web y redes
Con poco personal —en la actualidad trabajan diecinueve personas, mientras que llegaron a treinta en su mejor momento―, el director del MuHAr también se encarga de la comunicación y de las redes. El Museo tiene página web y cuenta de Facebook, herramientas de difusión que se actualizan con asiduidad.
●●Público/Privado/Costo
Museo público con entrada libre y gratuita. Consultar horarios y días libres en la web del Museo.
●●La tienda y la cafetería del MuHAr
El MuHAr tiene cafetería a cargo de la concesionaria que brinda los servicios de la Intendencia Municipal de Montevideo. Aún no tiene tienda; está prevista en el proyecto, pero no ha podido concretarse por cuestiones presupuestales.
●●Estacionamiento para bicicletas
Si bien el MuHAr no cuenta con estacionamiento específico para bicicletas, hay buena disposición e interés en la cuestión. «Aunque no es la constante; en el Centro hay pocos ciclistas y los turistas, en general, llegan caminando», explicó Ferrari.