El letargo montevideano de enero se sacudió con la inauguración de Paraíso Café. La apertura del nuevo local, que transforma a la calle Constituyente en un polo cafetero de alto nivel, indica que, desde hace unos años, el primer mes del año tiene bríos también en la capital del país.
El nuevo nirvana cafetero de la ciudad —de la tríada Labarthe, Olivieri y Supervielle— fue inaugurado el miércoles 15 y ya cuenta con una clientela entusiasta que muestra en redes las opciones gastronómicas a cargo del chef Mauricio Olivieri, un referente gastronómico local.
Este «jardín de las delicias» (cielo, gloria y gallinero en el ámbito teatral), que fue diseñado por Mola Kunst Arquitectura, es luminoso, despejado y de elegancia sutil. Tiene asientos muy cómodos, un banco largo, sillas frente a la barra y una vitrina que da la bienvenida y agudiza el paladar.
El café lleva la firma (selección y tostado) de Seis Montes; además de las bebidas clásicas del barismo, sirven cold brew y filtrado preparado con granos especiales o los elegidos del día. La carta incluye opciones, algunas contundentes y otras más ligeras, para el desayuno, el almuerzo y la merienda.
Con un servicio a la mesa distendido y ameno, en este paraíso también se puede leer y trabajar con comodidad (la música de fondo no es protagonista, hay abundante luz, las mesas son estables y las sillas, de madera, son amables). La cocina y el expendio de bebidas demostró una fase de prueba que aportó consistencia en el arranque.
La incorporación de Paraíso Café al contexto cafetero uruguayo demuestra la madurez del segmento, la consolidación y la experticia de actores a cargo de emprendimientos que se caracterizan por el servicio y los detalles —la vajilla con monograma, por ejemplo—.
Bonus track librero
Paraíso (1994) es una de las novelas del nobel Abdulrazak Gurnah, escritor de origen tanzano y de nacionalidad británica. Leí el libro hace unos pocos años, a instancias de la periodista Virginia Arlington, y recuerdo haber vivido unos días en la Tanzania de principios del siglo XX.
El protagonista de Paraíso, un niño de 12 años que se llama Yusuf, viaja en caravana —como empleado de un comerciante muy poderoso— por el África Central y la cuenca del Congo. Paraíso es una odisea a pie y tiene un ritmo lento (cansino y de contemplación). En el trayecto, el autor despliega la riqueza de África y reflexiona, a través de las vivencias del personaje, sobre la vida y la colonización.
Paraíso Café
@cafeparaisouy Constituyente 1866, Montevideo Desayunos, almuerzos y meriendas. Café de especialidad
Irene del Ponte, junto con Nacho Cumare, Natalia Galleguillos y Matias Rybak —entre otros—, vuelven a dar vida a Santé Postres y Afines. La marca no es nueva; del Ponte la creó hace unos años (fue un conocido punto de encuentro gastronómico montevideano en Ciudad Vieja), la continuó en un libro de recetas y siguió mostrando vigencia en contenidos en redes.
Del Ponte avisó en redes que abría un nuevo local, esta vez en Pocitos, y sus seguidores —fieles e insistentes— no descansaron hasta que fue un hecho. Desde ese día, cuando comenzó diciembre, la fisonomía de El Viejo Pancho, calle sosegada y literaria, se ha agitado con encuentros y sabores.
Este nuevo Santé es pequeño, con algunas mesas en el interior y en la vereda, dos grandes espejos en los laterales y el mostrador/vitrina, que es el centro del local. Tiene aires de almacén parisino o porteño (una delicada elegancia) y un pizarrón en el exterior que anuncia que «salen ositos», la golosina natural que identifica a la marca.
Con toques verdes en las paredes, en la vajilla y en el toldo, Santé se adentra en la vereda pocitense. Para los días de calor intenso, hay aire acondicionado para refugiarse en el interior y bebidas frescas.
Del mostrador de este nuevo Santé, solo probé el chipá —que estaba muy bien— y me tenté con la carrot cake, la pasta frola, la torta de ricota y los alfajores. Hay mucho más, porque a la hora del té comenzaron a salir bandejas que atrajeron miradas y generaron pedidos al instante. El café de especialidad es elegido y tostado por Seis Montes; todo servido con atención y amabilidad.
Volveré a la brevedad a tomar buen café y ceder ante una pastelería abundante que se caracteriza por la consistencia, los sabores naturales y el uso de productos de muy buena calidad.
Bonus track librero El libro de recetas de Irene del Ponte se llama La cocina de Santé y fue publicado por Grijalbo en 2021. Además, la cocinera es autora de ficción en Todo es amarillo, editado por Fardo, también en 2021. Las dos obras se encuentran en librerías de todo el país.
Santé Postres y Afines @santepostresyafines El Viejo Pancho 2457 esquina Obligado Servicio de cafetería, pastelería y sándwiches (la carta se ampliará en breve)
Hace menos de un mes que el último libro del periodista Mauricio Sabaj está en librerías. Parte de la historia que él cuenta se desarrolla en el ex Comcar —actualmente penitenciario de Santiago Vázquez—. En esta misma locación, el 25 de setiembre murieron seis personas recluidas en un incendio intencional.
Ya había leído el libro cuando sucedió el hecho y no pude más que estremecerme por la situación y porque Sabaj sitúa y describe un ámbito inhóspito que se caracteriza por la despersonalización y la crueldad.
Había visto el anuncio del libro en redes. Estaba al tanto de que el autor trabajaba en el texto, pues lo conozco y, además, leí y reseñé, hace dos años, su obra sobre Alejandro Atchugarry (*). La primera alerta periodístico-literaria se prendió y conseguí Mil quinientos días en la cárcel por errorde inmediato.
Lo abrí días después, al llegar a la peluquería. A la hora y media salí y seguí leyendo. Tres horas más tarde ya lo había terminado. Es cierto que leo rápido y que la obra es breve, pero corresponde mencionar que el mérito es del autor porque logra plasmar una historia inquietante que interpela.
Para escribir la reseña, volví a mirar, leer y relacionar con detenimiento. Me valí de las marcas apuradas que había hecho en la primera lectura. El libro volvió a engancharme y me gustó, una vez más.
«Quien entra al Comcar no es el mismo al salir»
Jonathan Farías (JF) es el tercero de nueve hijos de siete padres diferentes. Su padre lo abandonó de bebé y su madre murió cuando él tenía 16 años. Se viste como un plancha y vive en una casa que hace juego, en un entorno acorde. Es el arquetipo de un molde que despierta prejuicios en una «sociedad deficiente que produce muchachos así» (pág. 44).
JF fue acusado de robar un supermercado y un cibercafé. Estuvo preso cuatro años y cuatro meses: 1595 días. Se acostumbró a vivir en la cárcel, a no poder dormir tranquilamente, a defenderse, al ruido y al silencio. Aprendió los códigos. Estudió y trabajó un poco. Tuvo una hija. Consiguió una abogada que demostró la inconsistencia de su caso y el cambio se logró debido a la interpretación de la prueba. JF salió. Comenzó otro periplo y el final —que no adelantaré— cumple con el designio de «quien entra al Comcar no es el mismo al salir» (pág. 9).
El autor confiesa que no creyó en la historia que JF le contó. Pero la chispa periodística se prendió, comenzó a investigar y se involucró genuinamente (como persona y como profesional). Se entrevistó siete veces con el protagonista y extendió el mapa con especialistas en diversas disciplinas. También se nutrió de otras experiencias carcelarias y relevó situaciones en las que la Justicia no es tan justa. Estas miradas y datos, su rigor periodístico y sensibilidad dan marco y espesura al hecho y al personaje.
El resultado de la investigación de Sabaj es una obra de no ficción contada con la riqueza del periodismo narrativo. El autor se vale de comparaciones que ayudan a entender un encierro de cuatro años y cuatro meses o cómo una cicatriz es una historia que, en algunos casos, puede dar cuenta del carácter.
Las descripciones de la vida en prisión —la bienvenida, la mala comida, pasar de módulo a módulo, dejar las pertenencias al salir— permiten reconstruir un modo de vida que nos es ajeno. Las escenas (las peripecias para tener sexo o el hacinamiento), los cambio de ritmo en el texto, el relato policial y jurídico y las voces subsidiarias aportan matices, agobio, desesperación y, por momentos, ilusiones.
La cárcel es un encierro permanente que «aísla delincuentes y los junta» (pág. 93), es una escuela que fogonea la criminalidad y un dispositivo que potencia problemas psiquiátricos. Aquí estuvo JF el tiempo en el que un estudiante universitario finaliza una licenciatura. Salió sin herramientas para insertarse socialmente. Su barrio había cambiado y él había perdido parte de su juventud. Le hizo un juicio al Estado y finalmente cobró. La plata llegó y se fue, pero el Comcar se quedó en su vida.
Como un credo o mantra, el autor nos recuerda durante las 142 páginas, con necesaria insistencia, el origen de JF, su marca de nacimiento y vida. Conocemos el expediente del caso JF, un documento de 600 páginas (¿cuánto pesará?, ¿cómo serán las hojas?, ¿tendrá dedos marcados, manchas de café, hojas dobladas?) que, según el Tribunal de Apelaciones, es caótico y que el autor identifica como «el orgasmo de un burócrata» (pág. 74).
En Mil quinientos días en la cárcel por error,Sabaj nos muestra una historia que no queremos cerca de nuestra vida, un arquetipo del que, como uruguayos, no podemos sentirnos al margen.
Obra: Mil quinientos días en la cárcel por error Autor: Mauricio Sabaj Año y editorial: 2024, Planeta Descripción: no ficción
Primer contacto con el libro: la factura editorial
La cubierta de Mil quinientos días en la cárcel por errorresulta muy atractiva. La imagen, los colores elegidos (negro y gris) y la tipografía usadan remiten al tema tratado y auguran el tema a considerar.
El cuerpo del libro es ágil y clásico —capítulos que inician en la hoja impar y con un título fácilmente identificable—, con una tipografía sencilla y clara, un interlineado acorde y buenos márgenes. El texto se presenta en una sola columna que tiene el ancho adecuado, sobre una hoja que encuentro muy blanca (prefiero los libros más «cremosos» que son más amables con la vista).
En síntesis, este es un artefacto que propicia la lectura.
1977. Angola. Hace calor y, a veces, mucho calor. La tierra es roja y densa. Hay mosquitos. Falta agua y hay poca variedad de comida. Tampoco hay docentes, obreros especializados ni profesionales. La población sufre las consecuencias del colonialismo portugués, la guerra de la independencia y una guerra civil que recién comienza.
Allí llega, en un principio, una brigada de 20 uruguayos vinculados al Partido Comunista Uruguayo (PCU). Serán 43 compatriotas, finalmente, los que participen de un programa de cooperación internacional para la construcción de una experiencia socialista. El acuerdo de ayuda, que posibilitó el exilio de los uruguayos, había sido firmado por Agostinho Neto, presidente de Angola, y Rodney Arismendi, secretario general del PCU, en la Unión Soviética.
El periodista y escritor Roberto López Belloso supo de esta historia en 1989, a través del Dr. Fernando Rama —uno de los brigadistas—, cuando trabajaba en el diario La Hora. Roberto, en la presentación oficial del libro (*), confesó que «no tuvo el arrojo de preguntarle» a Rama. Pero el tema le quedó picando. Años más tarde, la experiencia de Angola fue una nota para la revista Quiroga versus Rocket. Y, en diez años, hoy se materializa en el libro Hijos de África, una obra meticulosa y de sólida estructura que surgió de veinte entrevistas y la consulta a archivos, libros, artículos y audiovisuales.
En Hijos de África, el exilio —obligado por el terrorismo de Estado impuesto en Uruguay— no fue un refugio temporario o una oportunidad de desarrollo personal, sino la continuidad de la lucha por los ideales. Estos uruguayos viajaron para mejorar la situación del momento en áreas técnico-profesionales y formar locatarios para el después. El viaje, emprendido desde Cuba mayormente, no tuvo la adrenalina del turismo, aunque Angola ebullía al intentar desprenderse del lastre del colonialismo.
Roberto López Belloso, «que es un intelectual admirable en sus distintos oficios» (Gerardo Caetano *), pone en valor registros testimoniales, aporta contexto y muestra cómo 43 orientales apostaron por una utopía en un país que era una Babel socialista. Lo hicieron con idealismo, compromiso local y la mirada puesta en el Uruguay y en el mundo, en una Angola que mostraba todo el espectro de la escasez.
Además de las personas, en esta crónica hay otros protagonistas: los ideales; la brigada como conjunto; los angolanos (**); el territorio con sus peculiaridades y las tensiones internacionales. Hay detalles, escenas y objetos que despiertan interés y que, en el arco narrativo, aportan profundidad y cercanía a una historia que tiene todo para ser una serie de streaming.
El libro es sólido y entretenido. De cubierta vibrante, el diseño interior propicia una lectura abundante en datos e información que alimentan el conocimiento personal. Hijos de África es una de las últimas y aconsejables novedades uruguayas de no ficción, un segmento que se ha vuelto fértil y que enriquece al periodismo, a la literatura y a la audiencia lectora.
(*) El lanzamiento del libro se realizó el martes 2 de julio, en la Fundación Verde (Montevideo), con la presencia del historiador Gerardo Caetano, la periodista Soledad Gago y el autor.
(**) Angolano es el gentilicio que usa el autor, puesto que fue el adoptado por los brigadistas. Estos lo tomaron de sus pares cubanos, ya que es el gentilicio usado en la isla para nombrar a los nativos de Angola (aunque en el resto del ámbito hispanohablante se usa angoleño).
Obra: Hijos de África. La brigada de comunistas uruguayos en la guerra civil de Angola
Autor: Roberto López Belloso (Montevideo, 1969) Año y editorial: 2024, Fin de Siglo Descripción: no ficción
Sabía que un nuevo libro de Fernando Butazzoni estaba por salir al mercado, me lo dijo un librero que conoce mis gustos literarios y que, con sus sugerencias y opiniones, pauta mis lecturas.
Días después lo vi en la librería que trabaja —tengo dos librerías de confianza en este momento y soy muy fiel al trío que conformamos—, fui en búsqueda de una autora mexicana que acaba de ganar el Pulitzer en la categoría memorias. Pero Tierra mínima de Butazzoni ya estaba en la mesa de novedades y cambié de opinión al instante porque, por otra parte, la Biblioteca Ceibal (¡qué gran hallazgo!) tiene disponible El invencible verano de Liliana, la obra de Cristina Rivera Garza recientemente premiada.
Comprado el libro de Butazzoni, decidí —incluso lo publiqué en redes— comenzar a leerlo el fin de semana. Era martes y seguí con Rivera Garza, aunque avancé poco porque en la semana leo a ritmo de caminata cansina. El jueves no pude con mi ansiedad, abrí el libro del uruguayo y ya no pude parar en, lo que Nora Ephron llama, un «estado de arrebato».
Leí tanto entre la tarde del viernes y el sábado, que para el domingo me quedaban unas pocas páginas. Tierra mínima me dominó por forma y contenido: es un libro limpio y bien escrito, es tajante y conmovedor. El autor se la juega y quien lee también, porque no hay otra forma de decodificar qué significa el desenterramiento de una sepultura clandestina en un cuartel.
Como en Crónica de una muerte anunciada, se sabe qué va a suceder y el autor, con pericia, sostiene la trama, fija la atención, maneja el tiempo e introduce diálogos y extractos del diario de campo del equipo de antropología con un único propósito: denunciar hechos del pasado y zancadillas mezquinas del momento, además de demostrar el arrojo de otros.
Este es el libro del cuándo: ¿cuándo van a aparecer todas las piezas del esqueleto?, ¿cuándo van a llegar los familiares?, ¿cuándo se va a saber de quién es? Fluyen, por supuesto, otras interrogantes: queremos saber qué pasó, queremos saber quiénes lo hicieron y, aunque sea una pregunta retórica, queremos saber por qué. Saber es un derecho y esta obra lo reivindica.
Tierra mínima es una clase de periodismo, de tratamiento de fuentes y de datos, de presentación de un gran tema y de los que lo rodean, y de cómo perfilar personajes. Es también un texto sobre la antropología como disciplina y, aunque al autor no le guste, un ejemplo categórico de no ficción novelada.
Mayo, que es el mes de la Marcha del Silencio, es adecuado para un libro así. Aclaro —por aquello de que quien avisa no traiciona— que no se trata de una lectura inocua y que amplificará los «¡nunca más!».
Agradezco la amalgama de causalidades y casualidades que me hizo una lectora tenaz, pues una obra así fortalece mi condición de persona y ciudadana. Tierra mínima es el libro número 32 del año y obtiene la calificación máxima —conste que en este verano leí MANIAC (Benjamin Labatut), La llamada (Leila Guerriero) y La primera mano que sostuvo la mía (Maggie O’Farrell), obras de sublime nivel que han elevado la vara de las lecturas de 2024—.
Obra: Tierra mínima Autor: Fernando Butazzoni (Montevideo, 1953) Año y editorial: 2024, Alfaguara (colección Narrativa Hispánica) Descripción: no ficción novelada
En Inglaterra, país tradicionalmente aficionado al té, los cafés de especialidad han alcanzado una presencia relevante y conforman un conjunto diverso en el que caben numerosas opciones.
Las cafeterías de especialidad de Cambridge, Canterbury, Londres y Oxford visitadas en enero de 2024, similares a las de Uruguay, son fácilmente reconocibles por infraestructura, personas y servicio. Las características que dan identidad al movimiento en Inglaterra parecen plasmarse en ciertos detalles y en la unanimidad de una narrativa que es universal.
La cafetería de especialidad en Inglaterra comenzó en Londres en 2005. En el Soho —un distrito que culturalmente marca tendencias en gastronomía, moda y música— se sirvieron las primeras tazas de un café que se ha afianzado en veinte años con la apertura de numerosos locales (cientos de hallazgos en la web European Coffee Trip) y festivales de corte internacional en Glasgow, Londres y Manchester, entre otros.
El auge y la combinación de emprendimientos hace que los cafés de especialidad enriquezcan el paisaje citadino en variedad y tamaño: emprendimientos independientes y cadenas inglesas o internacionales, cafeterías pequeñas, medianas y también de gran porte. Muchas razones invitan a abrir una puerta en una gran avenida, una calle lateral o un mercado: las ganas de tomar un buen café, el olor del tostado, la necesidad de una pausa, una puesta en escena atractiva o la destreza de quien prepara las bebidas.
Una vez dentro, basta con mirar la escena para comprender la dinámica. Al igual que en otros países, los pedidos se atienden mayormente en el mostrador, aunque algunos pocos establecimientos ofrecen el tradicional servicio a la mesa. Las cartas, en papel o proyectadas en paredes o grandes monitores, suelen ser cortas y claras.
Como en todas las cafeterías de especialidad, el espresso es la bebida de mayor relevancia. También se sirven las variantes con leche (de vaca, entera y semidescremada) y con bebidas vegetales, pues el veganismo es un estilo de vida muy marcado en el país y entre los turistas que lo visitan.
El café filtrado forma parte de la carta de las cafeterías de este tipo y al pedirlo, también el americano, la pregunta inmediata es si se consumirá con leche. No hay pruritos en esta cuestión y tampoco en relación con el uso de azúcar y edulcorantes. Estos se ubican al alcance y para autoservicio, muchas veces en lugares específicos —junto con el agua filtrada que no falta en cualquier establecimiento gastronómico— o directamente en las mesas.
En la propuesta gastronómica, la pastelería dulce es relevante con budines, rolls, brioches y los clásicos scones ingleses que llegan a la mesa con manteca o crema y mermeladas. Las opciones saladas giran en torno a los tostones de masa madre con la omnipresencia de la palta y el huevo. También hay locales con servicio de brunch y almuerzos (en invierno la sopa tiene su lugar en la carta), jugos y smoothies.
Hay público en todos los cafés. Desde las primeras horas de la mañana —el desayuno es un momento clave— se ven locatarios y turistas de todas partes del mundo tanto para el consumo en el local como para llevar. También, durante todo el día, se trabaja y se estudia en los cafés de manera individual o en pequeños grupos; se hace tiempo para entrar a un espectáculo o se descansa en medio de un paseo turístico. Si llueve, algo habitual en la isla, las cafeterías son uno de los lugares elegidos para guarecerse.
El uso de tazas y vasos de cerámica, loza o vidrio alterna con el papel reciclado, según la envergadura del establecimiento. La normativa es exigente, no se consumen plásticos de un solo uso y la clasificación y reciclado de materiales están presentes en todos los locales gastronómicos.
El pago con medios digitales está sumamente extendido, tanto que en algunos comercios no se puede abonar en efectivo. Para evitar filas (muy comunes al comenzar y finalizar la jornada laboral), se estimula la compra previa a través de aplicaciones y comienzan a verse máquinas de autoservicio en los locales.
Las ambientaciones de las cafeterías de especialidad son muy diversas, con decoraciones sofisticadísimas en algunos casos y otros tantos locales más minimalistas. Los elementos gráficos del rubro (granos, mapa, colores, tazas) parecen haberse superado y sí están presentes la exhibición del café que se sirven a través de los paquetes, la calidad en las bebidas y la amabilidad en la atención. En muchos cafés, se venden tazas, vasos y remeras de la marca y, obviamente, paquetes con granos ya tostados.
Hay numerosas razones para visitar Inglaterra, un país de exquisita riqueza histórica y cultural. A todas estas causas, se le suma el café de especialidad que enriquece circuitos de museos, parques, mercados y barrios. Para seleccionar cafés, entre tantas opciones, conviene seguir guías y recomendaciones, usar Google Map y dejarse llevar por la intuición (visitar lugares y tomar café suelen depurar el gusto y afinar los criterios de selección).
Katya Adaui es la voz del Perú del Mapa de las Lenguas 2023 (colección Literatura Random House). Desde ese país —también con referencias a Argentina y España, entre otros—, la periodista y escritora plantea una obra de autoficción que es un punto de referencia universal. Al margen de los matices locales, Quiénes somos ahora puede leerse como un patrón genérico que reúne la experiencias de varias generaciones (Adaui nació en 1977).
Este texto aborda lo mejor y lo peor de las familias, también se detiene en la infancia, la juventud, las amistades, las mascotas, los miedos y las pesadillas, además de un menú de tópicos que conforman una memoria afectiva regada de disfuncionalidades.
Quiénes somos ahora funciona como un álbum de figuritas en las que es posible encontrar una, dos, algunas o muchas vivencias compartidas. Hay para todos los gustos porque la autora cuenta la vida cotidiana con precisión y riqueza mientras se centra en lo común y en lo sobresaliente para identificar etiquetas y arquetipos de ambos universos.
Leí el libro en varias etapas y mezclado con otras tantas lecturas. En el cuaderno que tomo los apuntes se intercalan lapiceras de diferentes colores, transcripciones apuradas, reflexiones que obligan al detenimiento, signos para marcar la importancia de un pasaje. La lectura de Quiénes somos ahora me recibió en cada trayecto, lo hizo con el tono de la familia, con esa comodidad de lo conocido que no le teme al alejamiento. Con esa naturalidad escribe Adaui.
Obra: Quiénes somos ahora Autora: Katya Adaui (Perú, 1977) Año y editorial: 2023, Literatura Random House, colección Mapa de las Lenguas 2023 (itinerario que recoge la literatura de 21 países hispanoamericanos a través de los autores más actuales) Descripción: Ficción biográfica
Mapa de las Lenguas es un proyecto editorial panhispánico desarrollado por Alfaguara y Random House. Surgió en 2015 con el propósito de crear un territorio sin fronteras entre los veintiún países que hablan oficialmente el español. Los editores locales —de los países en los que operan agencias de Random House— eligen aquellas obras que, «dada su calidad literaria y su recepción crítica, merecen traspasar el ámbito nacional y situarse en un mapa sin confines, únicamente delineado por el lenguaje». A partir de los libros escogidos, los autores y los lectores viajan a través de la literatura más reciente. El Mapa de las Lenguas se convierte, de esta manera, en una ruta de lectura que permite conocer los talentos y las producciones actuales.
«La familia es la mejor mentira jamás contada», pág. 21
Llegué a México en agosto, a través del recorrido propuesto por el Mapa de las Lenguas 2023 (colección Literatura Random House). Con La cabeza de mi padre, de Alma Delia Murillo, anduve por Ciudad de México y Michoacán —en un viaje dentro del gran viaje que es el Mapa— a través de la búsqueda del padre de la autora.
Alma Delia Murillo explora, en este libro, la expresión de la literatura del yo que presenta hechos personales que se traducen en clave social, pues trascienden la experiencia personal. Su vivencia, la de haberse criado en un hogar sin padre, es la de millones de personas en el mundo (estrictamente, según menciona la autora, en México casi la mitad de los hogares «tiene un padre que salió por cigarros y no volvió»).
Murillo alterna el viaje, que tuvo lugar en diciembre de 2016, con escenas de una niñez pobre, una adolescencia en la que robaba libros, la decisión de estudiar, los trabajos que en la juventud la alejaron de la escritura. También reflexiona sobre las relaciones con su madre y su abuela; la movilidad social; el machismo, el acoso sexual y los feminicios en México (donde mueren once mujeres por día); la ansiedad y los ataques de pánico que marcaron parte de su vida.
Entre escenas de vida cotidiana, la autora incluye a Juan Rulfo a través de Pedro Páramo, Hades y Perséfones, Paul Auster con La invención de la soledad, Mary Shelley y su Dr. Frankenstein, Renato Cisneros, André Malraux, Vivian Gornick, entre otros. El espectro es polifónico y abre el deseo de nuevas lecturas, de transitar por los caminos literarios —otro viaje— que Murillo recorrió y que ofrece con generosidad.
No revelaré el desenlace de la búsqueda del padre que, al igual que el de Cordelia y el rey Lear y el de Pinocho y Gepeto, tiene amor, dolor, tristeza, desazón, emoción, muchas palabras dichas y otras tantas calladas porque, como dice Murillo, «la familia es el organismo favorito del silencio». Al margen del resultado de la búsqueda —que no defrauda—, el libro abre diversas rutas de lectura a partir de la mirada sensible y amplia que la autora realiza sobre la diversidad de la vida.
Obra: La cabeza de mi padre Autora: Alma Delia Murillo (México, 1979) Año y editorial: 2023, Literatura Random House, colección Mapa de las Lenguas 2023 (itinerario que recoge la literatura de 21 países hispanoamericanos a través de los autores más actuales) Descripción: No ficción novelada o también ficción biográfica (¡qué difícil se tornan las categorías!)
Mapa de las Lenguas es un proyecto editorial panhispánico desarrollado por Alfaguara y Random House. Surgió en 2015 con el propósito de crear un territorio sin fronteras entre los veintiún países que hablan oficialmente el español. Los editores locales —de los países en los que operan agencias de Random House— eligen aquellas obras que, «dada su calidad literaria y su recepción crítica, merecen traspasar el ámbito nacional y situarse en un mapa sin confines, únicamente delineado por el lenguaje». A partir de los libros escogidos, los autores y los lectores viajan a través de la literatura más reciente. El Mapa de las Lenguas se convierte, de esta manera, en una ruta de lectura que permite conocer los talentos y las producciones actuales.
Me subí al periplo de la colección Mapa de las Lenguas 2023 (Literatura Random House) en febrero. Anduve por Chile, Argentina y España y me detuve por cuestiones triviales, relativas al trabajo y al estudio. Al finalizar el primer semestre, retomé el viaje —siguiendo con el orden propuesto por el itinerario— con Cartas abiertas, del colombiano Juan Esteban Constaín.
La novela y el autor me resultaron un hallazgo renovador. El personaje principal de esta obra, Marcelino Quijano y Quadra, me sedujo por su dedicación, convicción y enciclopedismo. Debo confesar que la novela trenza la ficción y la realidad, un tema que me despierta especial interés. Constaín, además, escribe muy bien, tiene un tinte borgiano de singular perfil que me resultó seductor y la novela cuenta con un ritmo cautivador y redundante, con frases e ideas que se repiten a modo de plegaria o de canción.
Estas cartas abiertas dan cuenta de la historia de «un zurcidor de fantasías, un coleccionista de fragmentos de vida», una persona que se dedicaba a «usurpar, para bien, las funciones de Dios». Los métodos que usaba para «crear ficciones tejidas con los hilos de la realidad» eran variados: apropiarse de una misiva, encauzar fondos, inventar escenas y elaborar documentos que, incluso, pusieron la ficción al servicio de la Historia.
Marcelino aprendió el oficio, lo replicó y perfeccionó. El escenario de un hombre que le tuvo «más fe a la ficción que a la realidad» fue la Europa de las dos grandes guerras. Allí pudo explayarse y forjar una vocación que necesitaba discreción, esmero y anacronía. Además de entusiasmo y adhesión a la causa, tenía varias manías, algunas hermosas: viajaba con una guía de viajes muy vieja (de varios siglos atrás) para no tener que inmiscuirse con los turistas; usaba la misma máquina de escribir, una antiquísima Smith & Bros; era experto en cartas (misivas y naipes).
Los casos abordados por Marcelino son hilarantes y casi ridículos —pero convincentes— y anidan en la frontera de la realidad y la ficción, en esos pliegues en los que es posible firmar un armisticio de paz de una larguísima guerra inexistente entre el Reino de Bélgica y la Estado de Boyacá (Colombia). Este será el último trabajo de Marcelino y, como siempre, dispondrá de «un plan y de una alternativa porque no todo se resuelve con poesía».
Cartas abiertas nos recuerda y reafirma que la vida está hecha de fragmentos de novela y que estos son los que nos permiten trascender la rutina. Detrás de situaciones enciclopédicas en las que aparecen escritores, músicos y filósofos, guerras, ciudades y presidentes, Constaín —que, por momentos creemos que es el narrador y en otros parece que se encarna en Marcelino— nos recuerda que «creer hace posible que aquello en lo que creemos ocurra, [pues] la fe es un acto de fe en la fe».
Obra: Cartas abiertas Autor: Juan Constaín Año y editorial: 2023, Literatura Random House, colección Mapa de las Lenguas 2023 (itinerario que recoge la literatura de 21 países hispanoamericanos a través de los autores más actuales) Descripción: Ficción
Mapa de las Lenguas es un proyecto editorial panhispánico desarrollado por Alfaguara y Random House. Surgió en 2015 con el propósito de crear un territorio sin fronteras entre los veintiún países que hablan oficialmente el español. Los editores locales —de los países en los que operan agencias de Random House— eligen aquellas obras que, «dada su calidad literaria y su recepción crítica, merecen traspasar el ámbito nacional y situarse en un mapa sin confines, únicamente delineado por el lenguaje». A partir de los libros escogidos, los autores y los lectores viajan a través de la literatura más reciente. El Mapa de las Lenguas se convierte, de esta manera, en una ruta de lectura que permite conocer los talentos y las producciones actuales.
Café Bacacay la diaria está abierto todos los días de la semana desde fines de marzo, ocupa un lugar emblemático y tiene una vista extraordinaria, con una ventana privilegiada que mira, de frente, al teatro Solís.
El Bacacay, en la esquina de Buenos Aires y Bacacay (Ciudad Vieja, Montevideo), forma parte de la historia de bares de la capital. Nació como El Vasco, tuvo su esplendor con la alemana Regina Rebmann (1995-2018), dos recuperaciones después y ahora vuelve a la escena con nuevos bríos. Es un bar tan emblemático que tuvo su propio ícono: una silla, tipo taburete, específica, diseñada por Rebmann y un amigo (Lucas Ríos Giordano, arquitecto).
«Simplemente vinimos a darle vida a un lugar histórico» —explica Nicolás Fumía, empresario gastronómico—. Hicimos una reforma, porque estaba muy oscuro, estaba todo muy negro. Tenía mucha onda de boliche nocturno, más que de un café».
El resultado es una armoniosa fusión entre luz natural y artificial, una gran barra de madera que concita la primera mirada, mesas y sillas oscuras, piso de grandes baldosas grises, madera en el techo, grandes ventanas con vidrios muy limpios, paredes blancas y celeste-turquesas.
Bacacay la diaria tiene servicio a la mesa, algo inusual en las cafeterías de especialidad. Según comenta Fumía, el propósito es «dar un servicio, generar vínculo, estar en contacto con el cliente: un valor que no se puede perder». Para acompañar esta impronta, los cafés llegan a la mesa y se sirven con sobrecitos de azúcar y edulcorante. No es una cafetería de especialidad dogmática, aunque las bebidas sí cumplen los requisitos de calidad en granos y en preparación. «Usamos el café de Brasil de Culto que es muy bueno. Es un café probado en el mercado, que se comporta muy bien», añade Fumía al respecto.
La apuesta es desafiante en un momento en el que la Ciudad Vieja, lamentablemente, parece languidecer una vez más. «Este es un punto turístico interesante, tenemos el Teatro Solís aquí», dice Fumía. Los dos volteamos la vista, estamos sentados al fondo, y el teatro nos responde con su gallardía.
El nuevo Bacacay tiene detrás un equipo estelar: los empresarios gastronómicos Martín Pittaluga y Nicolás Fumía; el estudio Menini Nicola y el artista plástico Alfredo Ghierra en el interiorismo; Atolón de Mororoa en comunicación y la diaria, un medio de comunicación que acaba de cumplir 17 años. Navegar con tantas expectativas, además de la huella del café, es una tarea que puede parecer colosal. Para lograrla, hay un servicio de diez personas y la «escucha permanente», agrega Fumía.
En diálogo con la cuna de la alta cultura del país, en una de las peatonales más encantadoras de la Ciudad Vieja, en un edificio construido en 1844 —que es Monumento Histórico Nacional desde 1976— en Bacacay la diaria sirven café de especialidad (Culto), té de autor (Cardinales), repostería y panadería del Río de la Plata (pan con grasa, marsellés, margaritas), almuerzos clásicos, tapeo nocturno y tragos. El horario es amplísimo y cualquier ocasión es propicia para tomar algo, mirar por la ventana y sentirse parte.
Café Bacacay la diaria Bacacay 1306. Lunes y martes de 9 a 20 h. Miércoles a sábados de 9 a 00 h. Domingos de 17 a 00 h. Sin reserva (por orden de llegada).