Publicado en Granizo / 18 de agosto de 2018
“La gente sale con mucho orgullo del museo, se les hincha el pecho”

Todos somos Gurvich. El Museo Gurvich ―«exquisito», en palabras de Vivian Honigsberg, su directora― ofrece «un relato prolijo y cohesivo de la obra del artista». A través de una rica colección de cuadros y otros objetos, se muestra un José Gurvich que refirió a los valores humanos pues «buscó hacer un arte dirigido al centro del pecho del hombre». Para Honigsberg, el maestro es ideal para trabajar con niños porque trata el amor, el compañerismo, la fraternidad, la colaboración. «En la obra de Gurvich también es muy fuerte el concepto de comunidad: el Cerro y los lituanos, el kibutz y las zonas rurales con las que mostró el trabajo los vínculos y las relaciones, la fraternidad. En Nueva York también lo hizo y para ello buscó una familia de uruguayos, artistas e inmigrantes. Él buscaba el grupo y siempre lo mostró en sus obras».
Por otra parte, los materiales que Gurvich usó en sus creaciones son muy atractivos y dan cuentan de un interés en el reciclaje y en la reutilización. En las obras hay hueso, madera, cemento, barro, lienzo, arpillera. «Hay una anécdota de Totó, su esposa. Ella había tendido la mesa y el mantel desapareció. Gurvich lo hizo obra y ese cuadro está en el Museo». Es una pintura (Obra constructiva en arpillera) que genera mucho interés, especialmente en los niños.
«Nosotros somos Gurvich, todos los uruguayos somos Gurvich», explica Honigsberg. «La gente sale con mucho orgullo del Museo, se les hincha el pecho y no es para menos, y por eso desde aquí trabajamos para que su obra se revalorice cada día más», explica con convicción. Lo hacen de diversas maneras, con una fuerte línea de investigación en la que la Fundación José Gurvich apuesta a los vínculos con diversos investigadores. Para ello, buscan obras del artista en diferentes lugares del mundo y se desarrolla un programa educativo para dar a conocer los valores de Gurvich, además de su producción.
El fondo del Museo Gurvich está compuesto por ocho colecciones que pertenecen a la Fundación. José Gurvich fue un artista muy prolífero que exploró el uso de diversos materiales y que viajó intensamente y, por lo tanto, su legado está disperso —en Argentina, en España y en Estados Unidos, en especial en Nueva York donde vivió un tiempo—. Además, el Museo recibe donaciones: «Algo muy valorable porque generalmente las colecciones se heredan y suelen rematarse. Cuando hay donaciones, las identificamos con sus datos y lo informamos. Es muy gratificante y siempre hacemos el reconocimiento correspondiente», enfatiza la directora.

Las colecciones del Museo, con más de 200 piezas, muestran la vida y la evolución artística del maestro. Hay murales, pinturas, cerámicas, objetos personales y documentos. En el Museo hay un recorrido cronológico estable y también muestras temporarias que cambian en función de la agenda. A veces, reciben artistas invitados y las obras de Gurvich, que integran la muestra temporaria, van a depósito.
Desde una Dirección con mirada en la gestión cultural, se trabaja en la actualidad en la campaña Gurvich: Identidad y Dinamismo con el objetivo de afianzar el Museo con identidad propia, además de mostrar el alcance de la obra del maestro. «El dinamismo implica un trabajo puertas adentro y afuera, el contacto con la comunidad y el museo como un lugar de encuentro», explica Honigsberg.
En ese marco, han realizado aportes en diversas áreas. «Hicimos una campaña para intervenir los contenedores de basura con artistas que trabajan la identidad barrial; por ahora estamos en la Ciudad Vieja, pero queremos ir más allá. También hemos trabajado con la cárcel de Punta Rieles. Hicimos un taller con los presos a partir de una muy buena recepción de la Dirección. Se trabajó en barro y cerámica con talleristas mujeres, en el marco de una cárcel para hombres. El objetivo fue realizar un mural que se emplazó en la cárcel. Es un granito de arena porque una intervención en una cárcel con arte es una herramienta de sanación, para ellos y para todos, como sociedad», asevera la directora del Museo.

Mostrar la obra, mostrar los valores. Los niños son muy importantes para el Museo y por eso el Gurvich es parte del programa educativo de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). «Vienen casi cien niños por día y este año ampliamos los turnos. Vamos a tener cuatro turnos y tres propuestas diferentes con collage, técnica mixta y escultura».
El programa está cuidadosamente planificado desde el Área Educativa: «Primero viene la maestra y se lleva la valija didáctica porque el proceso es importante, no se viene al Museo y la cuestión termina ahí. En la valija hay láminas, materiales y un libro esponsoreado por el Banco Central que habla del reciclaje y de la economía. Porque el Museo debe tener más roles y no solo mostrar la obra de un artista, para que no quede en la visita sin más. La idea es involucrarse a fondo con la sociedad». El recorrido para los escolares dura media hora con las talleristas y la maestra, y después hay una hora más de taller. Los niños aportan materiales para reciclar y la creación que realizan, en esa instancia, se basa en las ideas gráficas de Gurvich.
Además de los escolares que son un gran público, Honigsberg hace especial énfasis en los jóvenes. «Estamos buscando estrategias para captarlos y sabemos que la tecnología es importante. Queremos ir hacia un Museo tecnológico que capte su atención, pero que no quede en que vengan con la tableta a buscar un determinado cuadro o una escena. Quizás sea una aplicación, pero que haya un ida y vuelta y que podamos picar un bichito que genere un intercambio para que regresen. Queremos que conozcan la obra y los valores de Gurvich».
Entre los diversos públicos, también están los turistas porque el maestro es importante en la iconografía del Uruguay. Gurvich fue alumno de Joaquín Torres García, se integró al Taller Torres García (La Escuela del Sur) y en poco tiempo, debido a su talento y dedicación, se hizo cargo de clases, incluso. Los turistas visitan el Museo con asiduidad, «estamos en una zona increíble. Si hay turismo en Montevideo, está en la calle Sarandí. La zona está hermosa».
Accesibilidad y estrategias simbólicas. En el Museo hay ascensor y aseos para discapacitados. Cuentan con audioguías para ocho obras emblemáticas: el gran mural Frigorífico del Cerro, Escena de NY: Bajo un puente, Escena de NY: Imágenes de Bowery, Mujer construida (escultura), Formas, símbolos e imágenes, Zucot, Constructivo en blanco y negro y Hombre constructivo en espiral. Este ha sido un trabajo muy importante para la Dirección del Museo, pues afianza vínculos de significación con los visitantes.
Entre los recursos simbólicos que han desarrollado, Honigsberg destaca a Nico, el libro que forma parte de la valija didáctica para las escuelas. «Nico es un niño que tiene que hacerle un regalo a su padre, a quien le encanta el arte y en especial Gurvich. El niño decide regalarle una obra de arte, pero no tiene dinero. Y ahí aparece la educación financiera. Nico tiene una ovejita, su alter ego, que es también el pastoreo de Gurvich. La ovejita le dice que vaya al garaje y que busque materiales para reciclar. Y para crear esa obra tiene que tomar decisiones, si va al cine o si ahorra, etc. Con Nico podemos mostrar muchas cosas, es un libro muy lindo de un proyecto muy rico».

Vivian Honigsberg: «Siempre me doy la oportunidad de conocer museos»
Vivian Honigsberg vive el arte, parece que hasta lo vistiera por su elegancia característica. Se expresa con un lenguaje próximo y cercano y aclara que no es una experta en Gurvich, pero convive con sus valores y está enamorada y orgullosa de la obra del maestro. Además de ser la directora del Museo Gurvich, ofrece servicios culturales ―SOA Arte Contemporáneo― y tiene vasta experiencia en el rubro.
Le gusta el arte contemporáneo y es el que sale a ver. «Pero en El Prado me desmayo y también en el Louvre. Me gustan las dos cosas, en realidad». «En los museos soy espectadora, soy turista feliz. Voy a disfrutar, me quedo horas, voy al café y a la tienda también. Tengo amigas que recorren los museos al mismo ritmo que yo y otras que me miran de reojo… Puedo estar muchas horas leyendo un texto en la pared, los leo siempre, pero sigo de largo si me aburren». Dice que ―obviamente― le gusta el MOMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York) y que se ha «encontrado y encantado» con otro tipo de museos, como el parque de esculturas en Nueva Orleans (New Orleans City Park, Estados Unidos) que visitó después de recorrer la ciudad. «No sabía ni que existía y quedé maravillada. Siempre me doy la oportunidad de conocer museos, siempre».
A Vivian le gustan el teatro y la danza y le encanta la música, aunque reconoce que no va a un concierto de violín, por ejemplo. «Y eso que mi padre, nacido en Viena, escuchaba música clásic todas las mañanas. Todo el día, en realidad», acota. A la directora del Gurvich le interesan el rock y el tango, y de este último tomó clases, incluso. Y le complace leer; sus obras favoritas son las novelas con anclaje histórico que le permiten contextualizar. «También me gusta encontrar eso en el teatro, en el cine y en las series. Por eso me encantó The Crown. Cuando miro una serie así me pregunto sobre el contexto, indago un poco más y eso me ayuda a entender. Además, siempre busco qué pasaba en el arte en esos momentos».
Vuelve al arte porque el tema le gusta y se siente cómoda, dice que «nació para eso». Y entonces aprovecha para explicar: «Cuando empezás a conectar un hecho —histórico o del momento— con la pintura, el cine y el arte incorporás, en general, los conceptos de otra manera. Los hechos y las manifestaciones artísticas no se quedan en algo fugaz y se transforman en herramientas para sanar, para interesarte en los símbolos, para no quedarte en lo superficial, en el consumismo».

Honigsberg creció en una casa proclive al arte, pero es la única entre varios hermanos que se dedicó al tema. Llegó a la Dirección del Museo hace un año, por esas casualidades o causalidades de la vida —tema que también concitó interés en la charla—, pues su familia estaba vinculada al artista. «El Museo es muy familiar, aquí hay parientes de Gurvich trabajando, y yo misma me siento como de esa familia porque mi tío era alumno de Gurvich. Mis padres iban a visitar al maestro en su casa del Cerro, y mis hermanos, mayores que yo, jugaban en el barro mientras él trabajaba. Mi hermana tiene una pequeña escultura que él le hizo. No estaba en mis planes vincularme con el Museo, pero aquí estoy luego de recibir una llamada de Martín, el hijo de Gurvich».
Vivian aclara que dirigir el Museo implica dinamizarlo, encontrar los curadores adecuados, acercarlos y propiciarles el material necesario. Además, debe desarrollar proyectos, atender medios, vincularse con el barrio, establecer lazos con otros museos y, en especial, con otras organizaciones sociales «porque el arte es una herramienta de simbolización que permite sanar, crecer».
«Recién estoy aprendiendo Gurvich», acota. «Leo y leo, y me falta», dice con humildad y franqueza. «Estoy contenta y en “la máquina” desde el primer día hasta hoy. Esto ha significado entender el proceso y la responsabilidad de ser directora de un museo, tener diez personas a mi cargo y además aprender sobre el maestro y su obra». Todo parece complejo y muy difícil de abordar en el marco de un museo que debe salir a buscar sus recursos, pero Honigsberg lo expresa con calma, demuestra seguridad y confianza y termina con una gran sonrisa, mientras invita a visitar el museo que «es de primer mundo».

●●●Qué ver en el Museo Gurvich…
A través de un relato hilvanado, el Museo Gurvich muestra la historia del maestro. En un recorrido corto y muy ameno, se conocen las diferentes facetas del artista, sus experiencias con diversos materiales y sus viajes. El mural Frigorífico del Cerro, en la planta baja, es apabullante, en el marco de un abundante conjunto de pinturas, esculturas, objetos, libros, láminas y tarjetas. Hay obra sobre papel, óleos, barro y diversos materiales.
El edificio en el que está actualmente el Museo —anteriormente estaba en la calle Sarandí— fue reciclado por el Arq. Rafel Lorente, alumno de Gurvich. La edificación cuenta con varias plantas que fueron acondicionadas en espacios pequeños, casi íntimos, que ofrecen un entorno facilitador para la comprensión de los diferentes períodos artísticos de Gurvich.
●●Dónde está el museo
Sarandí 522, Ciudad Vieja
●●Web y redes
La web del Museo brinda datos prácticos sobre horarios y otras cuestiones (plano del edificio, visitas guiadas, alquiler de salas, biblioteca, certificación de obra), además de una cronología del artista, las exposiciones individuales y colectivas en las que participó y bibliografía. Hay varios videos: del museo y detalles de las actividades realizadas hasta 2017. El Gurvich también está en Facebook, Twitter(@MuseoGurvich) e Instagram (@museogurvich); redes a través de las que divulgan novedades de la vida del Museo.
●●Público/Privado/Costo
Se trata de un museo privado gestionado a través de la Fundación José Gurvich ―propietaria del acervo más importante del artista―. Desde la Dirección «se hace fundamental gestionar socios y ofrecemos el Museo como un lugar de encuentro, con una biblioteca especializada en arte con libros cuidadosamente seleccionados y catalogados. El Museo también ofrece membresías a través de socios preferenciales y de honor con descuentos en la tienda, acceso a talleres y a vernissages, y uso de la biblioteca.
También cuentan con diferentes oportunidades de patrocinio y toda la información, en detalle, está publicada en su sitio web.
El Gurvich maneja diversas tarifas y un día con entrada libre para residentes uruguayos. Los precios, horarios y días libres se pueden consultar en la web del Gurvich.
●●La tienda y la cafetería del Gurvich
La tienda del Gurvich ofrece gran variedad de catálogos del maestro (de las colecciones permanentes y de las temporarias del Museo). Hay libros de arte y productos diseñadas para el Museo. «Trabajamos con artesanos que manejan exclusivamente la imagen de Gurvich para el museo Gurvich. La paleta de Gurvich está muy presente en esas artesanías con precios accesibles para llegar a la gente de diversas maneras. La tienda funciona y también es una herramienta de financiación.
El museo no cuenta con café. «Pero los socios están invitados a tomar un café en la biblioteca», un espacio luminoso, con una gran mesa y una buena oferta de libros de arte. Por otra parte, en la calle Sarandí y en sus alrededores hay una amplia oferta de cafés y otros servicios gastronómicos.
●●Estacionamiento para bicicletas
Por su dimensión y estructura, el Museo Gurvich no posee estacionamiento para bicicletas, aunque hay varios en la zona.
